"Cuanto más poderosa sea la futura crisis mundial, mejor para Rusia"
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El mundo está al borde de una inminente crisis mundial, provocada por las ambiciones excesivas de los Estados: la deuda mundial acumulada alcanzó un monto astronómico de 244 billones de dólares a principios de 2019 y seguirá creciendo.
El principal problema actual es la perspectiva de una recesión deflacionaria prolongada y un estancamiento interminable de la economía, como ha sido el caso en Japón en las últimas décadas, escribe Alexandr Lósev de la sociedad tenedora Sputnik que ayudaba a preparar iniciativas legislativas de Rusia para su mercado de valores e instrumentos financieros.
Este gráfico muestra la relación actual entre la deuda pública total y el PIB mundial.
El aumento de la carga de deuda y el aumento constante del costo de su mantenimiento retrasan el crecimiento económico, aumentan los riesgos crediticios y la probabilidad de impagos, lo que en un futuro previsible creará dificultades para refinanciar deudas y ralentizará el auge crediticio, debido a lo cual se ha producido el actual crecimiento económico mundial, prosigue Lósev.
Luego, según él, empezará el propio el proceso negativo: "Menos nuevos préstamos e inversiones, un crecimiento económico más débil o su cese completo, más deudas pendientes e incumplimientos de pago, la caída prolongada en la entrega de préstamos y una desaceleración en las economías nacionales, crisis locales en ciertas regiones e industrias que pueden causar un efecto dominó y sacudir no solo los mercados financieros, sino los cimientos de la economía global".
El estudio del Banco Mundial mostró que cuando la relación deuda / PIB supera el 77% durante un largo período de tiempo, el crecimiento económico se desacelera y cada porcentaje de deuda por encima de este nivel le cuesta al país el 1,7% del crecimiento económico, pero solo en los países desarrollados. En el mundo en desarrollo, las cosas son aún peores. Allí, cada punto porcentual adicional de deuda por encima del nivel del 64% reducirá anualmente el crecimiento económico en un 2%.
El Fondo Monetario Internacional predice que el crecimiento económico en 2019 se desacelerará en el 70% de los países.
© AFP 2019 / DITA ALANGKARA
"Muchas economías no son lo suficientemente sustentables. La alta deuda estatal y las bajas tasas de interés limitan su capacidad para superar una nueva recesión", dijo la directora del FMI, Christine Lagarde, a principios de abril.
El otoño pasado, el Grupo de los Treinta que une a los jefes de bancos centrales y grandes bancos privados, así como a científicos y representantes de organizaciones internacionales (G30) publicó un informe que indica que la inminente crisis financiera será global y se manifestará de muchas formas.
Esto requerirá una acción rápida y decisiva de los bancos centrales, Gobiernos y organizaciones internacionales, pero, desafortunadamente, la capacidad de los bancos centrales para responder con eficacia a las crisis sistémicas disminuyó en los últimos años, reconoce el G30.
Esto significa que el daño que esta crisis causará a las economías y sociedades será a gran escala y duradero, explica el experto ruso.
Paradójicamente, "cuanto más profunda y poderosa sea la futura crisis mundial, mejor será para las perspectivas de Rusia".
"Una crisis económica a gran escala puede llevar a cambios geopolíticos y transformar el orden mundial existente, que se basa en la desigualdad jerárquica fundamental de los Estados asociada con largos ciclos económicos y patrones tecnológicos, así como en una acumulación infinita de capital. Rusia, como la mayoría de los países en desarrollo, está en la periferia de este sistema", escribe Lósev.
Sin embargo, el espacio geoeconómico es cada vez más diverso e inestable. Esta transformación es una consecuencia de los fallos del modelo de super capitalismo financiero y el crecimiento económico basado en la deuda. Es consecuencia de los procesos de desglobalización recién empezados y el crecimiento del proteccionismo, así como es consecuencia de los últimos avances tecnológicos y digitales y su amplia disponibilidad.
Lósev pronostica que el orden mundial actual comenzará a cambiar rápidamente no en el momento de la crisis, sino cuando los Estados no puedan coordinar sus esfuerzos a nivel mundial para mantener el sistema económico y financiero actual, los principios y las normas del comercio internacional: "Cuando el egoísmo prevalezca, pero la competencia no sea suficiente".
Entonces llegará la época de conflictos, la revisión de prioridades, proteccionismo, movilización y reindustrialización, es decir, prioridad de la producción nacional, proyectos a gran escala y el desarrollo de la ciencia.
Lósev aconseja no olvidar que en momentos de inestabilidad todas las grandes potencias, en virtud de su posición e intereses de sus élites, negocios y capital, intentan crear su propio orden y hasta cierto punto están listas para defender este orden de varias maneras, desde militares hasta políticas.
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