10 de octubre de 2015
Crédito: Analítica
Introducción a la COP21 – ¿Qué sucederá en la crucial reunión París 2015?
Se
acerca la hora del pistoletazo del 30N. Sí, solo faltan pocos días
para el arranque de la Conferencia de las Partes de la Convención
Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015
(COP21/CMP11), también denominada «París 2015», a celebrarse
entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre. Largo y circunspecto
nombre que de tan solo leerlo asusta y provoca salir corriendo por lo
inefable, antipublicitario y aburrido que parece. ¿Será por esto
que el 99% de la gente ni siquiera sabe lo que es una COP? ¿Será
por esto que las ediciones previas han pasado por debajo de las mesa
para casi todos? ¿O será que no se le ha dado suficiente cobertura
a las 20 conferencias anteriores? Lo cierto es que este evento
debería crear más expectativa que un mundial de fútbol, pero
lamentablemente es todo lo contrario.
A
uno lo que le provoca subir a un tablado y declamar: ¡Oh COP, COP…
tan importante que eres y cuan poca gente te conoce! ¡Oh COP, qué
inmenso desapego! ¡Oh madre Tierra, que ingratos somos tus hijos!
«Dale
una oportunidad a la Tierra», «Give Earth a chance», es el slogan
que hemos acuñado para acompañar desde nuestras páginas al magno
evento que se celebrará en la capital francesa, en la que tantas
esperanzas se están cifrando. Somos optimistas respecto a los
resultados esperados, pero a la vez miramos la COP21 con cautela, por
estar conscientes de las frustraciones acumuladas en las anteriores
conferencias, en las que ha prevalecido lo que en ya en 2009
denominamos Torre de Babel, reeditada con posturas e intereses
particulares e inconciliables, donde nadie entiende al otro, porque
cada uno habla su propio idioma, que no es otra cosa que el lenguaje
de sus oportunidades e intereses. Sabemos también que esas
disonancias han obrado en contra del entendimiento y la obtención de
acuerdos vinculantes, sumado a la inobservancia o dilación de los
compromisos alcanzados. Si no se lograse frenar el calentamiento
global, la gran perjudicada sería la Tierra, pero sobre todo la vida
que se desarrolla en ella. Pase lo que pase el planeta sobrevivirá,
y ojalá que entre los borrados de sus mapas no estemos nosotros, la
especie homo sapiens sapiens, presuntamente los hombres sabios que
pensamos.
A
pesar de estos negativos hándicaps, mantenemos nuestro optimismo.
Todos debemos apostar por el éxito de la COP21 y poner nuestro
granito de arena, aunque solo sea enterándonos de qué va todo esto,
además de ceder un poco de espacio de nuestros quehaceres cotidianos
para saber lo que ocurra en París. Nuestras esperanzas este año
tienen una aceptable base de sustento, pero antes de ponerlas en
blanco y negro, vamos a repasar, de la manera más condensada
posible, qué ha ocurrido en las COPs anteriores.
Las Conferencias sobre el Cambio Climático, una dilatada historia de aplazamientos
La
Convención Marco de Cambio Climático (CMCC) fue establecida en mayo
de 1992, en la denominada «Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro»;
entró en vigencia en marzo de 1994 con la premisa de reforzar la
conciencia pública a escala mundial sobre los problemas relativos al
cambio climático. Entre sus objetivos principales se destaca la
estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero
(GEI) en la atmósfera, para impedir riesgos en el sistema climático.
La Conferencia de las Partes (COP) se establece como el órgano
supremo de la Convención y la asociación de todos los países que
forman parte de ella. En las reuniones anuales han participado
expertos en medio ambiente, ministros o jefes de estado y
organizaciones no gubernamentales. La primera conferencia, la COP1,
se realizó en Alemania, en 1995, la cual produjo el Mandato de
Berlín, especie de catálogo de compromisos bastante indefinidos,
que permitía a los países escoger las iniciativas ajustados a sus
necesidades particulares. En la COP 2, Ginebra, 1996, se convino en
la no uniformidad de soluciones por países.
Nace el Protocolo de Kioto con fecha de defunción incorporada a su partida de nacimiento
La
COP 3 se reúne en la ciudad nipona de Kioto, en 1997, en la cual,
tras intensas negociaciones, ve luz el célebre Protocolo de Kioto
que, hasta ahora, junto al Protocolo de Montreal (1987, protección
de la capa de ozono), se perfilaba como uno de los documentos más
importantes y esperanzadores de la humanidad para regular las
actividades antropogénicas, capaz de recuperar el medio ambiente
global. En Kioto se establecen objetivos vinculantes para las
emisiones de GEI para 37 países industrializados, pero, dos de los
más grandes emisores, Estados Unidos y China, no ratifican el
documento. Se acuerda que el Protocolo de Kioto entraría en vigencia
once años después, en 2008, y su fecha de vencimiento venía
premarcada de fábrica para 2012, estableciendo que los países
desarrollados redujesen en esos cinco años sus emisiones de GEI en
un 5% respecto al nivel de 1990.
Nueve COPs entre 1998 y 2006, con pocos avances a reseñar
Entre
estas fechas se celebran nueve Conferencias de las Partes: 1998, COP
4, Buenos Aires. 1999, COP 5, Bonn. 2000. COP 6, La Haya y (2ª
parte) 2001, Bonn, 2001. COP 7, Marrakech, 2002. COP 8, Nueva Delhi,
2003. COP 9, Milán, 2004. COP 10, Buenos Aires, 2005. COP 11,
Montreal, 2006. COP 12, Nairobi. Fueron nueve años casi perdidos,
basados principalmente en la ultimación de los detalles del
Protocolo de Kioto, con miras a 2008.
El Plan de acción de Bali
Durante
2007, en la COP 13, Bali, Indonesia, se da un importante paso en la
ruta hacia la sustitución del Protocolo de Kioto por otro tratado,
sin que éste haya entrado en vigencia. Además, se concluye que los
signos del calentamiento global son incuestionables y finalmente se
adopta el «Plan de Acción de Bali», que establece el marco de las
negociaciones que conducirían a COP 15, Copenhague, dos años
después. En 2008, COP 14, Poznán, Polonia, se recibe positivamente
el programa de transferencia de tecnologías ecológicamente
racionales para países en desarrollo y se afinan los detalles para
la importante cita del año siguiente.
Copenhague, la gran esperanza acaba en una gran decepción
Finalmente
arribamos a 2009, COP 15, Copenhague, reunión en la que se cifraba
una inmensa esperanza desde 2007. Se pensaba que le tocaría a la
capital danesa el privilegio de dar las buenas noticias al mundo,
mediante el anuncio de un nuevo protocolo para la disminución de
emisiones de GEI: «la conclusión de un acuerdo jurídicamente
vinculante sobre el clima, válido para todo el mundo, que se
aplicará a partir de 2012», como rezaba su objetivo central previo
a la cita. Ello, en términos cuantificables, significaba la
reducción de emisiones de CO2 a menos de 50% para 2050 respecto a
1990. Pero poco duró la euforia. Faltando tres semanas para los
inicios de la COP15 se realizó una reunión en Tailandia, en la cual
China y Estados Unidos decidieron que los acuerdos de Copenhague no
tendrían carácter vinculante, de manera que la suerte de la Cumbre
estaba echada antes de comenzar. Eran muy malas noticias y las pocas
esperanzas de salvarla quedaron enterradas en la última noche,
cuando los presidentes de China, Estados Unidos, India, Brasil y
Suráfrica, sin la presencia de los representantes europeos, ni la de
los demás países, realizaron una intempestiva reunión. A puertas
cerradas y en apenas tres folios redactaron un acuerdo no vinculante
que ni siquiera fue sometido a votación. Finalmente solo fue
expuesto a la «toma de conocimiento» de los asistentes, junto a la
promesa de que, a principios de 2010, se trabajaría en una
plataforma política, base para construir compromisos jurídicos
vinculantes en COP 16. La cumbre, como era de esperarse, fue
calificada de fracaso y desastre por muchos gobiernos y
organizaciones ecologistas.
Herman Van Rumpuy, presidente del Consejo
Europeo, en un cable confidencial de la diplomacia estadounidense,
filtrado por Wikileaks, de fecha 4 de enero de 2010, tuvo expresiones
muy duras: «Copenhague fue un desastre increíble (…) las cumbres
multilaterales no funcionarán», y calificó la reunión de
«Pesadilla en Elm Street II» y soltó la lapidaria frase: «¿quién
quiere ver esa película de terror otra vez?»
En
2010, en la COP 16, Cancún, México, entre los principales acuerdos
que se lograron cabe destacar la creación de un Fondo Verde
Climático, mediante el cual se establece un monto de cien mil
millones de dólares al año, a partir de 2020, y treinta mil
millones de dólares para el período 2010-2012, con objeto de ayudar
a los países de menores recursos a sufragar los costos de la lucha
contra el cambio climático. El documento final establece adoptar
«tan pronto como sea posible» una decisión sobre compromisos para
una segunda fase del Protocolo de Kioto que garantice «que no haya
una brecha entre el primer y segundo período de compromisos».
2011, COP17 Durban, Sudáfrica
La
suerte del planeta no fue mejor que el año anterior, aunque se
avanzó mediante el establecimiento de una fecha para el inicio del
segundo periodo de los acuerdos de Kioto para 2013, con lo que
presuntamente se evitaba un vacío en materia del cambio climático.
La cumbre concluyó con una hoja de ruta para un tratado mundial,
como exigía la Unión Europea, que obliga a comprometerse a los
grandes contaminadores que no suscribieron el Protocolo de Kioto como
son China, Estados Unidos y la India. La mala noticia fue que Canadá
anunció su intención de no renovar Kioto, secundado por Japón y
Rusia.
Las tres últimas COPs, previas a la COP21
En
2012, en la COP18, Doha, Qatar, se presumía que no habría grandes
sobresaltos ya que sus objetivos no parecían complicados, aunque
finalmente el camino resultaría sembrado de obstáculos. Los 194
países reunidos alcanzaron un acuerdo mínimo, la «Puerta Climática
de Doha», que prorroga hasta 2020 el Protocolo de Kioto, pero se
difiere para el año siguiente las negociaciones sobre la exigencia
de mayores donaciones por parte de los países en vías de
desarrollo. La mayoría de las delegaciones manifestaron su malestar
porque el acuerdo final no cumplía las recomendaciones científicas,
que solicitaban acciones enérgicas para contrarrestar el
calentamiento global. Las emisiones de dióxido de carbono para esa
fecha doblaban las tasas de 1990.
En
2013, en la COP19, Varsovia, Polonia, el objetivo inicial era llegar
a un acuerdo para que en 2015 se puedan reducir las emisiones de
gases contaminantes. Sin embargo, a este acuerdo se opusieron varios
países, entre ellos el anfitrión, poseedor de una industria basada
en el carbón. Cabe destacar que en esta ocasión la ONU presentó un
documento donde se asegura con una certeza de casi 100% que el ser
humano es el principal causante del calentamiento global desde la
década de los 1950. Finalmente se concreta una hoja de ruta hacia un
pacto global y vinculante en 2015, pero quedan muchas rendijas
abiertas a ser resueltas en la cumbre de Lima del año siguiente.
Hecho resaltante fue el abandono masivo, faltando un día para el
cierre de la cumbre, por parte de ONGs y sindicatos, hecho inédito
hasta ese momento en estas conferencias.
En
2014, en la COP20, Lima, Perú, lo más significativo fue que los
Estados Unidos y China anunciaron un compromiso conjunto para la
reducción de emisiones de (GEI) por primera vez en la historia,
fundamental para que el calentamiento global no sobrepase los dos
grados, límite establecido por los científicos. La ONU considera
que el objetivo es reducir las emisiones entre un 40% y un 70% para
2050 y a cero para finales de siglo. El convenio, finalmente
ratificado, es un acuerdo que acerca posturas de cara a París 2015.
¿Qué ocurrirá en la COP21 ¿Qué va a pasar en París 2015?
Nadie
puede saber las respuestas. Nosotros intuimos que esta vez sí hay
una buena posibilidad de ver humo blanco en París y por ello
apostamos. Vemos una conjunción estelar ideal, que debería ser
capaz de lograr compromisos significativos en la materia.
Muchos
factores se han unido para que se dé esta conjunción. Para
comenzar, ahora existe una mayor conciencia en el mundo sobre los
graves problemas que puedan derivarse del progresivo aumento de
temperatura en el planeta. Se reconoce por larga mayoría la
responsabilidad humana en el calentamiento global. Muy significativo
es el cambio de postura de China y los Estados Unidos, países que
por primera vez han expresado su compromiso de participar en un
acuerdo vinculante sobre el clima. También es notable una mayor
determinación y voluntad de parte de quienes tienen poder para
influir en alcanzar los acuerdos para frenar el calentamiento. Así
lo han expresado el papa Francisco, el presidente Obama y el
presidente Hollande, entre muchas otras personalidades del mundo.
Un reconocimiento especial para Francia
Venimos
siguiendo y escribiendo sobre las COPs desde hace muchos años y
estamos en capacidad de afirmar que la COP21 es la mejor organizada
que hemos visto hasta ahora. El país anfitrión ha puesto al
servicio del público una amplia información preparatoria de la
COP21, mediante abundante material audiovisual, información al día,
mapas, tours virtuales, infografías, afiches y otros materiales de
apoyo, además de la voluntad del presidente Francois Hollande de
llevar a un buen puerto el tan anhelado documento. Por último, cabe
destacar la incorporación de una parte del tren ministerial del
gobierno francés y de personal de alto nivel en la preparación y
desarrollo del crucial evento.
Por todo ello sería justo que le
tocara a la capital francesa, la ciudad luz, donde nació la Liberté,
égalité, fraternité, la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano y las bases de la democracia moderna, el privilegio de
parir y anunciar las buenas noticias al mundo sobre un acuerdo
vinculante sobre el clima. A esto debemos apostar todos.
Para terminar
La
mencionada conjunción estelar estaría quedaría más perfeccionada
si cada uno de nosotros ayudara a difundir el tema a través de las
redes sociales. Con los medios inteligentes disponibles todos podemos
ser reporteros. Ya el solo hecho de propagar la existencia de la
COP21 y decir que es una conferencia para frenar el cambio climático,
informar el lugar y la fecha sería un gran paso. Ojalá pudiera
viralizarse por las redes como tantas otras cosas.
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