Abayomi Azikiwe. Pambazuka News
Estados Unidos se enfrenta a unos
profundos retos en los ámbitos de las relaciones de raza, la explotación de
clase, los derechos de los emigrantes, las mujeres y otros grupos marginados,
la amenaza de una guerra mundial y otras calamidades. Gran parte del discurso
que ofrecen los medios de comunicación corporativos y patrocinados por el
gobierno no ofrece soluciones a los monumentales problemas a los que nos
enfrentamos. El presidente Donald Trump afirma repetidamente que la economía
está en un momento de auge, con los niveles de paro más bajos de la historia
unido a un fuerte aumento de confianza de las empresas en la inversión y la
creación de empleo. Estas afirmaciones no son exactas y aunque lo fueran no
secarían las lágrimas de los familiares y amigos de quienes fueron asesinados
recientemente en el tiroteo en la escuela del sur de Florida.
Los millones de personas que en
nuestra sociedad padecen el racismo y todas las formas de opresión no pueden
hallar consuelo en el enriquecimiento de una minoría de la población. Aquí, en
la ciudad de Detroit, Michigan, se hace caso omiso tanto de las condiciones en
las que vive la mayoría de la población afroestadounidense como de sus
preocupaciones. El esquivo énfasis del poder se pone en hacer que Detroit sea
más blanco y más rico. La Decimotercera Enmienda y el mantenimiento de la
esclavitud africana. Este año se conmemora el 150 aniversario de la
Decimocuarta Enmienda de la Constitución estadounidense que concedió la
ciudadanía a las personas africanas que habían estado sometidas a la esclavitud
durante dos siglos y medio.
La Ley de Derechos Civiles de
1866 aprobada por el Congreso se creó para proporcionar las mismas garantías
referentes al debido proceso y la discriminación confiriendo poderes al
gobierno federal y a sus tres ramas ejecutiva, legislativa y judicial para
hacer respetar estas medidas y emprender acciones contra aquellas personas o
instituciones que trataban de negar a las personas africanas sus privilegios
inherentes. El Congreso aprobó la Decimotercera Enmienda de la Constitución y
posteriormente, en diciembre de 1865, la ratificó. Esta medida se creó para
liberar legalmente a las personas africanas de la esclavitud. No obstante, una
lectura cuidadosa de la Decimotercera Enmienda pone de manifiesto un lenguaje que
al tiempo libera a las personas de la servidumbre involuntaria establece
excepciones bajo capa de condena y sentencia criminal.
La sección primera de la Decimotercera Enmienda estipula que “ni en
Estados Unidos ni en ningún lugar sujeto a su jurisdicción existirá la
esclavitud ni el trabajo forzado, excepto como castigo de un delito por el que
el responsable haya sido debidamente condenado”. La sección segunda estipula
que “el Congreso tendrá facultades para hacer cumplir este artículo por medio
de la legislación apropiada”. Este carácter contradictorio de la
Decimotercera Enmienda saca a la luz la utilización del sistema judicial penal
para perpetuar la esclavitud con fines racistas y de explotación de clase.
La esclavitud es un sistema
económico. Es un modo de producción creado para potenciar al máximo el
beneficio de unos pocos aristócratas terratenientes. El comercio triangular (1)
y la esclavitud es lo que proporcionó la riqueza que dio origen a un capitalismo
monopolista industrial que se inició en el siglo XIX. Dos historiadores
africanos documentaron este proceso económico transformativo durante las
décadas de 1930 y de 1940, el dr. W.E.B. Du Bois de Estados Unidos y el dr.
Eric Williams de la nación isla del Caribe, Trinidad y Tobago.
Du Bois afirmaba en su obra
pionera titulada Black Reconstruction in America: An Essay Toward a History of
the Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in
America, 1860–1880, publicada en 1935, que “lenta pero vigorosamente estos
trabajadores negros se integraron en la industria moderna. En unas tierras
libres y fértiles los estadounidenses cultivaron no solo azúcar que servía de
edulcorante barato, arroz para alimentarse y tabaco como un nuevo y emocionante
lujo, sino que también empezaron a cultivar una fibra que vistió a las masas de
un mundo harapiento. El algodón creció tan rápido que los 9.000 fardos de
algodón que apenas contabilizó la nueva nación en 1791 pasaron a 79.000 en 1800
y con ese aumento se produjo una revolución económica en diferentes ámbitos. La
cosecha de algodón llegó a medio millón de fardos en 1822, a un millón en 1831,
dos millones en 1840, tres millones en 1852 y en el año de la Recesión llegó a
la enorme cantidad total de cinco millones de fardos” (Du Bois, 1935, p.10).
El mismo estudio continúa, “a
medida que la esclavitud se convertía en un sistema y el reino del algodón
empezaba a expandirse hasta transformarse en dominación imperialista blanca,
una persona negra libre era una contradicción y una amenaza. Como ladrón y
vagabundo amenazaba a la sociedad pero como propietario educado, como mecánico
de éxito o incluso como profesional más que amenazar a la esclavitud la
contradecía y la minaba” (Du Bois, 1935, pp. 12-13).
Eric Williams publicó Capitalism and Slavery en
1944. Este estudio se centró sobre todo en Gran Bretaña y señaló la
relación directa entre el lucro bajo el sistema de esclavitud y el auge de la
industria. En el capítulo cinco Williams observa que “Gran Bretaña estaba
acumulando una enorme riqueza a consecuencia del comercio triangular. El
aumento de bienes de consumo motivado por ese comercio provocó inevitablemente
el desarrollo del poder productivo del país. Esta expansión industrial requería
financiación. Ya hemos señalado la disposición con la que hacendados que no
vivían en las tierras compraron tierras en Inglaterra, donde pudieron utilizar
su riqueza para financiar los grandes acontecimientos asociados a la revolución
agrícola” (Williams, 1944, p. 98).
Los beneficios acumulados por la
sobreexplotación de las personas africanas impulsaron la banca, los seguros, el
transporte marítimo y la industria manufacturera. Por consiguiente, el sistema
económico de esclavitud proporcionó los ingredientes sociales necesarios para
crear un modo y unas relaciones de producción nuevos, el capitalismo. A medida
que la esclavitud se expandía hacia el sur las instalaciones dedicadas tanto a
hacer cumplir la ley como las correccionales adquirieron mayor relevancia. Desde
la década de 1820 a la de 1850 la propia ciudad de Washington DC fue un centro
importante de prisiones privadas en las que se encarceló y luego trasladó a
personas africanas hasta las zonas esclavistas del sur (Taparata, 2016)
Aunque en 1807 el presidente
Thomas Jefferson firmó varias disposiciones legales que prohibían el comercio
de esclavos atlántico en Estados Unidos, la esclavitud de seres humanos
continuó. Aumentó el comercio entre estados de personas africanas debido a que
el algodón se había convertido en la principal industria de producción y
exportación. Las prisiones privadas fueron una institución fundamental para
facilitar el comercio interno de esclavos. De la década de 1820 a la de 1850
quienes se oponían a esta práctica trataron de que se regulara o se prohibiera.
No obstante, las prisiones privadas siguieron funcionando hasta la Guerra Civil
(1861-1865).
Hubo muchos casos de personas africanas libres que fueron
detenidas y después convertidas en esclavas. Fue el caso de Gilbert Horton, detenido
en 1826 y encarcelado cuatro meses acusados de ser un esclavo huido. Un
congresista de Pennsylvania, Charles Minor, criticó el uso de las prisiones
privadas al servicio del sistema esclavista durante el caso Horton, el cual no
fue liberado hasta que pudo aportar pruebas desde la ciudad de Poughkeepsie que
demostraban que no era un fugitivo.
Muchas otras personas no fueron
tan afortunadas de poder escapar de los tratantes de esclavos. Una mujer
africana que en 1816 estaba encarcelada en una prisión privada en Washington DC
estaba tan angustiada que trató de quitarse la vida. Anna (así se llama) se
arrojó desde el tercer piso de una prisión para esclavos. Estos acontecimientos
llevaron al congresista por Virginia John Randolph a pronunciarse en contra de
estas instituciones.
Randolph pidió que se creara un
comité para investigar las prisiones privadas de la capital de la nación.
Randolph habló de la difícil situación en que se encontraba Anna e insistió en
que “una mujer encarcelada en la celda superior de una prisión de tres pisos,
prisión que utilizaban los traficantes de esclavos para su tráfico, se vio
llevada a arrojarse desde la ventana situada sobre la acera” (Randolph, sin
fecha).
Evan Taparata (2016) afirma: “A
pesar de la atención que se prestaba a las prisiones privadas en [Washington]
DC, fue difícil lograr una reforma sustancial. En un nuevo intento por acabar
con el comercio de esclavos en 1848 el representante de Ohio John Crowell
insistió en la falta de supervisión y de visibilidad de las prisiones privadas.
Crowell conocía una prisión privada cerca del Smithsonian Institute en el
National Mall [Explanada Nacional]. El Smithsonian Institute, señaló Crowell,
“se fundó aquí para la difusión del conocimiento entre los hombres y a plena
vista de este Capitolio y de las barras y estrellas que tan orgullosamente
ondean sobre él” (Cromwell, 1848).
Prisiones privadas e
instituciones correccionales.
La Guerra Civil no acabó con las prisiones
privadas, un negocio lucrativo al servicio de la esclavitud. Los esfuerzos por
mantener a las personas africanas como fuente principal de fuerza de trabajo
gratuita se mantuvieron gracias a una serie de leyes y prácticas sociales. Para
1877 el gobierno del presidente Rutherford B. Hayes retiró todo el apoyo
nacional a la Reconstrucción Negra (2). Se fundaron el Ku Klux Klan y otras
organizaciones terroristas blancas para restaurar la supremacía de la clase de
los esclavistas. En las décadas de 1880 y 1890 las personas afroestadounidenses
siguieron ocupando cargos en estructuras locales y estatales de estados del sur
como Carolina del Norte y Carolina del Sur. En general los dirigentes blancos
respetaban muy pocos derechos, o ninguno, de las personas africanas. El caso
“Plessy contra Ferguson” en 1896 estipuló que la segregación era perfectamente
legal según la Constitución estadounidense. Las personas afroestadounidenses
podían estar separadas de las blancas en base a que las instalaciones de estas
últimas eran iguales a las de las europeas.
Esta ley se mantuvo hasta 1954
cuando el caso “Brown contra Topeka” referente a la escuela pública segregada
se consideró una violación de la jurisprudencia estadounidense. El tribunal
Warren sentenció que estar segregados pero ser iguales era intrínsecamente
anticonstitucional. A pesar de ello, a continuación no se hizo prácticamente
nada en los ámbitos federal, estatal y local del gobierno para acabar con [las
leyes] Jim Crow (3).
[Para acabar con ellas] sería
necesario un Movimiento de Derechos Civiles que desde mediados de la década de
1950 y durante toda la de 1960 solicitó a los tribunales la implementación de
las enmiendas constitucionales y leyes existentes, unido a protestas masivas,
boicots y rebeliones urbanas que acabaron con el sistema político y social
estadounidense. Otras leyes de 1957 (Ley de Derechos Civiles), 1964 (Ley de
Derechos Civiles), 1965 (Ley de Derecho al Voto) y 1968 (Ley de Vivienda Justa)
añadieron medidas adicionales que volvían a incidir en lo que se había aprobado
desde la era de la Reconstrucción de 1865 a 1875.
Taparata señala: “Los intereses
privados siguieron desempeñando un papel fundamental en la industria
penitenciaria. Las personas afroestadounidenses detenidas en el sur [donde se
aplicaban las leyes] Jim Crow se enfrentaba a la posibilidad del arrendamiento
de personas convictas, un sistema de trabajo en el que los estados alquilaban a
las personas presas a contratistas privados más interesados en aumentar los
márgenes de beneficio que en garantizar unas condiciones laborales seguras”
(Taparata, 2016).
Douglas A. Blackmon documenta la
práctica del trabajo esclavo forzado a finales del siglo XIX y principios del
XX. Los magnates corporativos del sur y del norte se beneficiaron inmensamente
del hecho de que la esclavitud continuara después de la Guerra Civil y de las
enmiendas constitucionales subsiguientes que supuestamente prohibían la
esclavitud y el maltrato sistemático de las personas afroestadounidenses.
Blackmon traza un cuadro
espeluznante de las condiciones a las que se enfrentaban los antiguos esclavos
africanos: “Según unas leyes promulgadas específicamente para intimidar a las
personas negras, decenas de miles de personas afroestadounidenses fueron
detenidas arbitrariamente, se les impusieron unas multas escandalosas y fueron
obligadas a pagar los costes de sus propias detenciones. Al carecer de medios
para pagar estas pretendidas ‘deudas’, las personas presas eran vendidas como
trabajadores forzados a minas de carbón, campamentos de madereros, fábricas de
ladrillos, ferrocarriles, canteras y plantaciones agrícolas. Hombres negros
‘libres’ trabajaron sin un sueldo y por medio de palizas y tortura física se
les obligó a hacer lo que se les antojara a sus amos blancos durante décadas
después de la abolición de la esclavitud en Estados Unidos” (Blackmon, 2008).
Encarcelaciones
masivas con fines de lucro (después de la era de los Derechos Civiles)
El Federal Bureau of
Investigation (FBI) no hace distinción entre Derechos Civiles, Nacionalismo
Negro y Comunismo. Cualquier intento de mejorar el estatus de las personas
afroestadounidenses se consideraba subversivo. Organizaciones como la Southern
Christian Leadership Conference (SCLC, Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano),
liderada por el Dr. Martin Luther King, Jr., fueron investigadas y
desestabilizadas junto con el Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC,
Comité Coordinador Estudiantil No Violento) y el Black Panther Party (BPP,
Partido Pantera Negra). Hubo intentos sistemáticos tanto de desacreditar como
de interrumpir las actividades políticas por medio de la vigilancia, la
publicación de material escandaloso en los medios de comunicación y la
inculpación de activistas en tramas criminales inventadas.
Con el asesinato de Malcolm X (El
Hajj Malik Shabazz) en febrero de 1965, del Dr. King en abril de 1968 y el
encarcelamiento o el exilio de otros dirigentes afroestadounidenses al tiempo
que se criminalizaba a sus organizaciones obstaculizó la floreciente lucha por
la libertad genuina y la liberación nacional. Municipios como Detroit, Chicago,
Cleveland, Los Ángeles, Gary etc., perdieron millones de puestos de trabajo
desempeñados por personas afroestadounidenses. La derrota del imperialismo
estadounidense en el sudeste de Asia en 1975 agravó esta situación. La
liberación africana logró unas victorias significativas a finales de la década
de 1970 y principios de la de 1980 que debilitaron el control del imperialismo.
Hay una presencia desproporcionada de personas afroestadounidenses en
el sistema de la justicia penal. Un estudio reciente de Sentencing Project (4)
documenta este sistema racializado de encarcelación en el que las personas
afroestadounidenses están sometidas a unas condiciones laborales esclavistas y
a la tortura. Un artículo publicado en The Guardian revela que “las personas
afroestadounidenses fueron encarceladas en prisiones estatales una media de 5.1
veces más que las personas estadounidenses blancas y en algunos estados el
promedio fue diez o más veces mayor. Según el último censo, en Estados Unidos
hay un 63.7 % de personas blancas no hispánicas, un 12.2 % de personas negras,
un 8.7 % de personas blancas hispánicas y un 0.4 % de hispánicas negras”(Nellis,
2016).
Esta investigación fue dirigida por Ashley Nellis, investigador del
Sentencing Project, una organización sin ánimo de lucro con sede en Washington,
DC, que promueve reformas en la política de justicia penal y aboga por
alternativas al encarcelamiento. Nueva Jersey tiene el porcentaje más alto “con
12.2 personas negras encarceladas en su sistema de prisiones por cada persona
blanca, seguido de Wisconsin, Iowa, Minnesota y Vermont. Oklahoma cuenta con la
tasa más alta de personas negras encarceladas, con 2.625 personas negras presas
por 100.000 residentes. En Oklahoma hay un 7.7 % de personas negras. Entre los
hombres negros de 11 estados al menos 1 de cada 20 ha estado en una prisión
estatal” (Nellis, 2016). En términos generales, la Bureau of Justice Statistics
(BJS, Oficina de Estadísticas Judiciales) indicó que las personas negras y de
piel morena constituyen casi el 60 % de la población reclusa de Estados Unidos.
El Sentencing Project de la BJS proporciona datos acerca de las últimas décadas.
Uno de sus informes señala: “Las prisiones privadas en Estados Unidos
encarcelaron a 126.272 personas en 2015, lo que representa el 8 % del total de
la población carcelaria estatal y federal. Nuevo México y Montana encarcelaron
a más del 40 % de su población carcelaria en instalaciones privadas, mientras
que estados como Illinois y Nueva York no utiliza estas cárceles con ánimo de
lucro. Los datos recopilados por la BJS muestran que en 2015 el gobierno
federal y 28 estados encarcelaba en instalaciones privadas gestionadas por
corporaciones” (Bureau of Justice Statistics, 2015).
Este informe continúa poniendo de relieve las citas suministradas por
la BJS y afirma: “21 de los estados que tienen contratos de prisiones privadas
encarcelan a más de 500 personas en cárceles con ánimo de lucro. Texas, el
primer estado que adoptó las prisiones privadas en 1985, fue el que encarceló a
más personas bajo jurisdicción estatal, 14.293. Desde 2000 el sistema federal
de prisiones experimentó un aumento del 125 % en el uso de prisiones privadas y
llegó a encarcelar a 34.934 personas (Bureau of Justice Statistics, 2015).
Implicaciones de la
encarcelación masiva en prisiones privatizadas.
Encarcelar a personas en instituciones correccionales durante
periodos prolongados de tiempo solo beneficia al racista sistema capitalista en
Estados Unidos. Los métodos para obtener la integración completa y el derecho a
la autodeterminación son la única solución a la polarización racial y a la
explotación económica. En los últimos años ha resurgido el activismo entre la
población carcelaria. Las personas reclusas han realizado huelgas y paros
laborales para protestar contra las condiciones inhumanas en las que viven a
diario. Quienes estamos preocupados por eliminar el racismo y la explotación de
clase debemos considerar la lucha de las personas presas un aspecto fundamental
del movimiento para acabar con la injusticia en Estados Unidos.
Abayomi Azikiwe es el director de Pan-African News Wire.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales
Bastos
Notas de la traductora:
(1) Se denomina comercio triangular a la ruta comercial que
se estableció por el océano Atlántico entre Europa, África y América desde el
siglo XV hasta el XX. Partía de Europa hacia África donde se intercambiaban
baratijas por esclavos y materias primas, que se llevaban a América, donde se
cargaban productos como cacao, azúcar, tabaco y metales preciosos que se
llevaban a Europa. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Comercio_triangular
(2) La reconstrucción fue un periodo de la historia
estadounidense que duró de 1865 a 1877 y se dedicó fundamentalmente a resolver
las cuestiones que habían quedado pendientes tras el final de la Guerra Civil.
Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Reconstrucci%C3%B3n_(Estados_Unidos)
(3) Las Leyes Jim Crow son una serie de leyes aprobadas en
1876 para privar a las personas negras de sus derechos civiles y segregarlas en
los espacios públicos. Se aplicaron de iure sobre todo en los estados del sur
de Estados Unidos y de facto en los demás. La Ley de Derechos Civiles de 1964 y
la Ley de Derecho al Voto de 1965 las abolieron totalmente.
(4) Según afirma en su página web , “Sentencing Project es
un centro de investigación y defensa con sede en Washington, D.C. que trabaja
para reducir el uso de la encarcelación en Estados Unidos y abordar las
disparidades raciales en el sistema de justicia penal”
Este artículo es la transcripción de una conferencia que pronunció
Abayomi Azikiwe en la First Unitarian Universalist Church [Primera Iglesia
Unitaria Universalista] de Detroit, Michigan, el 18 de febrero de 2018. Abayomi
Azikiwe presentó el mensaje del día sobre la historia y el significado
contemporáneo de la encarcelación y la esclavitud masivas, y la constante
opresión nacional de las personas afroestadounidenses.
Referencias
Blackmon,
D.A. (2008), Slavery by Another Name: The Re-enslavement of Black People in
America from the Civil War to World War II, lugar de edición desconocido,
editorial Doubleday.
Bureau of
Justice Statistics, (2015). The Sentencing Project: Private Prisons in the
United States [pdf] Bureau of Justice Statistics. Disponible en:
https://www.sentencingproject.org/publications/private-prisons-united-states/
[Consultado el 28 de febrero de 2018]
Cromwell, J
(1848) The slave-trade roots of US private prisons [online] Disponible en:
https://www.pri.org/stories/2016-08-26/slave-trade-roots-us-private-prisons
[Consultado el 28 de febrero de 2018]
Du Bois,
W.E.D (1935), Black Reconstruction in America: An Essay Toward a History of the
Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in
America, 1860–1880, lugar de edición y editorial desconocidos.
Nellis, A
(2016), “Black Americans incarcerated five times more than white people –
report”, The Guardian. 18 de junio [online] Disponible en:
https://www.theguardian.com/us-news/2016/jun/18/mass-incarceration-black-americans-higher-rates-disparities-report
[Consultado el 28 de febrero de 2018]
Randolph, J
(sin fecha), The slave-trade roots of US private prisons [online] Disponible
en:
https://www.pri.org/stories/2016-08-26/slave-trade-roots-us-private-prisons
[Consultado el 28 de febrero de 2018]
Taparata,
E, (2016), The slave-trade roots of US private prisons [online] Disponible en:
https://www.pri.org/stories/2016-08-26/slave-trade-roots-us-private-prisons
[Consultado el 28 de febrero de 2018]
Williams,
D., (1944), Capitalism & Slavery, Estados Unidos, The University of North
Carolina Press.
Fuente:
http://www.pambazuka.org/human-security/mass-racial-incarceration-profit
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición
de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión
como fuente de la traducción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario