Chile. La guerra de Cuarta Generación
Por Capucha Informativa, 29 junio 2020 |
“La guerra es un instrumento político al servicio del estado”– Dice la ciencia política. Y el propósito de ésta, es controlar recursos naturales y humanos entre otros, por la razón o la fuerza.
Aquellos “eruditos” que la filosofan y la elevan al sitial de arte consideran que es imperativo estudiarla para saber que es una herramienta de un estado.
Ella misma, la Guerra, y sus reglas han variado mucho a lo largo de la historia. Y el concepto de quienes son los combatientes, también. En la actualidad, a veces, se hace distinción entre conflicto armado y guerras. De acuerdo a los mismos preceptos de la guerra actual, ésta podría ser secreta, es decir, no ser declarada nunca. A una guerra como ésta: secreta y actual, la doctrina militar de los EE.UU. la denomina como “Guerra de Cuarta Generación”.
Antes de definir la llamada Guerra de Cuarta Generación, e Invitamos a hacer memoria en materia de confrontaciones. De seguro te resultarán de los más cercanas y reconocibles muchas de ellas:
Guerra Naval, “La guerra del Pacífico fue una guerra naval”. Guerra terrestre, guerra aérea, guerra ártica, guerra mundial. En una de las últimas se vivió la guerra acorazada más grande de la historia: la Batalla de Kursk, una guerra de tanques y acorazados que se llevó a cabo entre el 5 de julio y 23 de agosto de 1945.
La Guerra nuclear, guerra fría, guerra santa, guerra de trinchera, guerra civil, guerra relámpago, guerra de agresión, guerra de desgaste, guerra subsidiaria, guerra sucia, guerra asimétrica, guerra irrestricta, guerra de convención, guerra de la información, de posición, guerra de terrorismo, escatológica, numérica, guerra electrónica, guerra comercial y la guerra de Cuarta Generación.
Esta última comprende a la guerra de guerrillas, la guerra asimétrica, la guerra de baja intensidad, la guerra sucia, el terrorismo de estado u operaciones similares y encubiertas, la guerra popular, la guerra civil, el terrorismo y el contraterrorismo, además de la propaganda, en combinación con las estrategias no convencionales de combate que incluye la cibernética, la población civil y la Política. En este tipo de guerras no hay enfrentamientos entre ejércitos regulares ni entre estados, sino entre un estado y/o grupos violentos o mayormente entre grupos violentos de naturaleza política, económica, religiosa o étnica.
A más de 110 años de que comenzara la lucha social demandada por los campesinos del salitre por una vida digna en territorio nacional, hoy podemos indicar, evidenciar y aceptar la existencia de una guerra soterrada contra la población civil de manera persistente en la histórica nacional.
El llamado manual de guerra de 1979 clasifica los paros, huelgas, organizaciones estudiantiles, el movimiento sindical, y otras formas de organización popular como manifestaciones de guerra revolucionarias en el país. El desarrollo a los capítulos dedicados a la inteligencia y guerra psicológica son extensos métodos de control, hostigamiento y represión contra la población civil, sin detenerse ante los procedimientos más repugnantes éticamente hablando.
Con los referidos términos cabe preguntarse acaso en lo que va de historia, si alguna vez se consideró legítima alguna demanda o lucha social del pueblo chileno en estos más de 110 diez años. De acuerdo a la respuesta aplastante que se registran por parte del estado, éstos, más parecen, contraataques de una guerra sin cuartel.
De acuerdo a todo lo anterior podría interpretarse que en el territorio nacional se vive una guerra doble, simultánea y secreta perpetrada por el estado; una de ellas sobre la población civil a la que se le niega todo derecho legal y justo, condenándola a una vida precaria; y la segunda guerra contra el pueblo mapuche asediado históricamente y que jamás ha logrado el reconocimiento e independencia del estado chileno, condenado a la misma precariedad.
Si la pugna social de la clase trabajadora todavía busca entre sus conquistas derrocar la pobreza, es porque la lucha tristemente es vieja, y respecto a otras sociedades, sus reivindicaciones, son del siglo pasado. Cierto es que hubo educación y salud gratis en este territorio. Pero tal cual parece decir la triste regla del destino hasta hoy, avanzas dos espacios en el tablero y retrocedes tres..
En esta guerra de fuerzas asimétricas y por desgaste, el estado introduce mecanismos de presión, pervierte y anula la educación social de su pueblo privándola de su herencia histórica; que es la única manera en que el pueblo no olvide sus luchas. Pretende así trazar una estrategia de desarme identitario, como cuando se le prohíbe a un pueblo no hablar en su idioma de origen so pena de muerte para socavar su identidad. Así le ocurrió al pueblo Irlandés 1649 y 1650 perseguido por el lord protector del imperio inglés Oliver Cromwell, asesinando a miles de irlandeses.
La guerra es tácita. No hace falta una declaración. El pueblo exige dignidad, y el estado le responde con balas. La historia regada de revueltas, levantamientos y revoluciones, exige justicia. Exige el derecho a la vida en paz, con dignidad y con acceso al desarrollo.
Ningún acto en el actual contexto social es aislado, ninguno acto de represión, ninguna ley promovida, ningún acto temerario y ningún acto deficiente, mediocre o incompetente del estado y de sus personeros hasta su último representante debe considerársele como aislado. Y no lo es. Todo forma parte de una estrategia, una estrategia que obedece al arte de la guerra de quienes no ceden un ápice de su poder.
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