martes, 31 de diciembre de 2019


Militares bolivianos (archivo)

2019, el año del retorno del protagonismo militar en Latinoamérica

© REUTERS / David Mercado
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Sea cual fuere el país latinoamericano al que hagamos referencia, el accionar de sus fuerzas armadas en 2019 ha sido clave en los sucesos políticos y en el destino actual del país.
La gran mayoría de los países latinoamericanos ha pasado por crisis de distinta índole y algunos por severas crisis de gobernabilidad, lo que llevó a los gobernantes a buscar no solo apoyo en movimientos políticos civiles, pero cardinalmente de las fuerzas armadas.
En muchos casos esos apoyos les han proporcionado fortaleza y estabilidad, aclarando que eso no necesariamente implique obtención de legitimidad.
Si bien es cierto que las distintas fuerzas armadas no necesariamente ocuparon el primer plano, que está reservado (por ahora) para los civiles, jugaron un rol vital en varios acontecimientos políticos en la región.
A modo de inventario se pueden listar algunas de sus acciones en 2019: en Chile, apoyo total al presidente Piñera en sus planes de represión a las movilizaciones sociales; en Bolivia sin la acción de las fuerzas armadas, el gobierno de facto de Jeanine Áñez no habría sido posible.
En Colombia, el presidente Iván Duque no podría sostenerse sin la aprobación de la bota militar; en tanto que, en Perú, el presidente Vizcarra recibió un espaldarazo clave cuando decidió disolver el Parlamento.
En Ecuador, si Lenín Moreno no hubiese contado con el apoyo militar, difícilmente habría podido controlar a las masas rebeladas en las calles contra el paquetazo económico del FMI. En Brasil, el presidente y el vicepresidente son de origen militar; y en Nicaragua y en Venezuela desempeñan un papel clave en el sostenimiento de sus gobiernos, aunque su situación difiere de los anteriores en forma y fondo.
Estos ejemplos muestran que los militares están de retorno después de muchos años de haberse mantenido con perfil político bajo.

¿Fracasos momentáneos?

Los espacios políticos regionales compartidos por los países se habían incrementado en los últimos 15 años, con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que se sumaron a los existentes desde hace varias décadas, como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), Mercosur y la Organización de Estados Americanos (OEA).
​Estos nuevos espacios de integración latinoamericana avizoraban una región más autónoma, con altas expectativas de jugar un rol importante en el mundo, en especial en la búsqueda de la multipolaridad.
En cuanto al tema militar, en el marco de la Unasur se hicieron esfuerzos por construir una visión regional de defensa, pero, a lo largo de los encuentros, pronto se hicieron evidentes las diferencias ideológicas, el desinterés y seguramente las presiones externas.
El Consejo de Defensa Suramericano (CDS) creado por el Consejo de Jefes de Estado de la Unasur pretendió ser una instancia de consulta, cooperación y coordinación en materia de defensa, con el afán de "consolidar la región sudamericana como una zona de paz, base para la estabilidad democrática y el desarrollo integral de los pueblos de la región, como contribución a la paz mundial". Dicho proyecto por ahora ha sido dejado de lado.
Evidentemente no implica que haya fracasado definitivamente, no obstante, los vientos soplan ahora a favor de los intereses estadounidenses.

Retorno del militarismo en América Latina de la mano de EEUU

La región latinoamericana ha perdido mucha fuerza e ímpetu de convertirse en un actor geopolítico global. Han primado los intereses foráneos, por ahora. Hace una década, a pesar de las diferencias ideológicas evidentes, se perfilaba una región autónoma y que ganaba estatura política y económica.
Los factores que influyeron en la actual situación seguramente son varios, entre ellos el cambio geopolítico global por la llegada de Donald Trump al Gobierno de EEUU; la inadecuada lectura de parte de los Gobiernos progresistas de sus nuevas realidades sociales, con amplias masas de clase media muy interconectadas a redes sociales; los errores y, como consecuencia, desaparición del mapa político regional de los Gobiernos que lideraban esas visiones integracionistas.
Ante estas circunstancias, EEUU tiene la mesa servida y ha vuelto a desempolvar y a poner en boga sus dos instrumentos clave para el ejercicio de la hegemonía norteamericana y lograr alinear estratégicamente a la región a sus intereses: el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y los acuerdos bilaterales de asistencia militar.
Bajo ambos paraguas, ahora ha puesto en acción varios proyectos con amplia gama de actividades, y el ala operativa es el Comando Sur (USSouthcom) por sus siglas en inglés. Valga decir que este es uno de la decena de comandos de EEUU distribuidos en el mundo. El Comando Sur es el responsable de planificar, operar y coordinar en todo el territorio de Latinoamérica y el Caribe.
​USSouthcom se acerca a los países necesitados de ayuda en salud por ejemplo con su proyecto "promesa duradera", que utiliza un buque itinerante por varios países, brindando ayuda médica a algunas poblaciones hasta entrenamientos de distinto tipo. Además de estos formatos, existen otros específicos para cada país.  
Este año que concluye fueron relevantes las reuniones ministeriales de coordinación a la cabeza del secretario de Estado, Mike Pompeo, y las visitas a los países, para observar los entrenamientos, incluso en países como Costa Rica, que se jactan de no tener fuerzas armadas.
Las visitas mutuas para no olvidar a los amigos son también importantes, como el caso de Colombia, que es un aliado especial de Estados Unidos y, por supuesto, los entrenamientos en el Caribe no han cesado.
Durante la Conferencia Sudamericana de Jefes de las Fuerzas Aéreas y Lideres Sénior, realizada en noviembre de 2019 bajo el lema La cooperación como estrategia hacia el progreso, a la que asistieron más de 50 participantes de EEUU, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú, el general de División de EEUU Andrew Croft alertó a sus colegas sobre los desafíos de la región y dijo que "estos desafíos combinados con Estados y actores malignos en la región amenazan nuestras democracias y valores compartidos".
Pero fue más allá al afirmar: "Cuando la política es incierta es cuando nosotros, como militares de nuestra nación, debemos estar más seguros de nuestros valores, capacidades y cooperación para mantener la seguridad en nuestro hemisferio".
Otra área vital en las acciones de EEUU sobre la región son los ejercicios militares anuales bajo el nombre de UNITAS, en el marco del TIAR desde el año 1959, pero ahora están mucho más activos y han sumado a otros países.
Se han hecho más intensos los entrenamientos, en sus fases UNITAS Pacífico y UNITAS Atlántico, como los de agosto pasado en Brasil, en el marco de la UNITASLX y UNITAS en Chile, que para el Gobierno chileno le permite cumplir con dos áreas de la Misión de la Armada de Chile: "Defensa de la Soberanía e Integridad Territorial" y "cooperación Internacional y Apoyo a la Política Exterior".
Ecuador será la sede de UNITAS 2020 y el Gobierno de Lenín Moreno ya se prepara para tal efecto y recibirá no solo entrenamiento, sino también tecnología de parte de sus amigos estadounidenses.
En una reciente publicación titulada Let's Get to Work, el almirante Craig S. Faller, comandante del Comando Sur de EEUU, recordó que "los acontecimientos en Bolivia, Perú, Ecuador, Chile y Brasil demuestran que los militares apolíticos y profesionales que protegen los derechos de sus ciudadanos se han convertido en el estándar, lo cual es crítico en situaciones volátiles y políticamente cargadas. Junto con los continuos esfuerzos anticorrupción, América Latina y el Caribe podría servir como modelo para el resto del mundo, especialmente para los países cuyos públicos luchan por identificar el valor [y la capacidad de recuperación] de la gobernanza democrática".
​El mandamás del Comando Sur de EEUU hizo una advertencia al subrayar que "está en juego el futuro del orden internacional basado en normas, cada vez más socavado por China y Rusia". Faller subrayó, además, que la estrategia de defensa nacional de EEUU ordena a sus militares que "mantengan las ventajas en el hemisferio occidental".

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