jueves, 30 de abril de 2020

SALUD
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El costo emocional de COVID-19 es difícil de predecir; quizá más aún entre las personas que han tenido que cambiar radicalmente su cotidianidad por enfrentarse a la enfermedad en primera persona y poner en riesgo su propia vida para salvar otras. En tiempos de pandemia, ser médico "duele más".
"En algún momento manifiestas todo tipo de emociones: miedo, incertidumbre, angustia, enojo, tristeza, ansiedad, y por supuesto que también alegría y esperanza en los casos de pacientes que se recuperan satisfactoriamente. La muerte siempre es algo tangible entre los médicos, pero en esta situación se siente diferente, duele más", dijo a Sputnik Iván Martínez Abarca, médico internista de 35 años del Hospital 72 de Tlalnepantla de Baz, en el norte de Ciudad de México. 
Martínez Abarca cree que estas muertes son más trágicas porque los familiares de los fallecidos no pueden despedirse de sus queridos, y duele más aún cuando sabe que el que se fue era algún conocido. "Cada día que se va, los estragos de la pandemia se sienten y se reconocen más y más cerca", agregó. 
Cada noche millones de personas en diferentes países han abierto las ventanas de sus casas, han subido a las azoteas o han salido al balcón o a la vereda para aplaudir a los trabajadores que todos los días dejan su vida en los hospitales por atender a una creciente avalancha de pacientes que luchan por respirar en cuidados intensivos o que están en una sala de emergencias más abarrotada que nunca. ¿Quién le negaría un aplauso a los médicos, las enfermeras y el personal de la salud? ¿Quién se negaría a arrimarles un plato de comida? 
Sin embargo, aunque adoremos a los héroes de este lío y ese afecto pueda ayudarles a combatir la angustia, los especialistas advierten que cuando todo esto pase, a muchos no le será suficiente para salvarse de una crisis de salud mental
"No solo tienes que estar actualizándote sobre todos los temas relacionados a esta nueva enfermedad (...) sino que, además, tienes que lidiar con cuestiones administrativas, con la poca disponibilidad de pruebas diagnósticas y el retraso en su entrega, con la ausencia de material ideal para poder atender a los pacientes de la mejor forma posible y aceptar que en muchos casos, aunque tuviera mejores condiciones, sería muy difícil obtener un resultado satisfactorio por la alta mortalidad entre ciertos grupos de riesgo. Y no sólo eso, peor aún, tienes que enfrentarte al rechazo y agresión, eso definitivamente quita el sueño", el doctor mexicano.
Pese a que la medicina es una profesión estresante en circunstancias normales y algunas veces agotadora, la pandemia ha elevado los niveles de tensión. Es sabido que algunos hospitales han amenazado a su personal y les ha prohibido hablar públicamente sobre su trabajo. También es sabido que en todo el mundo los médicos reclaman más recursos y han tenido que poner dinero de su propio bolsillo para comprar elementos básicos de protección y atender de forma adecuada a los pacientes. Los colegios médicos y asociaciones de especialistas están exigiendo a los gobiernos que se considere al COVI-19 como una enfermedad laboral. 
"A pesar de la experiencia que has acumulado en tu carrera profesional, enfrentarte a una nueva enfermedad con el antecedente de situaciones catastróficas en sistemas de salud con mucha mejor infraestructura que la nuestra es de entrada desalentador y angustiante", reconoció Martínez Abarca. 
Es muy improbable que fuera de otra manera. Una encuesta realizada a 1.257 médicos y enfermeras durante el punto álgido de la pandemia COVID-19 en China y difundida por la revista Scientific American (SA) encontró que alrededor del 50% tenían depresión, que el 44% sufría de ansiedad y el 34% de insomnio.
​Entre las ocupaciones médicas "la tasa de suicidio es alta", advirtió a SA Jessica Gold, psiquiatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis. No obstante, es "típicamente improbable que busquen ayuda". Debido a que la crisis desatada por la pandemia no tienen precedentes, a Gold le preocupa que los daños psicológicos que pueda causar tampoco tengan precedentes. 

¿Cómo viven los médicos la pandemia en casa?

El lugar que para muchos puede ser el refugio tras una jornada extenuante, para los médicos se ha convertido en un lugar de estrés porque "las medidas para evitar contagios por parte de médicos y demás trabajadores de la salud tiene que ser extrema", señaló Martínez Abarca. Y contó: "tienes que cambiarte la ropa antes de llegar a casa, realizar una limpieza especial y exhaustiva tanto propia como de tus artículos personales, incluso considerar vivir aislado temporalmente". Pues sí, algunos no vuelven a sus casas porque tienen miedo de llevar el virus consigo. 
"Creo que es muy estresante para la familia del médico saber qué estás en un riesgo inminente y constante. (...) Creo que la mayoría de los médicos tenemos miedo de contagiarnos pero sabemos que es parte de la profesión. Me da más miedo ser yo la fuente de contagio hacia la familia o algún ser querido, eso es lo que más me angustia", agregó.  
En México —así como en América Latina en general— reina la incertidumbre sobre la fuerza con la que golpeara el virus en las próximas semanas. La discusión en el ámbito sanitario sigue estando centrada en que no hay la cantidad de camas, ventiladores, equipos de protección personal y profesionales necesarios para atender a los pacientes graves. 
A la situación, se le suma la triste cifra de al menos 24 trabajadores de la salud muertos por COVID-19. "Las medidas necesarias para evitar contagios fueron adoptadas demasiado tarde en muchos hospitales incluido el mío, lo que derivó en decenas de contagios entre personal trabajador de la salud", explicó el doctor.
​Este 1° de Mayo Martínez Abarca reivindica que el trabajo médico y hospitalario nunca descansa: "pase lo que pase, llueva, truene, tiemble o haya una pandemia (con mayor razón) nuestro trabajo nunca se detiene". 
Sin embargo, vale recordar que "la labor social y laboral de todo el sistema de salud se deteriora con el paso de los años por la mayor demanda [que deben enfrentar] con menos insumos y una falta de cobertura universal real". "No vamos a tener un mejor sistema de salud si no se invierte más", concluyó.

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