miércoles, 19 de octubre de 2022

 Iberoamérica 2022-10-19 12:28 GMT

Miles de migrantes son enviados desde El Paso, Texas, hacia el norte de EE. UU.
Actualizado 2022-10-19 13:26 GMT
CGTN Español

09:06

 

Luego de conocer la ruta de miles de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos usando a México como país de tránsito, nuestro enviado especial, Juan Carlos Aguirre, pasó al otro lado del río Bravo para conocer qué pasa con estos ciudadanos en situación de movilidad una vez son detenidos y censados por los funcionarios de la Patrulla Fronteriza estadounidense.

Vamos pasando el puente internacional hacia El Paso, Texas, una caminata que puede durar menos de diez minutos para estar ya en territorio estadounidense. Miles de migrantes hacen lo mismo, pero de manera irregular, por el río Grande, como se le conoce al lado norte de la frontera natural. Una vez que son recibidos en el puesto fronterizo de la CBP, al cual no tuvimos acceso, son llevados a centros de presentación donde pueden pasar varios días. Una vez sortean el filtro, y si no fueron expulsados, llegan al llamado Centro de Bienvenida al Migrante.

“Empezamos en 300 personas un día y en cuestión de días ya estábamos empezando a tener mil personas que se encontraba la Patrulla Fronteriza, algunos que ya son trasladados a sus poblaciones por autoridades federales. Pero aquí en El Paso estamos viendo aproximadamente de 600 a 700 personas por día”, dijo Enrique Dueñas, Vocero del Departamento de Bomberos y oficina de emergencias de El Paso.

Solo pasan unas pocas horas dentro de los galpones. Si tienen un familiar que les pague un boleto aéreo o terrestre, los llevan a los respectivos terminales, pero si no existe un destino definido, son enviados en autobuses hacia el norte de Estados Unidos.

Críticos aseguran que la medida está siendo utilizada como estrategia electoral en medio de una campaña para gobernaciones en varios estados, incluyendo Texas, y una disputa entre republicanos y demócratas que se enfrentarán en las elecciones de mitad de mandato para el Congreso en noviembre.

A las afueras del terminal terrestre se encuentra un grupo de migrantes que no han podido comprar un boleto de autobús por falta de dinero. Otros esperan su salida en la madrugada. Aquí debaten por horas qué hacer una vez están ya en la unión americana. Empiezan sus historias entre relatos y anécdotas como también un recordar de todo lo que pasaron para llegar a lo que creen es el sueño americano.

El sol cae y la noche, en medio de una ciudad con idioma ajeno, se presta para deambular. Cuando creían que dormirían en la calle una vez más, deciden buscar refugio en uno de los pocos albergues que existen en El Paso. En su caminar van sumando coterráneos y siguen. Al llegar a uno, son aceptados, aunque el cupo es reducido. Luego de pasar una prueba de temperatura, entregar algunos datos y en casos de sospecha, hacerse unas pruebas COVID, los solicitantes de albergue son admitidos.

Hasta el día siguiente tuvimos acceso a este albergue donde los migrantes duermen con los indigentes.

Se van dividiendo en grupos y ponen las colchonetas sobre el suelo con mantas térmicas. Uno a uno reserva su nicho de espera que consideran un hogar cuando hay pocos albergues de este lado y la demanda puede ser, incluso, más alta que la contabilizada en Ciudad Juárez.

Aquí hay migrantes de varias nacionalidades, forman sus propios países dentro del patio. Los anfitriones andan por todos lados. Los llamados “homeless” miran sin entender lo que estos caminantes van diciendo. Extraña ver veteranos de guerra viviendo en refugios, familias que lo perdieron todo en medio de la pandemia. También personas con severos problemas físicos y mentales buscan resguardo, pero claro, esto es otro tema. Seguimos… En el caso de los migrantes, aquí pasan el día esperando irse o reencontrarse con sus familias antes de partir hacia otras entidades. No da su nombre ni rostro, huyen con miedo de sus países y aquí el miedo sigue siendo una sombra cuando temen que, sus palabras, sirvan como excusa para rechazar su solicitud de asilo.

El Paso se ha convertido en la ciudad que más migrantes envía hacia Chicago, Washington o Nueva York, con la salida de, al menos, 6 autobuses diarios. En lo que va de 2022 más de 11 mil personas han sido despachadas desde el Centro de Bienvenida al Migrante, cuyo costo diario de mantenimiento ronda los 300 mil dólares.

Con la nueva medida adoptada entre el Gobierno de Estados Unidos y México, los números podrían ir en descenso y es que ahora, los migrantes de ciertas nacionalidades, que antes tenían preferencias de paso, desde esta semana también serán expulsados de manera inmediata salvo cumplan requisitos previos, vía online, que les permitan entrar de forma legal sólo por vía aérea. Esta imposición no detendrá a los irregulares, según los propios migrantes, pero sí podría generar una nueva oleada de gente que buscará caminos cada vez más prohibidos y peligrosos donde los traficantes de personas, además, ganarían terreno. Solo entre miércoles y jueves (más específica) más de 300 detenidos fueron devueltos desde Estados Unidos, aunque estuvieran en proceso de admisión previo al acuerdo entre la Casa Blanca y el Palacio de Gobierno mexicano. Se supone que es una medida sin retroactivo, lo que desconcierta a quienes les suspendieron sus procesos de admisión al ser retornados a México, aunque hubieran ingresado, repetimos, a la unión americana antes del anuncio de ambas Administraciones.

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