Es probable que el déficit presupuestario sea de casi cuatro billones de dólares para finales del año fiscal. En relación con el total de la economía, sería la mayor cifra del país desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
El Comité para Presupuesto Federal Responsable calculó que a finales de septiembre del 2020 la deuda pública de EEUU será mayor que su economía, estimada de 21 billones de dólares. El impacto de la recesión empujará a la deuda a crecer más allá del récord anterior del 106% respecto a la economía estadounidense que fue establecido en 1946, escribe el periodista David J. Lynch en su artículo para The Washington Post.
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Las corporaciones han extraído más de 200.000 millones de dólares de las líneas de crédito permanentes durante las últimas semanas. Solo el conglomerado financiero JPMorgan Chase prestó a sus clientes 50.000 millones de dólares a través de las líneas de crédito revolventes y extendió nuevos créditos por una suma de 25.000 millones.
A su vez, la Reserva Federal redujo a cero las tasas de interés para poder respaldar estos préstamos y ha otorgado a las empresas recursos financieros por un valor de dos billones de dólares en las últimas seis semanas. Esta cifra iguala la suma de préstamos que el principal regulador estadounidense emitió durante los cuatro años posteriores a la Gran Recesión de 1929.
Todos estos recursos financieros son necesarios para tapar el agujero que la pandemia de COVID-19 ha abierto en la economía estadounidense. El boquete ha provocado que la tasa de desempleo crezca hasta niveles no vistos desde la Gran Depresión. No obstante, las cargas de deuda tan elevadas ya están presionando a compañías que en el futuro pueden verse obligadas a elegir entre saltarse los pagos por estos créditos y despedir a sus empleados.
"Deberíamos estar muy preocupados. Estamos hablando de un nivel de deuda que ciertamente no tendría precedentes en la historia moderna o en la historia misma. Definitivamente estamos en un punto crítico", destacó Atif Mian, profesor de Economía de la Universidad de Princeton y autor del libro House of Debt, donde examina el papel que la deuda de los hogares desempeñó en la crisis financiera de 2008.
Los gobiernos y las empresas frecuentemente acuden a los acreedores en momentos de tensión inesperada. Ahora, la situación es un poco diferente porque es posterior a una era en la que se concedieron préstamos muy grandes.
"Y para el presidente Trump, la deuda es una herramienta bastante familiar, al menos porque un día el exejecutivo inmobiliario se jactó de que era 'el rey de la deuda'", recuerda David J. Lynch.
En marzo el secretario del Departamento del Tesoro, Steve Mnuchin, enfatizó que el Gobierno federal debería gastar libremente sus recursos para ayudar a los trabajadores y a las empresas afectadas por el cierre.
"Las tasas de interés son increíblemente bajas, lo que hace que les resulte muy barato pedir prestado ese dinero. En momentos diferentes solucionaremos el problema del déficit [presupuestario]. No es ahora cuando hay que preocuparse de ello", recalcó.
Sin embargo, el periodista considera que la Reserva Federal se enfrentará a dificultades cuando intente rescatar a la economía estadounidense de la deuda acumulada. A este respecto Lynch recuerda que el principal regulador financiero solo tuvo éxito parcial cuando hace más de una década redobló sus esfuerzos para apoyar la economía afectada por las turbulencias.
El periodista advierte que EEUU podría correr en el futuro la suerte de Japón, país que se ha visto atrapado en un ciclo interminable de crecimiento económico decepcionante, unas tasas de interés muy bajas y una deuda creciente. A su vez, Mian concluye que el país norteamericano ya ha caído en una "trampa de deuda".
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