La mayoría de los parlamentarios se arrepintieron de haber apoyado el voto voluntario y hoy buscan reponer el sistema que funcionó bien durante décadas. Y como de los arrepentidos es el reino de los cielos, el proyecto que restituye al sufragio obligatorio está avanzando rápido en su tramitación legislativa.
Cronología de un error
En 2012, el presidente Sebastián Piñera durante su primer mandato (2010-2014) promulgó la reforma constitucional que cambiaba el sistema de las elecciones populares.
Antes, los ciudadanos mayores de 18 años tenían la libertad para inscribirse o no en el Registro Electoral, pero eran obligados a votar si lo hacían. Con la reforma, todos los mayores pasaron a estar automáticamente inscritos, pero son libres de acudir o no a las urnas.
"Esta reforma significa una invitación a reenamorarnos de la democracia", celebró Piñera al promulgar, explicando que esta era una medida que la ciudadanía venía pidiendo hace tiempo y asegurando que generaría más adhesión a los procesos. Pero eso no pasó.
En 2012 el nuevo sistema debutó con una elección municipal. Un 57% de los electores habilitados se abstuvo. Cifra histórica que sorprendió a todos. Desde entonces se han realizado más de 15 elecciones populares a nivel nacional y todas han registrado más de un 49% de abstención.
Los políticos acusaron recibo de la situación pero muchos no quisieron admitir que se habían equivocado en cambiar el sistema, hasta que llegó el golpe de gracia el pasado 13 de junio, con la
elección de segunda vuelta de gobernadores regionales.
De un total de 13.040.819 personas habilitadas para votar en el territorio nacional, participaron 2.556.898 electores, lo que representó un 19,62% del padrón. Ese proceso, que se transformó en la elección con más abstención de la historia, fue la gota que rebalsó el vaso.
A la semana siguiente los diputados volvieron a votar y aprobaron por 105 votos contra 33 el proyecto que restituye el voto obligatorio, enviándolo al Senado para su ratificación.
Autocrítica
"Yo asumo mi error y hoy digo claramente que me equivoqué", confesó a Sputnik el diputado independiente René Alinco. El parlamentario, que actualmente impulsa el proyecto de voto obligatorio, contó que hace diez años aprobó su derogación.
"En ese tiempo estaba 'de moda' el voto voluntario. La gente me lo pedía en la calle. Todos estaban de acuerdo, incluida la derecha, y nosotros escuchamos la voz del pueblo. Y cometimos un error", señaló. "Ahora creo firmemente que los chilenos tenemos que tener un mínimo de obligaciones, entre ellas, ir a votar. Y si no nos gusta ningún candidato, podemos anular", agregó.
Otro de los arrepentidos de modificar el sistema electoral fue el diputado Gabriel Silber, militante del partido Demócrata Cristiano (centroizquierda). En conversación con Sputnik, el parlamentario dijo: "Mirando en retrospectiva la baja participación, hoy habría votado diferente".
"En ese tiempo pensamos que la voluntariedad ayudaría a la participación, pero los hechos nos demuestran lo contrario. Gran parte de la crisis política que atraviesa el país se explica por la falta de representación, generada por altos niveles de abstención", afirmó.
Según un estudio realizado por el académico Diego Pardow, director del centro de estudios Espacio Público, el voto obligatorio generó distorsiones en los grupos de electores, detallando que la abstención se concentra principalmente en los jóvenes y en las personas de menos recursos.
"Solo un 35% de los menores de 35 años acuden a las urnas. En Santiago, las comunas de mayores ingresos tienen un 70% de participación y en las comunas más pobres, sólo un 30% vota", indicó.
Si el proyecto encuentra apoyo en el Senado y su tramitación se produce con celeridad, es posible que Chile tenga voto obligatorio para la próxima elección presidencial y parlamentaria del 21 de noviembre. Aunque también es necesario que el Congreso apruebe leyes técnicas relacionadas, por ejemplo, a las sanciones que sufrirán los que no cumplan con su cívico deber.
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