08 de noviembre de 2015
Germán Saltrón Negretti
La
escasez de agua potable puede provocar en un futuro próximo, nuevos
conflictos armados que serán más intensos que los desatados para
controlar los recursos energéticos, creen los expertos. El acceso al
agua para la vida es una necesidad humana básica, al mismo tiempo
que un derecho humano fundamental junto con el derecho a la
alimentación. Un informe de PNUD del año 2006, dedicado solo al
problema del agua, señalaba que en nuestro planeta más de 2.000
millones de personas se ven privados de agua limpia y 2.600 millones
no tienen acceso a un saneamiento adecuado.
Pocos
países abordan este problema como una prioridad política, como
sucede con la pobreza mundial. Esto lo demuestran las limitadas
asignaciones presupuestarias. Los lugares donde existe mayor escasez
de agua en el mundo son Oriente Medio, China, India, Asia Central y
África Central y Oriental. Para los países del continente africano
el acceso al agua dulce es una cuestión de seguridad nacional, por
lo que la decisión de Etiopía de construir en el Nilo una gran
central hidroeléctrica causó un fuerte descontento por parte de
Egipto.
Este
problema será agravado por el cambio climático que ya es una
realidad. La disminución del suministro de agua en áreas que ya
sufren una escasez crónica de este recurso, los patrones climáticos
más extremos y el derretimiento de los glaciales son desafíos de
vida o muerte que nos amenazan. A diferencias de las guerras que se
producen por la lucha por los recursos petroleros, la crisis
mundial del agua y de la pobreza mundial no aparece en los titulares
de los medios de comunicación. Porque la sufren las poblaciones
pobres del mundo. Estas crisis se cobran más vida, por causas de las
enfermedades que una guerra. Además, "la guerra por el agua
será mucho peor que una guerra por el petróleo. Por qué las
personas pueden vivir sin petróleo, pero no pueden sobrevivir sin
agua" concluyó el informe
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