MADRID (Sputnik) — La medianoche del 31 de octubre al 1 de noviembre marcó el arranque de la campaña electoral para las elecciones generales del próximo 10 de noviembre en España, unos comicios en los que la crisis territorial en Cataluña volverá a ocupar un papel decisivo.
El arranque oficial de la campaña traerá consigo las clásicas escenas de líderes políticos pegando carteles con sus caras en las calles, aunque a nivel práctico no conllevará ninguna novedad, ya que los candidatos en liza llevan semanas realizando actos preelectorales.
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Estas elecciones, las cuartas en cuatro años, llegan después de que Pedro Sánchez no consiguiese ser investido por el Congreso de los Diputados tras los comicios celebrados en el mes de abril, en los que el PSOE fue la formación más votada.
Sánchez se embarcó en un proceso de negociación para formar Gobierno con la coalición izquierdista Unidas Podemos, pero los diálogos no llegaron a puerto y el país se vio abocado a una repetición electoral.
En estos comicios el PSOE se presenta con el lema "Ahora sí" como principal eslogan de campaña, una expresión que intenta sacudir la apatía del electorado ante el posible efecto desmovilizador de la repetición electoral.
"Quien quiera desbloquear la situación, aquí está el PSOE", dijo Sánchez durante el acto celebrado en Sevilla.
El líder de los conservadores, Pablo Casado, aseguró ante simpatizantes de su formación que el Partido Popular es la "única garantía" para desbloquear la situación en contraposición a un Pedro Sánchez que "ha traicionado a todos y no pacta con nadie".
Pablo Casado basó buena parte de su discurso en abordar la situación de crisis en Cataluña, donde afirmó que "no le temblará el pulso" a la hora de aplicar cualquier tipo de medida que considere necesaria para garantizar el mantenimiento del orden público.
La cuestión catalana será uno de los principales ejes de la campaña electoral tras la agitación generada por la condena del Tribunal Supremo a los doce líderes independentistas llevados a juicio por el referéndum unilateral del 1 de octubre de 2017.
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Todo ello, unido al fragmentado sistema de partidos y a la posibilidad de que el escenario de repetición electoral tenga un efecto desmovilizador sobre los votantes, hace que estos comicios sean una incógnita.
Con los estudios demoscópicos en la mano, la única certeza es que ningún actor tendrá mayoría absoluta tras las elecciones, pero quedan en el aire cuestiones cómo si habrá una mayoría de izquierdas o una de derechas.
Aunque el PSOE y el PP parten como los dos partidos mejor colocados en las encuestas, en estos comicios —y por tanto en el posterior proceso de formación de Gobierno— también jugarán un papel importante la coalición izquierdista Unidas Podemos (UP) o la formación liberal Ciudadanos.
Asimismo, jugarán un papel importante otros actores como Más País —una escisión de UP que aspira a ensanchar el espacio progresista con una candidatura verde— o la formación ultraderechista Vox, que puede afianzarse en incluso crecer al calor del debate territorial.
Con estos mimbres, los líderes políticos deberán buscar fórmulas de acuerdo que pongan fin de una vez a la simbiosis de bloqueo gubernamental y legislativo arrastrada durante años, un bloqueo que actualmente hace que el país tenga un Gobierno progresista cuyas políticas son determinadas unos presupuestos aprobados por un Gobierno conservador en el año 2018.
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