Resumen Latinoamericano / 27 de septiembre de 2018 / Nelson Lombana Silva, Pacocol
Futuro incierto para Colombia.- El presente – futuro de la república de Colombia resulta incierto. El galope del fascismo a la colombiana se escucha por todas partes, especialmente en las alturas del poder. Proyectos criminales se “cocinan”, en el Parlamento colombiano, en la Presidencia de la República, pero sobre todo en la Embajada de Estados Unidos, pues allí, es donde se toman las decisiones más trascendentales finalmente.
Al decir de expertos y conocedores del tema, no se mueve una hoja en Colombia sin el consentimiento de los Estados Unidos. No hay mentira más grande decir que Colombia es un país soberano, libre, independiente y democrático. Nada de eso es cierto. Y si por ventura existió algún mendrugo de estos elementos en algún período histórico, con la presidencia del Centro Democrático, en cabeza de Iván Duque Márquez, se borra aceleradamente de una manera ruin, mafiosa, agresiva y violenta.
Quisiera decir que los pasos del fascismo a la colombiana fueran una simple exageración, pero los hechos solapados y lo que ha podido denunciar heroicamente la oposición organizada no deja ningún espacio a la especulación y a la exageración. Por el contrario. Lo que se cuece en las alturas contra el pueblo colombiano es más terrible y dramático.
Presupuesto para la guerra
No es gratuito el disparo desorbitante del presupuesto para la guerra que viene promoviendo el presidente Iván Duque Márquez. No es una inocentada, ni un simple error de cálculo. Es todo un dineral para quemar en la guerra contra los pueblos hermanos que le ha ordenado Estados Unidos, principalmente contra la hermana república bolivariana de Venezuela. Pero, a su vez, con la idea perversa de atemorizar la protesta nacional que va en aumento en todos los rincones del país, ante las primeras medidas leoninas tomadas por el inquilino de la Casa de Nariño.
Es como pretender matar varios pájaros de un solo disparo. Lo que se “cocina” contra la hermana república bolivariana de Venezuela resulta de suma gravedad. Si el pueblo colombiano no ha reaccionado como debiera reaccionar ante esta bárbara medida de prestar el territorio para agredir al vecino, es porque se encuentra alienado y desinformado por parte de los grandes medios de comunicación.
Estos, por el contrario, se han convertido en una trinchera más de agresión contra el pueblo, obedeciendo ciegamente los dictámenes del imperialismo norteamericano. Desconociendo la ética periodística y su razón de ser, se han convertido en caja de resonancia de la clase dominante.
No hay vista propia de Venezuela
El pueblo colombiano no mira con ojos propios la dinámica revolucionaria que se viene desarrollando en Venezuela, mira con los ojos de estos medios de comunicación. Por eso termina repitiendo maquinalmente el discurso de la burguesía; dice y repite los libretos que los Estados Unidos y las burguesías de Colombia y Venezuela le colocan a su alcance las 24 horas del día.
Y mientras los Estados Unidos ultima detalles para la abominable aventura guerrerista y la burguesía colombiana santanderista asume postura pusilánime de sumisión, proyectos leoninos de profundo tinte fascista son radicados en la secretaría del Parlamento para ser discutidos y aprobados.
En representación del Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez y Paloma Valencia, han radicado por estos días sendos proyectos encaminados a asesinar el poder judicial en Colombia, seguramente con el único propósito de que el narcoparamilitar ex presidente Uribe y su combo mafioso, no sean ni investigados, ni condenados, ni castigados por sus numerosos crímenes de lesa humanidad.
La postura fascistoide y dictatorial del Señor de las Sombras, coloca a sus pies las normas jurídicas acabando con el poder público que se encarga de hacer justicia en Colombia. Sobra de decir que se recorta dicho poder, solamente para proteger la clase mafiosa empotrada en las alturas del poder, porque para el pueblo, seguramente los códigos serán más crueles y represivos.
Acabar con la Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional y el Consejo de Estado, es eliminar de tajo los pesos y contra pesos que regulan de alguna manera la pobre caricatura de democracia colombiana. Todo el poder sería concentrado en unas cuantas personas, las cuales son manipuladas fácilmente por los Estados Unidos.
Tributación demencial
A esos dos aspectos, sumémosle un tercer elemento: La tributación. Es aberrante la forma como el gobierno nacional ha disparado la tributación en Colombia. La reforma tributaria que comienza a hacer tránsito en el Congreso Nacional, es altamente lesiva a los intereses populares. Resulta asfixiante e inhumana.
Por un lado, exonera a la burguesía y por el otro, incrementa la tributación al pueblo trabajador en su conjunto. Hasta los mismos uribistas pura sangre, han comenzado a sentir el tábano de estas medidas tan antipopulares. ¿Cómo las suaviza el gobierno nacional? Con el cuento del “castrochavismo” y la amenaza supuesta de Venezuela. “Toca pagar más impuestos, pero nos libramos del “castrochavismo”, dijo algún despistado ibaguereño.
La canasta familiar está cotizada en $1.300.000, oo pesos aproximadamente y el mínimo no alcanza los $900.000,oo pesos. Adicionalmente, el desempleo crece y la corrupción se agiganta. Es el reflejo del poder mafioso que valientemente Gustavo Petro denunciaba durante la campaña presidencial y que 8.040.000 colombianos y colombianas medianamente entendieron.
El gobierno nacional sale a mendigar ayudas para Colombia. Pero, en realidad no es para Colombia, es para la clase gobernante y su proyecto bélico como única alternativa de sostenerse en el poder ilegal e ilegítimamente. El boom de la guerra para impedir que el pueblo se organice, el boom de la guerra para agredir una nación hermana que ha sido tan generosa con nosotros, pues allí le ha brindado la oportunidad a más de cinco millones de colombianos y colombianas, un país que lo dio todo por el acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc – Ep, un país que siempre ha extendido la mano generosa de la solidaridad y la fraternidad.
El país va por el despeñadero. Solo la unidad del pueblo puede salvarlo. El gran desafío de las izquierdas es consolidar un gran bloque de unidad para combinar acertadamente la lucha electoral con la lucha callejera, sindical, ambiental y política. Se trata de desarrollar todas estas iniciativas en el marco de la unidad. Apostarle a la convergencia es tarea prioritaria que debe comenzar en la junta de acción comunal, en el sindicato de base, en la comuna, en la ciudad, en el campo, en el cabildo indígena, etc.
La creación de la Mesa de Facilitación de la Unidad Democrática debe ser escenario propicio de articulación, organización y acción, capaz de aglutinar la inconformidad reinante y romper la sumisión e indiferencia de grandes sectores. Hay que parar el fascismo que acecha y nos amenaza gravemente a todos y todas.
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