Los comentarios de José Vicente
Rangel respecto a la inoperancia del Estado de derecho y a la necesidad de
aplicar la ley sin vacilaciones ni concesiones porque “hacerlo no es incurrir
en exceso. Exceso es no aplicarla. Exceso de debilidad. Que es la manera más
abyecta de atentar contra el Estado de derecho… Nadie tiene derecho a poner
contra la pared a un pueblo y a condenarlo a vivir en la angustia y la
desesperación por culpa de un grupo de delincuentes que opera dentro y fuera
del país…” me hicieron recordar unas en el mismo sentido pero mucho más cínicas
de José Ignacio Cabrujas.
En una entrevista sobre las posibilidades de
éxito de la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (Copre), creada en
1984 por el presidente Jaime Lusinchi para tratar de neutralizar la crisis
provocada por el fracaso de las políticas de desarrollo y de los pactos
gobierno-empresarios-sindicatos partidos, Cabrujas afirmó: “…sería un necio si
no me percatara que, por algún motivo, el país ha comenzado a vislumbrar que en
la reforma del Estado está su supervivencia…. El país se atascó. Eso es un
hecho. El país está saturado de vicios… Probablemente lo que sucede es que es
muy difícil en Venezuela percibir la noción de Estado. En Venezuela hay
gobierno…. y de vaina. El Gobierno es el primer agresor del Estado”
Estas afirmaciones hechas con 34
años de diferencia demuestran la efectividad de la manipulación cultural y
psicológica utilizadas en épocas de crisis (provocadas) para lograr que,
incluso, dos personajes públicos bien formados e informados terminen
responsabilizando, de una manera u otra, a las autoridades gubernamentales de
no ponerle fin al caos provocado por políticas, acciones y limitaciones
impuestas desde el exterior a conveniencia del hegemón. Caos urdido en la época
de Cabrujas para sustentar el modelo neoliberal, más adecuado que el de
industrialización por sustitución de importaciones al pase de la economía
estadounidense de productiva a especulativa.
Y en esta época, para acabar con
el apoyo popular al chavismo e imponer con mayor facilidad la versión siglo XXI
del paquete neoliberal. ¿Acertaron? Sí. Es verdad que los gobernantes, de antes
y de ahora, han cometido muchos errores, pero también es verdad que el
presidente Maduro los ha cometido en medio de una crisis creciente producto de
un asedio extremo por parte del imperio más poderoso de la Tierra. Entonces, ya
es hora de ubicarnos en el contexto global y responsabilizarnos por haberlo
elegido voluntariamente para gobernarnos seis años más. Es hora de dejar la
pasividad. De buscar la manera de prestarle la ayuda tantas veces solicitada.
De acompañarlo a dar el “Golpe de Timón” exigido por la patria. mariadelav@gmail.com. CORREO DEL
ORINOCO.
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