Última actualización: 13 dic 2018 16:04 GMT
La Administración de Donald Trump intenta competir con China y Rusia por dominar las relaciones de ese continente.
La presencia en África de Rusia y principalmente de China inquieta a los EE.UU. El Gobierno de Donald Trump, que a nivel discursivo no demostraba gran interés en aquella región del planeta, focalizando su política exterior en el armamento nuclear de Irán o Corea del Norte, por citar algunos ejemplos, refleja algunas señales de que podría cambiar su estrategia para afianzar lazos con naciones como Kenia, Libia, Somalia y Mali, para contrarrestar la influencia de otras potencias en la zona.
Según adelantó la cadena NBC, la Administración republicana en los próximos días podría presentar de forma oficial su nuevo plan para mejorar su posición en el continente africano, aunque ello no incluya mayores gastos en materia militar o misiones diplomáticas.
Actualmente, en Yibuti, un pequeño país de África oriental, funcionan bases militares de Francia, Italia, Japón, EE.UU. y China, que instaló la suya en julio. El lugar no posee recursos naturales que atraigan a esas naciones poderosas, pero su ubicación es estratégica: se encuentra junto al golfo de Adén, un estrecho acuático que se conecta con el mar Arábigo, el mar Rojo, el Canal de Suez y el mar Mediterráneo. En otras palabras, es un punto clave para unir los mercados de Asia, África y Europa; aquel sitio representa el 25% de las exportaciones mundiales.
Mientras tanto, Washington y Pekín sostienen un tenso conflicto comercial y, en esta parte del mapa, sus instalaciones con miles de soldados están a tan solo diez kilómetros de distancia. Moscú, por su parte, planea abrir un centro logístico en Eritrea, una nación que limita con Yibuti hacia el norte, y así también contaría con una localización clave por su acceso a una ruta marítima de gran relevancia internacional.
Asimismo, si bien es cierto que el argumento norteamericano para desarrollar su despliegue armamentístico solía ser el 'contraterrorismo', el medio local ya citado publicó que, a partir de ahora, el foco de Trump estaría puesto en el aspecto comercial, es decir, en equiparar el avance chino.
"Aproximación discursiva"
Consultado por este medio, el politólogo Julio Burdman considera que "por ahora se trata de una aproximación discursiva", y profundiza: "En el marco de la competencia geopolítica de EE.UU. con China y Rusia, la Casa Blanca planteó la necesidad de actualizar su política hacia África. Sin embargo, no hay novedades en materia de financiamiento, ayuda o inversión diplomática".
A su vez, el doctor en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Políticos de París sostiene que Washington tiene en la mira a países donde "la diplomacia estadounidense estima que hay Gobiernos aliados y una menor presencia relativa de las inversiones chinas". No obstante, señala que "hay que prestar atención al rol de Marruecos, un país importante en África y que cuenta con el respaldo político de las monarquías árabes".
Para concluir, el docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) comenta que "la presencia de empresas chinas en África es un proceso consolidado luego de décadas".
"Una zona riquísima en recursos naturales"
En sintonía, su colega Daniel Blinder opina desde Argentina que no hay nada nuevo en la postura de EE.UU, "sino que existe una especie de alarma que ha intensificado la necesidad de tener presencia en distintos países de ese continente". Asimismo, el profesor e investigador de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) subraya que las inversiones chinas en el sector de finanzas e infraestructuras conllevan un importante despliegue militar para resguardar sus intereses económicos, situación que preocupa a Washington.
En cuanto a la competencia económica entre esas potencias, destaca que, "a pesar de eso, son extremadamente interdependientes uno del otro". Sobre ello, ejemplifica: "Hay empresas estadounidenses de primera línea que producen en China". No obstante, la posibilidad de que el conflicto escale en otros escenarios del planeta es un punto de análisis en el ámbito académico.
Para Blinder, "África es una zona riquísima en recursos naturales y un lugar donde se pueden hacer millonarias inversiones", por ello EE.UU. intentaría contrarrestar la influencia del 'Gigante Asiático'. Desde su punto vista, aquel continente "juega un papel central, porque su territorio es inmenso y diverso, ideal para que se jueguen disputas del orden económico o militar".
Además de los recursos naturales y las relaciones comerciales, el especialista explica que habría que prestar atención a otros aspectos coyunturales que pueden ser determinantes para el arribo de las naciones más fuertes: "Los probables conflictos futuros 'intra Estados' o las llamadas guerras civiles en África se han dado en el pasado y pueden volver a repetirse con el apoyo militar y político de las potencias". En esa línea, el magíster en Defensa Nacional no descarta "un posible conflicto entre los países más influyentes que escale por algún tema de agenda africano".
Consecuencias africanas por el lenguaje de Trump
Desde Barcelona, el editor del portal Africaye.org, Fernando Díaz Alpuente, señala: "Al inicio del mandato, todo apuntaba a que Trump tomaría posiciones en la región a través del sector de la construcción, algo parecido a lo que hizo China". No obstante, el politólogo opina que "con la guerra comercial a todo ritmo y la pérdida en la tasa de ganancia de la economía norteamericana, la cosa no parece que vaya a ser tan potente".
Con mayor profundidad, el experto apunta: "Más que la acción directa de EE.UU. en África, donde parece que habrá un giro de las políticas de seguridad, consecuencia de la retirada de tropas, lo que me preocupa es la influencia en los países africanos del nuevo mundo internacional que está construyendo Trump".
En otras palabras, Díaz piensa que el ascenso del mandatario norteamericano significó un cambio rotundo en el lenguaje de la política mundial, y ello podría tener consecuencias muy negativas en Estados más vulnerables. Para explicarlo mejor, lo divide en algunos puntos.
- Unilateralidad: "El hecho de que Trump esté cuestionando todos los acuerdos multilaterales genera un clima propicio para que algunos Gobiernos africanos puedan salirse de tratados, como el de la Corte Penal Internacional (CPI) —en 2017 la Cumbre de la Unión Africana recomendó la salida de la Corte a sus países miembros—. Algunos ya lo hicieron en el pasado reciente, pero el nuevo contexto produce menos costes en esta decisión".
- Populismos de derecha: "Es evidente que el triunfo de Trump ha impulsado el ascenso de estas fuerzas en todo el mundo. Tenemos una región subsahariana —al sur del desierto del Sahara, donde predominan las comunidades negras— trufada de movilizaciones sociales demandando más democracia y menos desigualdad. La comprensión internacional a las políticas populistas de derecha permitirá que la represión de estos movimientos sea mayor".
- Cambio climático: "La región sufrirá grandes costes, especialmente humanos. La manera de boicotear acuerdos medioambientales, justo cuando se comenzaba a generar consenso internacional, aumenta las perspectivas negativas para África".
Con respecto a la "acción política directa", el especialista interpreta que la actual Administración "no ha sido capaz de continuar el pequeño impulso que intentó Obama —el primer presidente afrodescendiente en la historia de EE.UU.— con la celebración del foro de negocios sobre África". En aquella ocasión, a mediados de 2014, la capital estadounidense acogió a 40 líderes africanos y se estableció que compañías de ese país colocarían inversiones por 14.000 millones de dólares, sumado a 7.000 millones de financiación pública más 12.000 millones del Banco Mundial, siguiendo las metas de la Casa Blanca con respecto a la electrificación del continente.
"Allí se planteó que tenía que ser el sector privado norteamericano quien dirija la acción de EE.UU. en la región, frente al impulso público-privado de China", detalla el entendido. Al respecto, concluye: "Esto parece que no va a tener continuidad". En efecto, para Díaz la única forma de que los flujos de inversión regresen a África sería "con un estallido de crisis a nivel europeo, como ya pasó con el euro en 2010".
Resta por esperar a que la Administración de Donald Trump anuncie su estrategia.
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