Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 23 de abril de 2021
Carlos Ferreyra, es un prestigioso médico (Universidad Nacional de Córdoba, AR) , activista climático, con formación en epidemiologia avanzada y salud pública (Londres, Helsinki, Madrid, Alicante). Tiene más de 30 años de experiencias en la gestión pública institucional y el trabajo en terreno en más de 40 países de América, Europa, Asia y África, para controlar en poblaciones urbanas y rurales, brotes epidémicos de enfermedades infecciosas –Chagas, TBC, Cólera, Dengue, Chikungunya, Triquinosis, etc-, y de patologías crónicas y sindemias –Tabaquismo, Accidentes de Tráfico, Obesidad, Violencias, Racismo, etc-, en casi todas las provincias argentinas, y en misiones para enfrentar la emergencia climática para organismos internacionales de la salud, y ministerios nacionales de salud.
Con Ferreyra hablamos extensamente sobre el momento actual del avance del virus en Argentina y la respuesta sanitaria al mismo:
–Argentina está inmersa en esto que se ha dado en llamar la “segunda ola de la pandemia”, con su derivación -ya prevista pero no impedida- de hospitales colapsados, de pacientes hacinados en pasillos y de médicxs y enfermerxs aconsejando que “no vengan a las guardias porque no podemos atenderlos”. O sea, una situación de peligroso desborde, fundamentalmente en la Ciudad de Buenos Aires y también en varias provincias. ¿Cómo está viendo ésta situación, sobre todo desde el punto de vista de lo que se pudiera hacer en lo inmediato para intentar menguar los costos en víctimas mortales?
-Estamos claramente transcurriendo una etapa de crecimiento en la dinámica del brote epidémico de SarsCov2, es decir, que en realidad, nuestra capacidad de contención anunciada del brote ha sido rebasada. Esto implica un desarrollo rapidísimo de la capacidad de propagación del virus en la población susceptible. Y cuando actúan simultáneamente varias cepas, es un proceso que no se puede medir específicamente y con la sensibilidad necesaria, con el nivel de desarrollo y operación de los programas de detección y rastreo existentes. Porque la ocurrencia del brote, va a creciendo exponencialmente, y hay que ver si hay capacidad de resistencia por parte de los programas de prevención/alerta/contención, a los que hay que aplicarlos con inteligencia epidemiológica y con la robustez necesaria, sobre todo a través del fortalecimiento de los programas de la atención primaria para hacer la detección temprana, el seguimiento y cuidado de los casos locales de esta enfermedad. Indudablemente, en Argentina, y en general en la región, vamos a tener problemas, porque no estamos preparados a nivel de atención primaria en general, por no estar en la estrategia argentina ni en los programas operativos existentes.
Los ciudadanos que sospechan de padecer la enfermedad se tienen que movilizar hacia los entornos de los hospitales, alejados de sus barrios, donde están los centros de realización de testeo, con el incremento del riesgo de transmisión de la enfermedad en sus movimientos. A ello hay que sumar las demoras en la confirmación de las pruebas, el retorno a casa, sin las indicaciones apropiadas necesarias para que la persona, y su familia estèn alertados de manera especifica sobre el desarrollo de la enfermedad,
Realmente, esto señala, que no se tiene en cuenta, la importancia que el ciudadano este informado del transcurso de la historia natural de la enfermedad, para que el mismo ayude con ese conocimiento a controlar la sobredemanda sobre los hospitales cuando no es necesario concurrir.
Hoy sabemos que de cada 10 afectados, un numero alto, 8-9, tendrán una enfermedad sin síntomas de gravedad, y de ellos, una parte podrá complicarse con síntomas de alarma -agravamiento del cuadro-, que pueden ser resueltos a nivel de la atención primaria no solo por médicos, si es que se los atiende tempranamente a través del paciente que los esta sufriendo, si el paciente los detecta y sabe que hacer (llamar a los profesionales de la atención primaria en su barrio).
Lamentablemente, hoy, muchos de estos casos, no atendidos a tiempo, ni contenidos a nivel local, terminan con síntomas más grave, de manera tardía y en un estado de deterioro serio, en el hospital.
A ellos se suman, los 2 o 3 pacientes que muestran un cuadro de deterioro precoz y sùbito agravamiento, que son los que necesitan llegar al hospital y ser atendidos de todas sus necesidades, incluida las camas de terapia intensiva.
Entonces, en la lógica sanitarista -que en Argentina y en la región (veamos el ejemplo de Cuba), lo que tenemos que hacer es evitar que esos ocho pacientes que se han infectado vayan al hospital sino presentan síntomas de alarma, para escudar a los que realmente necesitan la atención hospitalaria, a los más complicados. Esto implica una acción a nivel de atención primaria y del propio ciudadano que es huésped del virus.
Siguiendo la historia natural de la enfermedad, sabemos que en la mayoría de los infectados, esta se experimenta como una simple situación de dolencia y que se va a autolimitar, puesto que el organismo huésped (nosotros) enfrentará eficazmente y con éxito el virus.
Algunos tendrán ciertas molestias, incluso fiebre, en cuyo caso habrá alteraciones de los parámetros normales, y hay que tener contención a nivel local. En estos casos, la atención primaria puede hacerlo claramente.
De esta manera se evita que cualquier persona que tiene molestias, que son controlables a nivel local, pueda atenderlas desde casa y no tenga que ir los hospitales que están desbordados. Eso va a suceder: habrá oleadas a lo largo de los próximos meses, y al no haber contención epidemiológica, los casos caerán sobre el sistema hospitalario, saturándolos.
Más o menos esto es lo que ya está pasando en la Ciudad de Buenos Aires. Falta un programa de Escudo Epidemiológico a pesar de que aquí hay un buen nivel de atención primaria (a pesar de que históricamente se lo quiere derribar a través de políticas mercantilistas y de fragmentación en el sistema de salud porteño). Lo mismo pasa en todos los sistemas de salud provinciales y en todas las Regiones Metropolitanas de la Argentina.
-¿Para usted, la vacuna es la herramienta más útil para enfrentar este difícil momento?
Creo que, desde este punto de vista, del fracaso de la atención primaria, lo que mejor surge como tecnología para combatir la epidemia en Argentina, y que está en la mente de la población argentina, fuertemente “medicalizada” por los médicos y los Ministerios de Salud (también en la región suramericana), es hoy la vacuna.
Pero hay que reconocer, que tampoco con la vacuna se ha avanzado al ritmo de aplicación, con el cual se podria compensar la velocidad de transmisión, dinámica de la ocurrencia del brote en la comunidad.
El concepto de posible “inmunidad poblacional” ha quedado postergado, salvo en casos concretos como en la de los trabajadores de la salud. La falta de inteligencia epidemiológica existente, tampoco ha impulsado programas de contención a través de la vacunación en otros grupos de trabajadores ni en urbes mas pequeñas, que podrían aportar éxitos enormes, y que estoy seguro en etapas previas de la epidemiologia argentina – la epidemiologia argentina ha sido colonizada de hecho por las políticas neoliberales y el proceso de medicalización del neoliberalismo para avanzar en la privatización del sistema de salud, y por defecto, en la ausencia de epidemiólogos con experiencia de terreno en los diferentes grupos de asesores presidenciales y ministeriales (la mayoría son hoy infectólogos o vacunadores)-, se habrían puesto en acción.
En términos concretos, la vacuna demuestra que, al no estar, va a facilitar este proceso del impacto del brote.
Los que lograron tener la dos dosis de la vacuna podrán superar la enfermedad agravada, a pesar de ser grupo vulnerable. Pero hay hipótesis (de salud pública muy cuestionadas), que quienes tienen una dosis, podrían pasar la enfermedad más suave, pero eso es algo que habrá que ver y depende de las condiciones de las personas vacunadas.
Depende de la vacuna también, porque hay algunas, que tienen diferentes niveles de eficacia, por ejemplo la vacuna china no tiene demostración de eficacia con una sola dosis, pero si con las dos dosis. Con la vacuna rusa se plantea otro problema, y que para mi, representa un problema muy importante para nuestro país: el que una gran parte de la población vulnerable esta vacunada con la Sputnik V, solo con su primera dosis, y que muchos de ellos, al no recibir la segunda a tiempo, ya sobrepasaron los parámetros fijados por sus productores, de un máximo de 29 días, para generar anticuerpos esperados. También rompen con la razones por las cuales la vacuna pudo ser inscripta de emergencia por el ANMAT para proceder a su aplicación en el país..Se tomaron decisiones de salud publica, y no apoyadas en los criterios de seguridad individual de los personas que recibieron la vacuna. De allí, es que estamos viviendo una situación complicada en cuanto al análisis específico de los aportes de las vacunas en el control de la epidemia argentina.
-En general, a quienes reciben la primera dosis de la Sputnik, les informan que la segunda dosis recién se la darán a los 60 días o mas ¿Eso quiere decir que pasados los 30 días perdería efecto esa segunda aplicación?
-Estoy diciendo que esa vacuna se aprobó con unos resultados de ensayos clínicos controlados en laboratorio que contenía cierto nivel de eficacia de la vacuna con primera y segunda dosis. A partir de allí, si habría que hacer una separación de las dosis, generadas por el fabricante que dio ese margen de 29 días entre una y otra, supondría tener que hacer un nuevo ensayo controlado para comprobar que los que se vacunan a dos o tres meses de la aplicación de la primera dosis realmente tienen el mismo nivel de protección. La sustitución de la medición de anticuerpos no forma parte de un proceso de evaluación apropiada de la capacidad de una vacuna, en función de quitarle la presencia de la segunda dosis a los periodos definidos por su fabricante. Esto es una medida de salud pública, no es una medida de salud individual. Hay que diferenciar políticas de salud pública en función de criterios de salud pública, no un criterio de lo que se plantea un ensayo de vacunación controlado que demuestra un nivel de eficiencia en laboratorio, aplicando las dos dosis.
¿Qué opina de esta polémica que se está dando sobre abrir o no las escuelas y colegios para clases presenciales?
-Mira, yo me hago esta escenario para entender la coyuntura: el «buque Argentina», barco en el cual estamos todos los argentinos, está navegando hoy en aguas profundas, en el medio de una tormenta gravísima, que nos plantea un aumento muy significativo del riesgo poblacional en las próximas semanas.
Cuando el buque Argentina, que está a cargo de un capitán general, es decir nuestro Presidente, que esta en peligro, este tiene que tomar decisiones urgentes, y todos los que estamos en el buque tenemos que aceptar lo que mande el capitán del barco. Porque si lo aceptamos nos hacemos un favor a todos. Si el capitán del buque Argentina, nuestro país, dice que el riesgo es enorme, y dice que hay que cerrar las escuelas, no hay más que hablar. Además quiero aclarar, que se han dado circunstancias importantes y tenemos que analizarlas desde esta perspectiva.
Recordemos que hace dos semanas, también el capitán del buque, y su gobierno lanzó un mensaje a la sociedad argentina que al parecer no se comprendió. Dijo a la sociedad argentina, a los niveles subnacionales -provincias y municipios-, y sectores privados, que podían comprar vacunas.
Nosotros no somos un país que está en absoluta ruina, es cierto que hay parte de la población que está muy mal, la mayoría, y hay otro sector, que tiene mucho dinero, en las provincias. Las vacunas son muy importantes en este momento.
Para mi hoy, es mucho más urgente comprar vacunas, que construir caminos y carreteras o tener abiertas pizzerias o bares.
Desde este punto de vista, este mensaje que hace 15 días fue lanzado, no fue tomado por nadie. No he visto a ningún gobernador mostrando las vacunas que tendría que haber comprado ya para salvar vidas de sus conprovincianos. Es más, ahí tenemos la situación de la Ciudad de Buenos Aires, que tiene un gobernador que quiere abrir las escuelas en vez de demostrar que la prioridad número uno es hoy tener vacunas.
Esta es la dolorosa realidad argentina. Desde este punto de vista, tenemos que ser objetivos, no tenemos que discutir en este momento los aspectos de la grieta, sino las prioridades de nuestro país y las necesidades de los argentinos y que no queremos que nuestros hijos, madres o abuelos, se queden sin el respirados que necesitan o que mueran en una ambulancia buscando camas que ya no hay, o peor, que se mueran en casa o en la puerta del hospital por falta de oxigeno.
Tenemos un sistema de salud que no está preparado, tenemos un sistema de contención que no existe, no hay escudo epidemiológico que contenga la enfermedad.
Tenemos una sociedad argentina que no entiende el concepto de la historia natural de la enfermedad.
Tenemos que plantear prioridades. Acá la prioridad es la vacuna, no en el sentido sanitario sino social, no solo para proteger la vida.
Si no hay trabajadores vacunados, si la gente que trabaja no está vacunada para poder recuperar la actividad económica, vamos a tener un problema que se extenderá en el tiempo.
Entonces, ese mensaje que se largó hace unos días, no fue correspondido, ya que no se ve que los gobernadores realmente compren vacunas.
Tampoco los sindicatos se han percatado de la gravedad de su situacion. En un país que se ufana de tener Obras Sociales, que los trabajadores no tengan vacunas, Donde esta el Sistema Solidario de Salud?
Además, yo quiero enfrentar a la mala información. Aquí se instalo una noticia falsa, que es la que sostiene que no hay vacunas. Yo personalmente, se que hay vacunas en el mercado global, sí hay disponibilidad.
Estamos en una situación en donde si no se avanza con urgencia en resolver la escasez de vacunas antes del invierno, estamos fallándole, en el contrato político, a quienes nos votaron, si uno es gobernador, intendente, secretario general de un sindicato, o se trabajo en el ámbito de una estructura empresarial, si ellos no se deciden a hacer todo lo posible para traer la tecnología, la vacuna que necesitamos y que existe.
-Evidentemente, cuando usted dice que hay que aceptar lo que está planteando el capitán del buque, nos encontramos con que el jefe porteño Rodríguez Larreta no lo acepta. Pero no es solo él, ya que hay otros “marineros» de ese barco que están en disidencia con ese planteo. Por momentos, unos y otros parecen estar más pensando en lo electoral que en cuidar a la gente y salvar vidas.
-Es lamentable, creo que si todos estamos en el buque Argentina y tenemos una prioridad, y está claro que la prioridad existe, no como capricho del capitan, la realidad es que la epidemia está aquí.
Tengo que aclararles a los argentinos que siguen creyendo que esto es una pandemia, que solo se trata de una epidemia más, otra más de las que trae el cambio climático, como lo son el dengue, el chikungunya, el zika o las olas de calor, etc.
Si no actuamos con seriedad y urgencia ante esta epidemia, no entendemos que estamos en una situación grave en el país, y somos parte de este buque, y empezamos a tirar cada uno según sus capacidades individuales, vamos muy mal.
Quien no actúa a nivel de sus responsabilidades oficiales institucionales, le está haciendo daño a mucha gente. Me imagino en una provincia donde no llegan las vacunas, eso va a producir daño en la población. Esta situación no está siendo comprendida por la población y por otro lado también, es claro, que los otros capitanes- los gobernadores, los empresarios, los dirigentes sindicales, entre otros-, que están a bordo del buque Argentina, tienen que estar haciendo todo lo posible para traer la tecnología que necesita su provincia, su gente. No hay tiempo para perder. Cada día, cada semana que pasa, nos acercamos más y más a un desastre.
Lo que intento con estas opiniones es salir de la discusión de la grieta que ya ha causado daño a los que estamos comprometidos con nuestros pueblos, con el futuro, con los trabajadores. Estoy preocupado por los trabajadores, porque no ha habido una política para vacunarlos. Se habla de trabajo esencial, pero no hay choferes de colectivos, no hay gente vacunada entre los que atienden en los supermercados, los petroleros, los camioneros, no hay trabajadores y trabajadoras que estén vacunados para evitar lo que se viene.
-¿Cuál es su pronóstico sobre lo que está por venir?
-Se viene una época de tremenda circulación viral y lo que tenemos que hacer, si bien las vacunas no son el hecho que van a parar la infección y la propagación, sí la va a contener y evitará las muertes y daños mayor a la salud de las personas. Por eso es que creo que tenemos que jugarnos en esa línea, más aún sabiendo que hay vacunas fuera de aquí. Me parece muy grave que no se pueda resolver.
-Casi criminal que no se haga…
-Realmente esa condición y definición la tendría que plantear la justicia. Lo que si puedo decir es que la posición de gente como Donald Trump, en Estados Unidos, respecto de la pandemia, o el papel de Bolsonaro, han sido terribles, lo más parecido a un genocidio.
Ellos han inspirado a las derechas y grupos de conservadores en todo el mundo. Hoy la derecha extrema esta creciendo como la otra gran epidemia que va a traer mas enfermedad, pobreza, degradación social y muerte.
Me pongo duro, militante, como médico y epidemiólogo, y digo claramente que hoy esos hechos deben ser contestados por la sociedad y los ciudadanos de bien, y que la justicia internacional debe analizar los daños gravísimos que han ocasionado tanto Trump como Bolsonaro, no solo a sus países sino a toda la región.
El genocidio, como resultado de esa actitud, es paralelo al ecocidio y exterminación de la naturaleza que el modelo de la economía neoliberal esta produciendo a través de sus herramientas de explotacion, en solo estos últimos 50 años, en un tiempo, en el que Argentina era otro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario