30 agosto, 2018. Por Ilka Oliva Corado
Que
no quede huella alguna de la Latinoamérica progresista, ninguna huella del Niño
Arañero, de Néstor, de Lula, de Dilma, ninguna huella de Evo, de Correa, de
Maduro, ninguna huella de Mujica, de Lugo, de Manuel Zelaya. Y por supuesto,
ninguna huella de Cristina. Y que no
quepa duda alguna que también intentarán destruir a López Obrador. Destruir a
los líderes para destruir al pueblo. Destruir la Memoria Histórica porque
destruyendo la raíz no hay retoño alguno y los pueblos yermos se vuelven
marionetas y masa amorfa manejable para los criminales de la oligarquía
latinoamericana y mundial.
Para
destruir a los líderes hay que exponerlos como corruptos, ladrones, como
traidores, hay que inventarles cuentas
bancarias millonarias en el extranjero, falsificar sus firmas, manipular fotografías y videos y hacerlos
parecer culpables de estafas millonarias.
Hay que pagar fuertes sumas de dinero a los medios de prensa
corporativos y sobornar periodistas
para que creen un ambiente de desinformación y confundan a la población,
para que minen el terreno y bombardearla
día y noche, segundo a segundo hasta hacerla creer y repetir lo que las bandas
criminales desean: odiar y atacar a los líderes que hicieron posible el cambio
de 15 años de progresismo y derechos en
la región.
No,
ninguno se iba ir en blanco, quienes viven de la explotación y vieron en
peligro sus mafias durante estos 15 años, ya se sabía que se irían con todo el
poder de la impunidad contra ellos: acosándolos, atacándolos y violentándolos
en sus derechos para que esa semilla en
la que se convirtieron no floreciera.
Sin
líderes, sin Memoria Histórica, sin información y conocimiento, sin
herramientas de desarrollo los pueblos
son masas amorfas. Ríos de aguas mansas, un pueblo que no sabe en dónde está
parado es un pueblo en el limbo, que no sabe
hacia dónde va, incapaz de defender sus derechos y exigir justicia. En
eso están tratando de convertir a los pueblos que se vieron beneficiados con
las políticas de inclusión de estos gobiernos. El poder de la impunidad es
monumental pero el poder del pueblo es mayúsculo, es por esa razón que éste
debe tener la conciencia y el análisis, debe crear el caos que provoque acción
que haga temblar los bastiones del
neoliberalismo que intenta aplacar toda dignidad y toda lucha; y debe
por consiguiente defender la honra de los líderes que los dignificaron.
No
pueden, nunca han podido con la fuerza, la indignación, la identidad y la
rebelión de un pueblo que lucha por su soberanía. Es la soberanía la que
intentan arrebatar, porque un pueblo dependiente, esclavizado en la ignorancia
es tierra fértil para las oligarquías criminales.
Mucho
han dado los líderes del progresismo por el pueblo latinoamericano que tal
afrenta al poder del capital no se los perdonará. Sean los pueblos, agradecidos y rebeles los
que luchen contra toda imposición que intente arrebatarles lo logrado. Para eso
nos debemos a la responsabilidad individual y colectiva de informar,
cuestionar, investigar, analizar y movilizar: todos desde nuestros espacios y
posibilidades. Todos los aportes son necesarios. El poder está en resistir.
Seamos
los pueblos los que hagamos florecer la semilla de los líderes del progresismo.
Seamos los pueblos los que defendamos sus derechos que también son los
nuestros. Seamos los pueblos los que demostremos que en la Latinoamérica
progresista jamás volverá la burla, el abuso, la exclusión y la desmemoria.
Seamos los pueblos los que en un mismo grito de rebeldía defendamos la dignidad
que nos devolvieron los líderes del progresismo. Y seamos los pueblos los que
con todo el peso de la ley les hagamos pagar la traición y el abuso a quienes
han intentado deshonrarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario