sábado, 10 de julio de 2021

La nueva normalidad de Biden parece inclinarse hacia un renacimiento de la política de la Guerra Fría.
CGTN en Español

"Estados Unidos ha vuelto" fue el mantra del presidente Biden cuando se reunió a principios de este mes con el G7 en Cornualles, con los aliados de la OTAN en Bruselas y con el presidente ruso Vladimir Putin en Ginebra. Biden se ganó múltiples elogios por liderar el regreso a la normalidad en Estados Unidos después de un mandato cargado de errores de Donald Trump. Sin embargo, la pregunta es, ¿a qué ha vuelto Estados Unidos? El énfasis de Biden en las reuniones europeas ha consistido en alinear a los aliados de la OTAN para un nuevo enfrentamiento global con Rusia, y cada vez más con China. A pesar de las amenazas existenciales planteadas por el cambio climático y por una pandemia global, la nueva normalidad de Biden parece inclinarse hacia un renacimiento de la política de la Guerra Fría.

"Estamos comprometidos con el orden internacional basado en normas", concluye el comunicado final de las reuniones de la OTAN, pero "las acciones agresivas de Rusia constituyen una amenaza para la seguridad euroatlántica... La creciente influencia de China y sus políticas internacionales pueden presentar desafíos que debemos abordar juntos como una alianza". Gran parte del plan de la OTAN abordó la necesidad de reforzar las capacidades militares de la alianza en las fronteras rusas, y la OTAN, por primera vez, también clasificó a China como un "desafío sistémico".

Aunque Washington está plagado de divisiones partidistas, el llamamiento a hacer frente a la amenaza planteada por China y Rusia ha forjado un consenso bipartidista. El senador de derechas Tom Cotton ve a China como la nueva Unión Soviética: "Una vez más, Estados Unidos se enfrenta a un poderoso adversario totalitario que busca dominar Eurasia y rehacer el orden mundial".

Un enfrentamiento como el de la Guerra Fría entre estados democráticos y autoritarios, afianzado por adversarios como China y Rusia, es la mejor opción de la clase dirigente. Los intereses de seguridad militar-industrial obtienen así una importancia renovada. El Pentágono está preparando nuevas movilizaciones y una variedad de nuevas armas para contrarrestar la creciente asertividad china.

Sin embargo, el coste de volver a la Guerra Fría es inmenso. También distorsiona profundamente las amenazas reales a la seguridad a las que nos enfrentamos. A medida que este clima hostil cobra cada vez más vidas y recursos, el cambio climático ya no es una amenaza distante. No se puede alcanzar ningún progreso sin China, que ahora lidera las emisiones de combustibles fósiles.

Una nueva Guerra Fría reforzará a las facciones nacionalistas y militaristas. Esta política de temor hacia China ya ha contribuido a un aumento de los crímenes de odio contra estadounidenses de origen asiático en Estados Unidos, lo que dificultará aún más la revitalización de nuestra democracia.

Es de esperar que la reunión de Biden con Putin marque el fin del deterioro de las relaciones, que se han vuelto cada vez más peligrosas. La ambición del presidente chino, Xi Jinping, la creciente pujanza económica de China y su nueva asertividad plantean un desafío más complicado. Pero antes de que "Estados Unidos vuelva" a una nueva Guerra Fría, necesitamos un debate mucho más serio sobre las verdaderas prioridades de seguridad del pueblo estadounidense y los desafíos reales a los que nos enfrentamos.

Es de esperar que la reunión de Biden con Putin marque el fin del deterioro de las relaciones, que se han vuelto cada vez más peligrosas. 

 

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