lunes, 29 de junio de 2020

MURCIÉLAGOS DE LA MALA FAMA A UNA POSIBLE SOLUCIÓN DEL COVID-19. CORREO DEL ORINOCO.


28 junio, 2020 16:03

Son efectivos controladores de mosquitos causantes de enfermedades virales como zika, dengue y chikungunya, y es completamente falso que el murciélago lleva mucho más virus que cualquier otra especie, ya sea ratón o primate. La mala fama que rodea a los murciélagos es antológica desde antaño y son inspiración de personajes siniestros como Drácula, cuando muy poco tienen que ver con el atemorizante chupa sangre.
Los científicos han determinado de vieja data que, de las más de mil 400 especies de murciélagos registradas en el mundo, solo tres se alimentan de sangre animal: el común, el patas peludas, y el alas blancas, exclusivos del trópico. Sin embargo, son menos dañinos que el Aedes aegypti, otro chupa sangre que transmite al hombre el virus del dengue y otras enfermedades más.
Incluso, el Instituto Humboldt investiga una proteína de esas tres especies, pues al parecer tienen una proteína que podría ayudar a tratar enfermedades vasculares del hombre.Quien más ha contribuido al desprecio y miedo a este mamífero es el escritor irlandés Bram Stoker, creador en 1897 del tenebroso Drácula, un conde de la Transilvania, Rumanía actual donde, paradójicamente, no existen esas tres especies.
La lógica más elemental indica que, en lugar de denostado y exterminado, el murciélago debe ser conservado como portador de un virus del cual se carece de experiencia científica en su tratamiento, ni hay evidencia que cargue con la variante del SARS-CoV2. En cambio, sí hay constancia de que los murciélagos tienen un sistema inmune mucho más potente y fuerte que el de los seres humanos y necesitamos aprender cómo pudieron desarrollarlo, explica Rodrigo Medellín Legorreta, biólogo y connotados experto en el estudio de los quirópteros, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Este científico ratifica que esos mamíferos no son el problema ni el origen del virus de la Covid-19, sino parte de la solución. De esa afirmación derivan dudas del por qué se le achacó el origen de la pandemia a China cuando ya el SARS-CoV2 estaba desde mucho antes en otros lugares de Europa.

El catedrático recuerda la importante función del quiróptero como eficiente controlador de plagas, y hábil dispersor de semillas y polinizadores de plantas, y ahora como colaborador de los científicos en la determinación de factores inmunológicos frente al SARS-CoV2. Medellín Legorreta desde hace más de 40 años estudia y protege diversos mamíferos, entre ellos los murciélagos, y advierte que frente al temor que genera la epidemia de Covid-19, hay que ser más cautos en el análisis.

El científico defiende no satanizar a los quirópteros ni los virus, porque la mayoría son benéficos. Nueve de cada 10 virus son bacteriófagos; es decir, se alimentan de bacterias, y sin ellos, en cuatro días esos microorganismos nos comerían completos, mientras sólo una porción muy pequeña de los virus puede causarnos daño. Los murciélagos, señala, cumplen funciones centrales para el control de plagas de insectos que atacan cultivos esenciales, y son los principales motores de las preservación de las selvas por su labor de dispersión de semillas, y a ellos debemos la preservación de especies como los agaves tequileros, de cientos de frutas y de árboles como la ceiba.

Son efectivos controladores de mosquitos causantes de enfermedades virales como zika, dengue y chikungunya, y reitera es completamente falso que el murciélago lleva mucho más virus que cualquier otra especie, ya sea ratón o primate. Para protegernos de otra pandemia, afirma, la evidencia científica señala que la primera defensa es conservar los ecosistemas intactos. Y lo que podemos hacer para detener la siguiente epizootia es proteger lo que nos queda de bosques, pero sin seres humanos que los perturben.

También llamó a reflexionar sobre el consumo de carne, tras señalar que el hacinamiento en que se mantiene a pollos, reses y cerdos se ha convertido en un paraíso de enfermedades emergentes. Las pruebas están a la mano: la gripe aviar, la fiebre porcina, el síndrome de la vaca loca.

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