jueves, 29 de diciembre de 2022

 Hay que restaurar la libertad de expresión en Occidente.

Recibidos

Pedro Antonio Garcia Zambrano callabulla@gmail.com

13:40 (hace 6 horas)
para heriangelmariamiguelbalza60@gmail.comvirgimarquez.19@gmail.comalejomendoji49@yahoo.com.veDenicéroberto.hernandez.montoya@gmail.comANAnestorFáverjvrangelv@yahoo.esmiguelangelluishectorrodriguezcastro@hotmail.comLisbethjosegpinat@gmail.comGolfredoManueljesussilva2001@gmail.comLuisyaritzaperezeric@cantv.netvrodriguez4730@gmail.comedrangel@grupo-un.comdparavisini@gmail.comcesarlima@gmail.commiguel_mavarez99@hotmail.comBasemjauamiranda@gmail.comomar1montilla@gmail.comHermesmaipaez@hotmail.comwalterdossier@gmail.comglendamayela@hotmail.commarquin_20@hotmail.esAntonioKHAREGUERRERO@GMAIL.COMfranklinparedes@75gmail.comrobertomalaver@gmail.comHinduoliverNahirdiogeneslinares1@gmail.comisaro@ymail.combalza072@gmail.comjuanbarretoc@gmail.comMarelysmaria.silva2809@hotmail.combalzamiguelangel@outlook.comnelsonJulioHeladyFreddyivonnedacruz@hotmail.comMarioFelixJuanfreddyjoselacruz@hotmail.comjorgelumilla@gmail.comJOSElenrry_virginia@hotmail.comFreddyIvanFrancisconelsonlorenaErnestoContactenosteleSURJulioRadioMisiónInstagramEducadoresmiguelHectorAlexandereutimioFranklinJuanMariadelaYOVANILuisXiomaraAntonioOSWALDOJosèNORIEDMihaelaLaComunidadinnolganorvicAlbertoluisPaulajavierlawyercathy2005LeslyeCarlosLuisMiriamMariaPedrowilfredoelroncadorWilliamChathamArgenisRobertoAlbaRauseoYenithEdwin


Disculpen esta camaradas, que en este momento están más pendiente de las festividades del año nuevo, donde los problemas de la comunicación y el manejo de los mismos por parte de yanquis, están en otro plano. El siguiente es un trabajo del intelectual francés Thierry Meyssan, referido al control medieval-religioso, que hoy los EE.UU. aplica sobre la información a nivel mundial, en ese objetivo de "salvar" el fin del imperialismo, frente al surgimiento real, de la nueva sociedad socialista comunista, tal como fue planteado por Carlos Marx, en su tesis del socialismo científico, comunismo moderno, marxismo y materialismo histórico. Feliz 2023. 


Después de Bush, de Obama
 y Biden, hay que ‎reinstaurar 
la libertad
 de expresión en Occidente
por Thierry Meyssan

El presidente republicano George Bush hijo y los demócratas Barack Obama y Joe ‎Biden han destruido la libertad de expresión en Occidente. Por dos décadas, la prensa ‎ha venido mirando hacia otro lado para no ver todo lo que contradice los discursos ‎oficiales de Washington y ha optado por repetir todo tipo de idioteces. Sin embargo, ‎Donald Trump ha centrado su campaña para la elección presidencial de 2024 en el ‎regreso a la libertad de expresión. Por ahora, es el único candidato que adopta esa ‎posición. 

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La Alianza Atlántica coordina su propaganda de guerra. Eso quedó demostrado con ‎las mentiras de George Bush hijo y Tony Blair.
Donald Trump pronunció, el 15 de diciembre, su primer discurso como candidato a la nominación ‎del Partido Republicano a la elección presidencial. Y dijo tener como prioridad el regreso a la ‎libertad de expresión en Estados Unidos, precisamente en momentos en que las revelaciones de ‎Elon Musk –los llamados Twitter Files– y las de la America First Legal Foundation demuestran ‎que toda la información que se transmite está manipulada. ‎

Cada cual está en su derecho de tener su opinión sobre Donald Trump –aunque hay que señalar ‎que, desde su elección en 2016, este hoy ex presidente estadounidense ha sido objeto de una ‎campaña mundial de difamación que impide evaluar correctamente su acción. Pero todos tendrán ‎que reconocer que, desde el 11 de septiembre de 2001, Trump ha planteado interrogantes muy ‎pertinentes. ‎

‎«Si no tenemos la libertad de expresión, simplemente no tenemos un país libre. Es tan simple ‎como eso», declara Donald Trump al principio de este video. «Si ese derecho, el más ‎fundamental, está llamado a perecer, entonces el resto de nuestros derechos y libertades ‎se derrumbarán como fichas de dominó. Se hundirán uno a uno.» ‎

Trump reitera además que hay que establecer una distinción entre
 el derecho de las plataformas a la inmunidad, si se limitan a repercutir los contenidos sin entrar ‎a evaluarlos,‎
 y la responsabilidad de esas plataformas si se permiten hacer observaciones sobre los ‎contenidos y llegar a censurarlos. En este último caso, debe existir la posibilidad de emprender ‎acciones judiciales contra las plataformas, exactamente de la misma manera que es posible ‎hacerlo contra los autores de los mensajes que difunden. ‎

‎«En estas últimas semanas, informes explosivos han confirmado que un siniestro grupo de ‎burócratas del Estado Profundo, de tiranos de Silicon Valley, de activistas de izquierda y de medios ‎de empresas depravados conspiraron para manipular al pueblo estadounidense y hacerlo callar», ‎declaró Trump. ‎

‎«Colaboraron para suprimir informaciones vitales sobre todos los temas, desde las elecciones ‎hasta la salud pública (…) El cártel de la censura debe ser desmantelado y destruido y eso debe ‎suceder inmediatamente», prosiguió. ‎


1- LOS HECHOS DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 2001

La mentira generalizada en Occidente comenzó con la descripción de los atentados del 11 de ‎septiembre de 2001 en Estados Unidos [1]. Desde los primeros minutos de aquellos ‎acontecimientos, los medios designaron al “culpable”, sin investigación y sin que nadie reclamara ‎la autoría de los hechos. Aquel mismo día, algo más tarde, una periodista de la BBC aseguró que el ‎edificio 7 del World Trade Center acababa de derrumbarse, a pesar de que el edificio todavía ‎se veía claramente en pie detrás de ella. ‎

Aunque algunos periodistas describieron con honestidad y espíritu crítico lo que estaban viendo, ‎una sola persona se atrevió a decir ante las cámaras que era falso lo que estaban diciendo las ‎autoridades. Esa persona fue el promotor inmobiliario Donald Trump, quien osó decir ‎públicamente que las célebres Torres Gemelas no podían haberse derrumbado sólo por efecto ‎del impacto de los aviones que se habían estrellado contra ellas. Trump sabía bien lo que decía, ‎precisamente porque en aquella época tenía entre sus empleados a los arquitectos que habían ‎construido el World Trade Center. ‎

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Donald Trump, el 11 de septiembre de 2001.‎

Trump tuvo la perspicacia de agregar que las autoridades seguramente tenían razones de ‎seguridad nacional para esconder la verdad al público. Seis meses después, yo mismo no fui tan ‎hábil como él en el momento de la publicación de mi libro L’Effroyable imposture, que ‎se convirtió en un best seller mundial.‎

Entre mis recuerdos de aquella época está el de una periodista de una importante revista ‎estadounidense que vino a entrevistarme en París. Cuando le hice notar que si el impacto de los ‎aviones hubiese derribado las Torres Gemelas, estas no se habrían derrumbado sobre sí mismas, ‎como en una demolición controlada, sino que habrían caído lateralmente, aquella periodista me ‎respondió que ella no tenía opinión al respecto porque no era experta en la materia. También ‎recuerdo que un jefe de redacción de otra gran publicación estadounidense me llamó por ‎teléfono para decirme que me apoyaba pero que no podía publicar lo que yo sostenía. ‎

En Occidente, un pesado manto de silencio cayó entonces sobre la verdad. Los años posteriores, marcados ‎por el «rediseño del Medio Oriente ampliado», nos trajeron una larga serie de mentiras. Una ‎vasta operación del Pentágono fue presentada al público como una serie de intervenciones ‎contra dictaduras o en guerras civiles. Washington destruía pueblos… pero por una causa justa. ‎Los medios de difusión no vacilaron en afirmar que Irak disponía de la tercera fuerza militar más ‎importante del mundo… y de «armas de destrucción masiva», o que Muammar el-Kadhafi y ‎Bachar al-Assad eran dictadores, etc. ‎

Aquellos hechos marcaron el inicio del Fact Checking. Medios sumisos aseguraban ‎profesoralmente cosas imposibles de creer. El diario francés Le Monde publicó cálculos ‎totalmente absurdos asegurando que todo era claro y lógico. ‎

Después, vinieron los insultos. Las personas que reflexionaban fueron catalogadas como ‎‎«complotistas» o «conspiracionistas» y acusadas de ser ideológicamente extremistas. ‎Dos grandes periodistas publicaron un libro escrito por encargo donde aseguraban que ‎si no había fragmentos de un Boeing en el Pentágono era porque el avión se había estrellado en ‎‎«picada horizontal» (sic) [2]. Todos esos argumentos ‎absurdos fueron repetidos incansablemente. ‎


2- LA CAMPAÑA DE 2016 CONTRA LOS JACKSONIANOS

El debate que yo había abierto mundialmente sobre los acontecimientos del 11 de septiembre ‎de 2001 demoró muchísimo en llegar a Estados Unidos. Fue necesario que, en 2004, un ‎reconocido intelectual estadounidense, David Ray Griffin, decidiera escribir un libro para refutar ‎mis argumentos. En ese empeño, el recientemente fallecido David Ray Griffin descubrió con ‎asombro que yo tenía razón. ‎

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Un abogado de Donald Trump asiste a la conferencia organizada por Thierry Meyssan ‎en Bruselas, en 2005.
En 2016, para sorpresa de todos, Donald Trump obtuvo el apoyo del Partido Republicano y fue ‎electo presidente de Estados Unidos. Los medios sumisos impusieron la idea de que aquella ‎elección era una victoria del populismo sobre la razón. Pero tendríamos que preguntarnos ¿por qué ‎el pueblo estadounidense eligió a un personaje como Donald Trump? ¿No será porque Trump ‎rechazaba la mentira dominante?‎

Cuando ya había obtenido la investidura del Partido Republicano para competir en la elección ‎presidencial –sin ser republicano–, se inició contra Trump una campaña bipartidista tendiente a ‎destruir su imagen [3]. Esa campaña comenzó incluso antes de que Donald Trump llegara a la Casa Blanca, fue orquestada a escala ‎internacional por David Brock y costó al menos 35 millones de dólares. ‎

Por primera vez, la prensa occidental describía al presidente electo de Estados Unidos como un ‎racista y llamaba abiertamente a eliminarlo antes de que hiciese demasiado daño. En 4 años de ‎mandato, ninguna de las decisiones importantes de Trump fueron mencionadas por los medios, ‎que se dedicaron sólo a repetir chismes de pasillos sobre divergencias en el seno de su equipo. ‎‎¿Oyeron ustedes hablar alguna vez del decreto presidencial que excluyó a la CIA del consejo de ‎seguridad nacional o de la decisión de Donald Trump que puso fin al financiamiento de los ‎yihadistas?‎

La política exterior del presidente Trump fue presentada como el desvarío absurdo de un solo ‎hombre, cuando en realidad Trump actuaba siguiendo una escuela de pensamiento, ‎la del 7º presidente estadounidense, Andrew Jackson (1829-1837). Pero, ¿han oído ustedes ‎hablar de Donald Trump de otra manera que no sea acusándolo de ser racista?‎


3- LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL ESTADOUNIDENSE DE 2020

La elección presidencial de 2020 fue tan importante como los atentados del 11 de septiembre. ‎Pero lo que se cuenta sobre ella no tiene nada que ver con lo sucedido. Lo importante ya no es ‎saber quién hizo trampa ni cómo lo hizo sino el hecho de haber podido comprobar que esa ‎elección no fue transparente. El conteo de los sufragios de más de la mitad de los votantes ‎se realizó bajo condiciones que no satisfacen las exigencias de transparencia de una democracia. ‎

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“The real story of January 6”, documental de The Epoch Times, es el único testimonio que ‎muestra el momento en que la manifestación pacífica frente al Capitolio se convirtió en motín. En ese documental puede verse claramente como varios policías lanzan ‎intencionalmente a un manifestante desde una altura de varios pisos. Por desgracia, ‎no hemos podido adquirir los derechos de difusión de esas imágenes.

El mundo entero pudo ver una elección opaca en un país que dice ser ejemplo de democracia. ‎Es posible que Donald Trump se equivoque al calificar aquello de «robo»… pero la verdad es ‎que nadie sabe el resultado real de aquel escrutinio. En todo caso, esa opacidad dio lugar a ‎la toma del Capitolio por manifestantes pacíficos… luego de que la policía lanzara ‎intencionalmente a uno de ellos desde varios metros de altura. ‎


4- LA PANDEMIA DE COVID-19 DE 2020-2021

Durante la pandemia de Covid-19, la administración Biden y el ente supranacional europeo dirigido ‎por Ursula von der Leyen engañaron intencionalmente a sus conciudadanos. Divulgaron todo tipo ‎de cifras falsas y afirmaron, a sabiendas de que era mentira,
 que las “vacunas anticovid” (a base de ARN mensajero) protegen contra la transmisión del virus ‎‎(los fabricantes nunca afirmaron tal cosa);‎
 que las “vacunas anticovid” (a base de ARN mensajero) pueden ser recomendadas a las ‎embarazadas;‎
 que las “vacunas anticovid” (a base de ARN mensajero) protegen a los niños (en realidad ‎los niños no contraen la enfermedad, los casos de covid en niños son muy excepcionales);‎
 que las “vacunas anticovid” (a base de ARN mensajero) no tienen efectos secundarios notables, ‎independientemente de la edad y del estado físico de los pacientes (en realidad, esas vacunas ‎están provocando graves accidentes cardiacos entre los hombres de menos de 40 años);‎
 que las vacunas producidas en Occidente son la única opción eficaz contra el Covid-19 ‎‎(en realidad, numerosos Estados han utilizado con éxito otros medicamentos en la fase inicial de ‎la enfermedad o han sido capaces de hallar y producir sus propias vacunas).‎

I


Escondiéndose tras las autoridades científicas de su Departamento de Salud, ‎el presidente Joe Biden mintió a sus conciudadanos sobre el Covid-19. ‎
Algunos interpretan esas mentiras como simple incompetencia, otros las ven ‎como pruebas de la corrupción que practican los grandes laboratorios farmacéuticos. Pero, sea lo primero o lo segundo, lo importante es que Occidente se hunde en la mentira porque sus ‎medios de comunicación están sometidos a la censura. ‎


LA ORGANIZACIÓN DE LA CENSURA ESTATAL

Los documentos de Twitter (Twitter Files), sacados a la luz por el nuevo dueño de esa red social, ‎Elon Musk, y los correos electrónicos de la agencia federal estadounidense de salud pública (CDC), ‎obtenidos y divulgados por la asociación America First Legal Foundation [4], demuestran que la ‎administración Biden controló y censuró en secreto todo el conjunto de los mensajes que ‎transitaban por Facebook, Twitter, YouTube, Instagram, Whatsapp y Hello, a nivel mundial. ‎

Eso fue posible porque Washington contó con cómplices extranjeros. El propio presidente Joe Biden ‎creó una agencia de censura, la denominada «Junta de Gobernanza de la Desinformación» ‎‎(Disinformation Governance Board) [5]… y tuvo ‎que disolverla bajo la presión de las críticas. Pero esa estructura sigue existiendo y hoy prosigue su ‎acción bajo un nombre diferente. ‎


La ex colaboradora del presidente ucraniano Zelenski, Nina Jankowicz, vive ahora ‎en Washington. Desde allí supervisa toda la propaganda de guerra occidental contra Rusia.
Ese ente se dedica a censurar las noticias e informaciones sobre los nacionalistas integristas ‎ucranianos [6], sobre los crímenes del régimen de Zelenski ‎‎ [7] y nos intoxica sobre los actos de Rusia y de China. ‎De esa manera trata de evitar que la opinión pública mundial perciba el hecho que el mundo ya ‎no sigue a Occidente. ‎

Hay que reconocer que el avance del populismo es ante todo una respuesta popular a la extensión ‎de la censura, primero en Estados Unidos y ahora en todo Occidente. La libertad de expresión ‎ha sido asesinada por aquellos que tenían la responsabilidad de protegerla. Y con ella ha muerto ‎la democracia, también a manos de sus supuestos protectores. ‎

Los esfuerzos de Donald Trump, si llegaran a ser exitosos, reimplantarían la libertad de expresión… ‎pero no la democracia. Ya es demasiado tarde. El mundo ha cambiado. ‎

En los 20 últimos años ha desaparecido el mínimo de igualdad que alguna vez existió entre los ‎ciudadanos. Las enormes diferencias entre los ingresos de trabajadores y patrones se han ‎multiplicado por más de 1 000 y las clases medias se ven prácticamente en la ruina. ‎

Bajo tales condiciones, habrá que inventar un nuevo régimen político, que sólo podrá construirse ‎en interés de todos y si todos disponemos de libertad de expresión. ‎

Thierry Meyssan

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