“Ho Chi Minh fue una leyenda en
su tiempo y como todas las leyendas, se manifestó a través de una pléyade de
personajes a las personas que trabajaron con él, que le encontraron o que le han estudiado.
Para el primer ministro soviético Nikita Kruschev, Ho era un “santo vivo del
comunismo”. “Me he encontrado con mucha gente a lo largo de mi carrera
política, pero nadie me ha causado una impresión tan especial como él. Los
creyentes hablan con frecuencia de los apóstoles. Bien, por su modo de vivir y
su influencia sobre sus colegas, Ho Chi Minh era exactamente comparable a esos
“santos apóstoles”.
Un apóstol de la Revolución.
Nunca olvidaré ese destello de pureza y sinceridad en sus ojos. Su sinceridad
era la del comunista incorruptible y su pureza la de un hombre totalmente
dedicado a su causa, en sus principios y en sus acciones”. Fue el hombre de
acción como escritor. Hombre de acción por excelencia, Ho Chi Minh escribió y
reflexionó, sin embargo fue extremadamente habilidoso. Su obra breve sobre el
linchamiento escrita en 1924, que subtituló “Un aspecto poco conocido de la
civilización estadounidense” no ha perdido en absoluto después de ochenta años
su vigencia y llevo se debe en buena medida a su dominio de la ironía y del
sarcasmo. Aunque Ho escribió mucho, la innovación teórica no fue fuerte,
cuestión que el admitía sin dificultad.
De hecho, se dice que había afirmado, no sin sarcasmo, que él no necesitaba
escribir porque Mao Tse Tung ya había escrito todo lo que había que escribir”.
Entonces, por qué leer a Ho, por
su estrategia, táctica y organización para librar exitosamente aun país
colonizado en la primera mitad del siglo XX, derrotando a dos imperios Francia
y Estados Unidos. Cuando leemos su obra, asistimos a una creación creativa del
marxismo con las realidades coloniales que produce una modificación innovadora
por Asia y el conflicto de clase originado en Europa. El joven Ho llegó a la
madurez política en la turbulenta época inaugurada por la Primera Guerra
Mundial. Durante casi una década a partir de 1911, el año en que abandonó
Vietnam, estuvo casi siempre navegando como cocinero de barco, visitando
diversos lugares del mundo entre los que se cuentan Nueva York y Londres antes
de instalarse en París durante algunos años desde 1919. Activista en pro de la
libertad de Vietnam desde un principio.
El joven Ho o Nguyen Ai Quoc,
como se le conocía entonces, no tenía reparo alguno en expresar la primacía de
la lucha contra el colonialismo como criterio preponderante a la hora de
determinar con quien trabajaría. En el histórico Congreso de Tours, en el que
el Partido Socialista Francés votó unirse a la triunfante Tercera Internacional
de los bolcheviques rusos, Ho intervino desde el estrado diciendo “el Partido
Socialista debe actual modo eficaz a favor de los nativos oprimidos… Debemos
ver en la adhesión del Partido Socialista a la Tercera Internacional la promesa
de que a partir de ese momento concederá a las cuestiones coloniales la importancia
que merecen.
Lo que distinguía a Ho de otros
nacionalistas y revolucionarios coloniales, de acuerdo a lo observado por el
corresponsal de guerra francés Bernard Fall, era que mientras él estaba
apasionado con la independencia vietnamita, comprendía al mismo tiempo que el
estatus de Vietnam como país colonial era típico del conjunto del sistema
colonial”. Para Ho la cuestión nacional
se hallaba íntimamente ligada a la cuestión de clase. La concepción del mundo de
Ho se modeló no sólo por su experiencia juvenil como hijo de un jefe de
distrito empobrecido despedido de su puesto por sus creencias políticas, sino
también por su afiliación de clase como persona de color que luchó por ganarse
la vida durante casi una década como ayudante de cocina en barcos que surcaban
las rutas internacionales. Esa experiencia de compartir duras condiciones de
existencia con compañeros de trabajo de todos los colores no pudo de dejar de
contribuir a su decisión de adherirse al marxismo.
El vínculo clave para el futuro
socialista de Ho fue Lenin. Merece la pena citar al respecto su particular
camino a Damasco que narra en un ensayo titulado “la senda que me llevó al
leninismo. Jean Lacouture uno de los
biógrafos de Ho, señala la fuerte
influencia que tuvieron sobre el dos ideas leninistas, la noción del” momento
favorable” y el concepto de “adversario principal”. Audaz fue la decisión de
Lenin de tomar el poder en octubre de 1917. Y audaz fue la decisión de Ho Chi
Minh de lanzar la insurrección general y declarar la independencia en agosto y
septiembre de 1945, aprovechando la coyuntura en la que los franceses habían
sido desarmados por los japoneses y no disponían todavía de medios para
reclamar la colonia mientras Japón acababa de capitular ante los Aliados.
Era una situación como la de
Rusia en 1917, que virtualmente invitaba a los comunistas a la intervención. En
agosto y septiembre de 1945 se produjo una toma insurreccional del poder, en la
que comparativamente se derramó no obstante poca sangre y en la que los comunistas
apelaron con todos sus recurso a la legitimidad que habían obtenido de su
función de liderazgo durante los cinco años de lucha antifascista contra el
régimen colonial francés y sus supervisores japoneses.
Los países colonialistas
actualmente en el mundo son Francia, Estados Unidos, España, Italia, Japón, Bélgica,
Portugal, Holanda y Gran Bretaña. Falta
más trabajo político de los revolucionarios del planeta para liberar a los
habitantes de las colonias que existen.
Destaca los casos de Palestina, Puerto Rico, Sahara occidental y
Malvinas. Este es un trabajo político que tiene pendiente por resolver la
Organización de Naciones Unidas.
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