No habrá "ayuda" ni 'Plan Marshall' de Biden para la migración de Centroamérica y Chiapas
El brote de la crisis transfronteriza propiciada por las volteretas de Biden llevan al endurecimiento de su Administración, que contempla "restricciones" y condiciones imposibles de implementar con sus raquíticos $4.000 millones de ayuda etérea cuando el Triángulo Norte y Chiapas merecen un 'Plan Marshall' para paliar las causas de la migración.
La grave crisis transfronteriza de EEUU y México lleva ya varias décadas y se ha ido gangrenando conforme se ha deteriorado la situación en Centroamérica desde la Guerra Fría.
La masiva migración, primero, de México a EEUU con diversos presidentes mexicanos, quienes han empeorado la situación que se ha empalmado con la erupción en el Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), cuyas llamas volcánicas han alcanzado al Estado mexicano de Chiapas que ostenta una miseria pasmosa.
Las migraciones de México y Centroamérica exhiben etiologías diferentes y desde la firma del TLCAN hace 27 años por el expresidente Carlos Salinas hasta el pésimo manejo de Jorge Castañeda Gutman —canciller de Fox y muy vinculado a George Soros que usa las migraciones como perturbaciones geopolíticas para trastocar a los países dañados y así integrarlos al globalismo—, no solamente se han ensamblado, sino que, peor aún, han desembocado en la criminal cartelización de la transfrontera de México y EEUU con su gran negocio de estupefacientes, tráfico sexual y venta de órganos que asciende a más de 600.000 millones de dólares por año, de lo que se beneficia la parte estadunidense que lo tolera con su confortable "laissez faire; laissez passer".
Cuando Biden fue vicepresidente con Obama, EEUU inyectó unos miserables 1.000 (sic) millones de dólares a Centroamérica y que ahora cuadruplicó retóricamente como presidente. Ese millardo estaba destinado para el entrenamiento de policías y las reformas judiciales.
Después de haber hecho promesas para "ayudar" al Triángulo Norte, la Administración Biden ha echado reversa y ahora, quien fuera la anterior embajadora de EEUU en México, Roberta Jacobson —que durante su periodo se extralimitó de injerencista y bendijo la agenda LBGT—, puso tuercas inviables como pretexto.
Ahora resulta que las migajas de 4.000 millones de dólares, serán sujetas a estrictas (sic) condiciones de los recipiendarios, basadas en medidas anticorrupción y adecuada gobernanza, lo que equivale a no otorgar ninguna ayuda ya que uno de los problemas principales del Triángulo Norte radica en su congénito carácter corruptógeno, como es el caso del presidente de Honduras Juan Orlando Hernández, implicado en el narcotráfico.
Otras exigencias inalcanzables en esta fase histórica de Centroamérica son la "contabilidad transparente y la prueba de adecuada gobernanza, como elecciones justas y respeto por los derechos humanos".
¿No fueron acaso Obama y su Secretaria de Estado Hillary Clinton, cuando Biden fungía como vicepresidente, quienes propiciaron el golpe de Estado militar en Honduras contra el presidente legítimamente electo Manuel Zelaya debido a su intercambio político por el petróleo de Venezuela?
Los Angeles Times, muy cercano a la vicepresidenta Kamala Harris, hoy encargada del contencioso migratorio en la transfrontera de EEUU con México, comenta que "el prospecto de una contabilidad más estricta ha causado pánico (sic) en algunos líderes centroamericanos".
La polémica Jacobson —que también forma parte del Consejo de Seguridad Nacional— aseveró que "en lugar de colocar la mayor parte del dinero en las Tesorerías nacionales, las mayores cantidades serán transferidas a las ONG (sic), a programas para madres solteras y entrenamiento de jóvenes" para que en última instancia "se fortalezca a las sociedades en lugar de enriquecer a esos gobiernos".
No es ningún secreto que la mayor parte de las ONG dependen no pocas veces de las instrucciones directas de Washington y que con tanto financiamiento externo no solamente se colocan por encima de la constitucionalidad de los gobiernos legítimos, sino que también se vuelven el conducto idóneo para aplicar políticas exógenas que atentan contra las soberanías de los países anfitriones.
¿Prepara la administración Biden-Harris con Roberta Jacobson un plan piloto de experimentación en Centroamérica, para ser emulado en otras partes del mundo, en el que las ONG se conviertan en los supremos controladores de los rivales y débiles gobiernos secuestrados?
Los Angeles Times aduce que "miembros del Congreso y varios de los consejeros de Biden formulan como "un error inyectar dinero en países que han mal usado y dilapidado la ayuda de EEUU con nulos resultados".
Juan González, a cargo de los asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de Biden, alega que los prometidos 4.000 millones de dólares no tendrán impacto "sin la voluntad política de los gobiernos de Centroamérica para implementar acciones, aún cuando sea contra sus intereses políticos".
Si el enfoque de Biden se refiere a resolver las "causas de raíz" de la inmigración ilegal, como la pobreza y la inseguridad, tales encomiables designios no pueden ser encomendados ni a las ONG, que traen una agenda exógena propia, ni a la misma embajada de EEUU sin que los gobiernos participen en forma conjunta con los donantes y sus sociedades civiles ad hoc.
Hoy las dos administraciones de Biden y Trump se querellan por las "causas de la migración", mientras que Los Angeles Times vislumbra que "otra idea planteada (sic) por Biden es la reconstrucción de una Agencia Anticorrupción (sic) asignada a la región entera y patrocinada por la ONU". ¿Otro sueño guajiro? ¿A cuánto ascendería la quimérica nueva "ayuda"?
Como era de esperarse, los gobiernos del Triángulo Norte se han opuesto a las soluciones meta y supra-soberanas cuando las ONG "no están equipadas para absorber los millones de dólares". ¿Desea Biden resolver de tajo las causas migratorias o consagrarse a cambios de regímenes como operó EEUU durante los años de la guerra fría en Centroamérica?
Un alegato —que parece más bien una pérfida fuga para no cumplir las promesas propagandísticas de resolver la grave crisis de la inmigración— consiste en exorcizar a los 3 presidentes en turno del Triángulo Norte quienes son condenados como "aliados de Trump".
Tengo que reconocer que lo que he venido proponiendo desde hace años, un Plan Marshall para el Triángulo Norte y para el Estado de Chiapas (México) —que según mis cálculos debería ascender a un mínimo de 400.000 millones de dólares, basado en un análisis holístico de la superficie territorial, densidad, número de habitantes, PIB nominal, PIB per cápita e Índice Gini— se quedará en la distopía como letra muerta con esta inesperada voltereta del núcleo duro de Biden.
Resaltan los 871 km de frontera con Guatemala de 3 Estados mexicanos: Chiapas 654 km; Tabasco 108 km; y Campeche 194 km, y donde el polémico Luis Videgaray, poder tras el trono de Peña Nieto, deseaba construir un ignominioso muro sureño.
Los flujos migratorios tienden a penetrar en la frontera con Chiapas debido a su mayor porosidad y su escasa vigilancia. La permeabilidad con Tabasco es mínima y todavía no alcanza los niveles críticos de su Estado vecino de Chiapas, mientras que la frondosa selva de Campeche constituye un verdadero muro infranqueable de la naturaleza.
Al cotejar el PIB per cápita del Triángulo Norte —Guatemala 4.582 dólares; Honduras 2.829 dólares y El Salvador 4.041 dólares— asombra la situación deplorable de Chiapas (México) con un PIB per cápita de 2.291 dólares, en contraste con sus vecinos de Tabasco (7.595 dólares) y Campeche (14.590 dólares) con menor población y pletórica riqueza petrolera.
¡El PIB per cápita de Chiapas es el peor de todas las 6 entidades citadas: 3 del Triángulo Norte y de los 3 estados de México con Guatemala!
Justamente esta es una de las grandes fallas de la prometida ayuda retórica de Biden al Triángulo Norte, que discrimina a Chiapas, y que no será cumplida debido a tantas "restricciones".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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