La ilusión de la varita mágica

Adriana Tudela

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Adriana Tudela

Que no sea otra oportunidad perdida

Carlos Zeballos

Carlos Zeballos


“Solo una nueva clase política basada en la ética, el conocimiento y la tecnología podrá romper este círculo vicioso”.

El 2022 cierra con una crisis política de representatividad como consecuencia de un proceso de pérdida de legitimidad, la misma que debilita a los tres poderes del Estado. La solución no solo pasa por escuchar a la población y sus justos reclamos, sino por analizar qué falta en el Estado, cómo mejorar el servicio de sus instituciones, como las de justicia, educación, agrarias y de seguridad ciudadana, y cómo perfeccionar las normas electorales que deben mejorar las condiciones para elegir a quién presidirá el gobierno y a quiénes conformarán el Congreso.

Es este el punto de partida para iniciar la verdadera reforma del Estado, pues su actual estructura y funcionamiento han incrementado la corrupción, que además es una práctica que se hace recurrente también en ciertos sectores sociales.

Estudios recientes efectuados por la Contraloría General de la República refieren que los delitos contra la administración pública cometidos en instituciones públicas, empresas estatales y de administración mixta aumentaron durante el último decenio.

Una muestra de ello son los seis expresidentes de la República y los numerosos exgobernadores regionales y exalcaldes procesados por corrupción. Esto ha ocasionado que los gobiernos regionales y municipales hayan trabajado con cuatro presidentes y dos Congresos, lo que debilitó por cuatro años el proceso de descentralización.

Por otro lado, las autoridades elegidas por el pueblo deben de tener vocación de servicio y no responder a intereses personales partidarios. Para eso se requiere dictar nuevas normas.

Las reformas deben ser propuestas no solo para que atiendan la coyuntura, sino también el largo plazo, que sean fruto de la planificación y del consenso político y social.

Creemos firmemente que solo una nueva clase política basada en la ética, el conocimiento y la tecnología podrá romper este círculo vicioso de la ineficiencia que ha ocasionado caos y desorden en todo el aparato institucional del Estado y en los sectores sociales en el que se sufre la pobreza y la falta de oportunidades.

Todo esto puede evitar en gran parte la presencia de malas autoridades y oportunistas que lo único que motivan son conflictos sociales antes que propuestas de solución para los problemas del país.

Pero, además, se evitarán confrontaciones entre los tres poderes del Estado que sean frutos de intereses subalternos y no por las necesidades que tiene el país.

Consecuentemente, para alcanzar el desarrollo sostenible en nuestra patria se requieren reformas que no solo impacten en la estructura del Estado para hacerlo más eficiente, sino también leyes para tener mejores autoridades con más valores, comprometidas con los grandes intereses nacionales que por cientos de años no se han atendido, para conseguir el bienestar de los peruanos.

Esperamos que la actual situación de crisis que vive el Perú sea una verdadera oportunidad para hacer una real y positiva transformación en nuestro país y no otra oportunidad perdida más.