La libertad de expresión
Cada vez que se trata el tema de la libertad de expresión en Venezuela, se hace obligatorio recurrir a la clásica paradoja del griego mentiroso. “Todos los griegos son mentirosos”, dice un sofista, y a continuación agrega: “Yo soy un griego”. “No hay libertad de expresión en Venezuela”, miente un comunicador, y lo afirma libremente en un país donde supuestamente no hay libertad para decirlo.
Y no lo plantea en un país cualquiera. Sostiene que no hay libertad de expresión en donde gracias al abuso de ella se perpetró en 2002 el primer golpe mediático del mundo, operado mediante la incomunicación del Presidente y el falso anuncio de su renuncia, y donde a finales de ese año y comienzos del inmedíato todos los medios se encadenaron durante dos meses y medio para llamar infructuosamente veinticuatro horas al día al derrocamiento del gobierno legítimo. En donde ningún medio fue clausurado ni penado por estas actividades delictivas.
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