jueves, 3 de mayo de 2018

La Colombia del fraude histórico


Resumen Latinoamericano / 1 de mayo de 2018 / Dumar Salcedo
Aquellos que imposibilitan la revolución pacífica hacen que la revolución violenta sea inevitable”
John F. Kennedy (1917-1963).
Gustavo Petro uno de los candidatos presidenciales que va adelante en las encuestas, proviene de la otrora guerrilla del Movimiento 19 de abril (M-19), quien se nombró así, porque el 19 de abril de 1970 el partido Alianza Nacional Popular (Anapo) ganó las elecciones presidenciales, pero la élite dominante se las arrebató descaradamente por medio de un fraude electoral, reconocido hasta por el “tigre” Noriega, el Registrador Nacional que presenció este despojo. En rechazo a esta trampa, muchos de los defraudados crearon el M-19, en 1973.
La lección aprendida la resume muy bien Enrique Parejo González, Ministro de Justicia entre 1984 y 1986, cuando dice:
En Colombia, la clase política ha hecho del fraude electoral uno de los instrumentos más idóneos para hacerse a las palancas del poder y mantenerse en él. Desde allí, corrompen todo lo demás.”
Larga historia delictiva
El escritor Gustavo Bolívar Moreno en su ensayo, “Así se roban las elecciones en Colombia”, resume en seis los casos emblemáticos de fraude electoral en la historia patria.
El primer caso es de 1896, cuando el partido conservador se impuso sobre el partido liberal. En ese entonces solamente podían votar los hombres que poseían un capital superior a los 100 mil pesos, o aquellos que pudieran leer y escribir, lo cual tenían que demostrar ante un delegado de la alcaldía. Esto favorecía al partido conservador, pues los colocaban a leer palabras de fácil pronunciación como casa, perro, etc.; mientras que a los del partido liberal los colocaban a leer palabras de difícil pronunciación, como “particularísima”, quienes al no pronunciarla bien, no obtenían su certificado electoral y no podían votar. En reacción a este fraude, los liberales iniciaron la Guerra de los Mil Días (1898-1902).
Un segundo caso de fraude electoral había ocurrido dos periodos antes del inicio de la Guerra de los Mil Días. Esta vez fue por el llamado “voto invisible”, que permitió elegir a Rafael Núñez (1880-1882 y 1884-1886) para su segundo periodo presidencial. Para la época, la división política de Colombia sólo contaba con ocho Departamentos, y cada Departamento enviaba un delegado que podía votar una sola vez. El resultado de esa elección fue que cinco votos conservadores vencieron a cuatro de los liberales, ¿de dónde sacaron un noveno Departamento?
La exmagistrada Adelina Covo argumenta que en 1904, las elecciones presidenciales fueron manipuladas en el Departamento de la Guajira por el General Juanito Iguarán, quien hizo firmar en blanco las actas de votación y posteriormente las llenó él mismo para favorecer al general Rafael Reyes, quien para entonces resultó elegido presidente (1904-1909). Esta orden la dio desde la capital colombiana Miguel Antonio Caro, el jefe del partido conservador, quien había sido presidente entre 1892 y 1898.
La más perversa modalidad de fraude electoral es la que consuman por medio del asesinato del candidato más temido por las clases dominantes. Bajo esta modalidad ya son seis los candidatos presidenciales que han sido asesinados por las castas políticas, el narcotráfico, grupos paramilitares e incluso los mismos organismos de seguridad del Estado, llámese fuerzas militares, policía, el extinto DAS, y otros organismos de inteligencia. Los sacrificados han sido: Jorge Eliécer Gaitán en 1948, Jaime Pardo Leal en 1987, Luis Carlos Galán en 1989, Bernardo Jaramillo en 1990, Carlos Pizarro en 1990, Álvaro Gómez Hurtado en 1995. Cuatro de ellos, sacrificados en sólo tres años, entre el 87 y el 90.
El 19 de abril de 1970 perpetraron el fraude electoral que pasó a la historia como “el Chocorazo”, cuando los candidatos a la presidencia eran Gustavo Rojas Pinilla de la Anapo y Misael Pastrana Borrero del partido conservador. El primero encabezaba los escrutinios, pero, de repente ocurrió un corte en el suministro de la electricidad, el gobierno decretó un toque de queda, y al día siguiente proclamaron presidente a Misael Pastrana.
Las finanzas de la maquinaria que siempre gana
La financiación ilícita es otro de los fraudes electorales que ha mantenido “a los mismos con las mismas” en el poder. Se ha conocido claramente que muchas campañas presidenciales, al senado, alcaldías, gobernaciones, concejales y diputados, a lo largo y ancho del país son financiadas con dineros de los grandes grupos económicos, el narcotráfico, grupos paramilitares y contratistas corruptos. Recientemente al ex presidente Álvaro Uribe Vélez lo acusan de recibir dineros del paramilitarismo y el narcotráfico para financiar sus campañas presidenciales, como lo señala el ex jefe paramilitar Pablo Hernán Sierra, alias Alberto Guerrero, en entrevista con el canal Telesur.
Empresas como la extinta EPS Saludcoop financió diferentes campañas electorales al Senado y la presidencia. Un caso que también se considera emblemático es el de Odebrecht, que favoreció a candidatos como Iván Zuluaga del Centro Democrático en el año 2014, y como lo dice la Fiscalía General, también patrocinó la campaña de Santos presidente, en 2010.
Expertos en trampas
El fraude con las Actas E-14 y E-24, consiste en la mayoría de los casos, en agregar un dígito a la cantidad de votos de un candidato para favorecerlo. Muchas manos criminales se encargan de acomodar las Actas, estas van desde registradores corruptos, jurados y quienes transmiten las Actas al sistema de la Registraduría nacional. Pero, ¿cómo se hace este fraude? Las actas E-14 que llenan y firman los jurados de votación, con base en el conteo de votos que obtengan los candidatos, se alteran al hacer la transcripción electrónica cambiando la cantidad de votos. Por ejemplo, si un candidato en la mesa siete de cualquier municipio de Colombia, obtuvo cero (0) votos, después en la transcripción puede aparecer con 20 votos.
Las elecciones para el Congreso de la república siempre has estado rodeadas de una enorme cantidad de irregularidades. En el Chocó, en 2010, a la senadora elegida Astrid Sánchez Montes de Oca, del partido de la U y del clan de Odín Sánchez, le agregaron 4 mil votos correspondientes al número de tarjetones no marcados del Departamento del Chocó. ¿Cómo ocurrió este fraude?, fácil, en los municipios de Sipí, Río Sucio, Medio Baudó, Unguía, Nuquí, Acandí, Medio San Juan, Carmen del Darién, Bahía Solano, Litoral de San Juan, Juradó, Medio Atrato, Bojayá, Rio Quito, y Alto Baudó, desaparecieron 4 mil tarjetones no marcados, ¡qué casualidad!, la misma cantidad de votos que le agregaron a la señora Sánchez Montes de Oca.
El trasteo de votantes, la compra de votos, el llamado “carrusel” de tarjetones, la homogenización del jurado, las alteraciones electorales, los muertos que votan, la utilización de las cédulas de los abstencionistas, la transcripción fraudulenta de las Actas, la modificación de resultados mediante acceso al sistema de la Registraduría nacional, las encuestas amañadas, el proselitismo armado y las promesas incumplibles, son tan solo unas pocas de la larga lista de modalidades de fraude electoral en Colombia. De esta forma es imposible que personas honestas, que piensan en el bienestar del pueblo colombiano lleguen a instituciones públicas como las alcaldías, gobernaciones, y hasta a la misma presidencia.
Para descubrir un fraude electoral, por ejemplo, hay que leer y comparar detenidamente miles de Actas electorales, pero la ley otorga sólo 72 horas para denunciar cualquier fraude electoral; y para investigar este tipo de actuaciones ilícitas puede demorar semanas, meses y hasta años.
El que escruta elije”
El gran líder que fue el sacerdote revolucionario Camilo Torres Restrepo (1929-1966), criticó duramente el sistema de fraude electoral instituido en Colombia; crítica que resumió cuando dijo que “quien escruta elije”. Llamó a la clase popular a tomar el poder para gobernar a favor de sí misma, e increpó a las clases dominantes para que decidieran cómo entregar el poder al pueblo, si de forma pacífica o violenta.
Camilo en 1964, en su conferencia sobre “Cómo ejercen el poder los grupos de presión”, dejó dicho que:
Las clases populares, mayoritarias no constituyen Grupos de Presión, por no poseer una conciencia de necesidades comunes, no tener una actividad unificada, no poseer una organización de envergadura nacional, ni un mínimo de objetivos políticos comunes. Si las mayorías no logran tener estos requisitos, Colombia no llegará a ser una verdadera democracia”.

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