Las armas del legendario fabricante ruso Kalashnikov son conocidas por su fiabilidad y fortaleza. Pero incluso ellas tienen sus límites. Los especialistas averiguaron qué hace falta para que dejen de funcionar.
Los ingenieros de la compañía llevaron una particular prueba de choque con un fusil de asalto AK-74M con varios años de uso y el consecuente desgaste. Una de las pruebas más duras para las armas de fuego son las series de disparos largas, ya que algunas de sus partes llegan a calentarse hasta temperaturas extremas si no se les da tiempo para enfriarse.
De hecho, el Ministerio de Defensa de Rusia exige que este modelo de fusil sea capaz de realizar 180 disparos seguidos en un modo completamente automático sin que haya fallos. Vista la reputación de Kalashnikov, esta exigencia no supone ningún problema para el AK-74M.
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El punto final llegó tras realizar 587 disparos: fue entonces cuando reventó el cañón cerca de la caña. Según explicó el ingeniero, las partes de plástico, aunque se fundieron, no se deformaron. Más tarde, después de enfriar el arma, notó que hubo daños irreparables solo en el compensador de gas y que se había atascado la bala.
Aunque el daño fue considerable, el especialista de la compañía destaca que esta prueba supera por lejos las exigencias que se le imponen a esta arma, razón por la cual no fallará en combate.
Al mismo tiempo, se hace una advertencia para que no se imite el experimento, puesto que puede ser peligroso y se aclara que el protagonista del vídeo es un experto con equipamiento de seguridad.
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