jueves, 28 de noviembre de 2019

¿Son sostenibles los niveles de deuda en latinoamérica?

Deuda Pública Latinoamérica
La deuda en Latinoamérica presenta, en muchas ocasiones, un verdadero quebradero de cabeza para los gobernantes. La debilidad institucional de estos países acaba comprometiendo el pago de la misma.
Si uno se para a observar el escenario económico en Latinoamérica, a la misma vez que hablamos de un conjunto de países con el mayor número de economías emergentes, también estamos hablando de unas debilidades internas que vulneran la capacidad de crecimiento del propio país. Latinoamérica es una región con grandes riquezas, pero que sigue bajo la amenaza de una serie de variables que no dejan de acechar el propio crecimiento y el desarrollo en la región. Variables entre las que podemos incluir la debilidad de las instituciones, la corrupción o las catástrofes naturales que han acechado a los países del triángulo norte de Centroamérica.
En los últimos años, grandes países latinos y centroamericanos han abierto sus fronteras, estableciendo acuerdos comerciales con nuevos socios que, antaño, no mantenían. El mejor caso para analizar es el de México. Un país que ha pasado de ser una economía más de Centroamérica a posicionarse como el principal socio comercial de los Estados Unidos, con un producto interior bruto (PIB) supeditado de manera contundente al comercio global. Un escenario en el que convendría destacar la negociación del país azteca en un momento en el que China y Estados Unidos mantenían la dimensionada disputa comercial que acecha a la comercio internacional en el planeta.
Y es que, aunque en determinados aspectos, la economía latinoamericana siga mejorando sus procesos, aún siguen quedando muchas incógnitas por resolver. Incógnitas que, como mencionábamos anteriormente, acaban siendo un lastre para el propio crecimiento del país. Aspectos como la corrupción, la debilidad de los gobiernos en materia fiscal, la fragilidad de las instituciones o, en muchas ocasiones, la vulnerabilidad de los mismos gobiernos, derivada de esa tendencia política caracterizada por el hiperliderazgo en los partidos, propician estructuras políticas más débiles y frágiles que en otros países occidentales.
No obstante, podemos ver como sí se han hecho esfuerzos en acabar con la situación. No podemos decir que la situación es la misma que hace 50 años, aunque sí podemos afirmar que no todo el trabajo está hecho. La simple noticia que conocíamos hace unas semanas donde un narcotraficante ponía contra las cuerdas al Gobierno de México, obligando a las fuerzas de seguridad a liberar al delincuente, siguen representando un problema para la confianza institucional e internacional de los países que integran la región. Tampoco podríamos olvidarnos de otras situaciones tan decepcionantes como el caso de Venezuela o Bolivia, donde los conflictos políticos han llevado a ambos países a situaciones bastante tortuosas.

Economías con gran potencial de crecimiento, pero muy débiles

Sin generalizar, muchos países que integran el conjunto poseen buenas tasas de crecimiento real, impulsadas, quizá, por su carácter emergente y la capacidad de generar nuevos flujos de crecimiento, siendo este el caso de México. La capacidad de estos países, situados de tal forma que forman parte de la estrategia de muchas compañías que desean abrirse a Estados Unidos, así como aquellas que desean entrar a Europa por el factor del idioma compartido con España, les lleva a estar siempre en el foco del interés de otras muchas economías.
Sin embargo, pese a ser una gran foco de atracción de inversión extranjera directa (IED), la gran capacidad de atracción, en numerosos casos, se ve mermada por la incapacidad de muchos gobiernos para combatir aquellos aspectos que vulneran las garantías del inversor. La corrupción, así como la inseguridad jurídica que aporta la debilidad de las instituciones, acaban siendo una detractor para esta inversión extranjera, al no tener, el país, la capacidad total de garantizar el capital de la inversión, así como el correcto desarrollo del negocio en el país. Desde un asalto hasta el propio cobro de tasas indebidas, acaban echando al inversor en manos de otros países con mayores garantías.
Una tremenda pena, pues muchos países de América Latina poseen tasas de informalidad en sus economías muy elevadas. El Salvador, por poner un ejemplo, posee cerca del 72% de sus empresas como economía informal. Esto es un completo lastre, pues los gobiernos no tienen la capacidad de hacer eficiente y efectiva la propia recaudación fiscal en el país. Una recaudación que, por otro lado, acaba comprometiendo al propio país, así como su crecimiento y el bienestar de los propios ciudadanos, pues la falta de recursos impide a los gobiernos cumplir con sus obligaciones de pago con los proveedores, sus servicios públicos básicos, así como con sus acreedores.

¿Son sostenibles los niveles de deuda?

Si observamos los niveles de deuda en Latinoamérica, a la vez que vemos la gran disparidad que presentan algunos países como Argentina o Venezuela con el resto de países miembros, también podemos observar que, el promedio de deuda en el conjunto podría estar cercano al 69% sobre el PIB. Es decir, los niveles de deuda en Latinoamérica, en contraste con países como España (99%), Portugal (121%) Italia (132%) o Grecia (176%), no son excesivamente elevados. En contraste, de acuerdo con los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda en países como Colombia supone el 51% del PIB, mientras que en otros más liberalizados como Chile, los niveles de deuda rondan el 27%.
Deuda pública por países Latinoamérica y el Caribe
Esto, a priori, no es un problema. Sin embargo, cabe recordar lo que decíamos en el párrafo anterior, pues los elevados niveles de corrupción en el país, donde la economía informal representa un gran porcentaje de la propia economía, el compromiso con los compradores de deuda, en un escenario donde los intereses son más elevados que en otros países, suponen un gran problema. Es decir, los elevados costes de la deuda en Latinoamérica, sumado a la debilidad en materia fiscal de las instituciones por los elevados niveles de informalidad económica, acaban comprometiendo al propio gobierno, que se ve en la obligación de tener que pagar mayores intereses por la propia financiación. Concretamente, el coste promedio de la deuda pública en latinoamérica es 2,5 veces superior al de la Zona del Euro tomando los últimos datos disponibles ofrecidos por el Banco Mundial.
Esta situación, donde, en principio, no estamos viendo unos niveles de deuda alarmantes, por el simple hecho de poseer esa estructura tan débil de las instituciones, los niveles de deuda, pese a ser bajos, representan ese problema que mencionábamos. Por esta razón, los gobiernos de aquellos países miembros deben mostrar una mayor cautela con los niveles de deuda, pues hemos podido observar como hace unos meses, el propio FMI tuvo que atender el rescate del Ecuador para sanear sus cuentas públicas, presentando unos niveles de deuda cercanos al 50%. Por terminar con el ejemplo de contraste, algo que no ha ocurrido en España, por ejemplo, donde con una deuda del 99% del PIB, el país presenta una prima de riesgo mucho menor, así como una mejor situación financiera más estable.

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