Martes, 11/08/2015
Por: José Vicente Rangel
Los venezolanos no nos paseamos, ni remotamente, por la posibilidad de que la histórica reivindicación del Esequibo —territorio arrebatado al país por la conjura de potencias imperiales—, degenere en un conflicto armado. Todos los gobiernos venezolanos reiteraron, sistemáticamente, que asumían el delicado tema en el marco de la paz y con base en el derecho internacional.
Nunca los Jefes de Estado venezolanos se ha paseado por la hipótesis de una confrontación armada, incluyendo al actual presidente Nicolás Maduro que ante las provocaciones del presidente guyanés David Granger —y de su Canciller— mantiene una actitud serena, responsable, invocando siempre el mecanismo del "buen oficiante" previsto en el Acuerdo de Ginebra de 1966, como la única opción para solucionar el diferendo. Esto está claro para todos porque la doctrina de la solución pacífica de conflictos y el rechazo al empleo de la fuerza, es la columna vertebral de la política nacional e internacional del Estado venezolano.
2) ¿Ocurre lo mismo con el actual gobierno de la República Cooperativa de Guyana? Ocurre todo lo contrario. El trato deferente, respetuoso, que Venezuela siempre le ha dado al vecino, la contribución a la solución de problemas de la nueva nación, de mano tendida hacia su pueblo y gobierno, es correspondido con especulaciones malévolas sobre supuestas intenciones imperiales venezolanas que envenenan las relaciones. Esa posición, muchas veces ambigua, con una fuerte carga de desprecio, se sinceró con el acceso al gobierno de David Granger, exoficial de la Fuerza de Defensa de Guyana, quien optó por la provocación abierta y sin tapujos. A sabiendas, por ejemplo, que la concesión otorgada por el gobierno guyanés a la empresa Exxon Mobil para extraer petróleo en áreas marinas en disputa —lo cual requiere consultar a las partes que suscriben el Acuerdo de Ginebra—, fue no solo una violación descarada del texto sino una provocación deliberada con un trasfondo oscuro que poco a poco se está aclarando.
3) ¿Por qué lo digo? Porque no se trata de un simple acto de provocación o de una excusa para desligarse del compromiso de Ginebra. Ya se empiezan a conocer algunos pliegues de la operación. Uno es el propósito geopolítico que en la zona apunta contra el actual status del Caribe del que es expresión Caricom. La experiencia traumática que vivió el gobierno de los EE UU en la cumbre de Panamá, concretamente Obama, quien no logró cambiar la correlación de fuerza en el magno evento, pese del esfuerzo que hizo reuniéndose con los Jefes Estados caribeños en Jamaica un día antes, fue una lección que asimilaron rápidamente aquellos factores que ven con creciente inquietud el desarrollo político y social del Caribe.
La oportunidad que ahora brinda la confrontación con Venezuela de un país angloparlante como Guyana, sin duda con ascendiente racial e histórico, como se deduce de las recientes palabras de su canciller que invoca la raíz africana de Guyana como argumento definitorio de la posición que mantiene, y, al mismo tiempo, su carácter aglutinador. Hay toda una estrategia para cambiar el status existente —en cuya conformación fue determinante la actuación y el pensamiento de Chávez—, aprovechando la actualización del diferendo con clara intención política, ideológica, económica y militar.
4) Lo militar merece especial consideración. Sobre todo para que el pueblo venezolano esté debidamente informado. Porque mientras la difusión del tema Esequibo se concentra en los aspectos diplomáticos, históricos y jurídicos, hay datos reveladores de una estrategia político-militar en marcha.
Por un lado está la manera como se estrecha la relación del gobierno guyanés con el Pentágono y el Comando Sur. Ejemplo: se sabe que tropas de las Fuerzas de Defensa de Guyana realizan con efectivos extranjeros ejercicios de guerra de selva y supervivencia en zonas en reclamación del Esequibo.
El pasado 24 de junio, los ejercicios militares de la Escuela de Formación de actividades de guerra de selva en zonas fluviales, en la región de Makouria, en el río Esequibo, entrenaron en labores consistentes en adiestrar las unidades presentes con participación de personal militar de EE UU, Brasil y Guyana. En las operaciones han estado presentes el Coronel de la Guardia Nacional de Florida, Robert Mitchell, quien participó en las guerras de Afaganistán e Irak, y el jefe adjunto de las Fuerzas de Defensa de Guyana, Coronel Khemraj Persaud.
Este oficial manifestó, en palabras al personal militar, que tales ejercicios ayudan a forjar alianzas estratégicas, pero que actualmente es un período crítico, ya que su país mantiene una constante amenaza desde Venezuela. El gobierno guyanés comienza a asumir el diferendo en términos bélicos, a partir de la presunción de un ataque armado de Venezuela, que como se sabe nunca ha estado planteado.
Tal avaluación de las circunstancias auspicia la organización y entrenamiento las Fuerzas de Defensa de Guyana, y dentro de las reacciones generadas contra Venezuela se crean escenarios hipotéticos de guerra en la zona del Esequibo. Lo cual conduce al gobierno guyanés a aumentar su personal de tropa, buscar alianzas y demostrar con ejercicios militares con fuerzas extranjeras, que cuenta con apoyo de los países que participan. ¿Simples provocaciones, juegos de guerra, aventuras para montar falsos escenarios bélicos? Hay de todo. Pero lo cierto es que nada debe ser subestimado. Porque existen poderosos factores detrás de lo que se insinúa y de la escasa información que se conoce en torno a proyectos que se gestan contra la estabilidad de Venezuela
Claves secretas
• SE REPITEN los actos de violencia en distintos lugares del país. ¿Quién los motoriza? No los considero producto del azar. Lo cierto es que se repiten ciertos rasgos que caracterizaron la guarimba del año 2014. Hay grupos organizados operando. Sincronizados. El formato es sencillo: unos pocos agitan frente a mercados e incitan al asalto. Luego desaparecen y burlan a la fuerza pública…
•EN UN contexto como el actual, con una difícil situación económica que altera el ánimo de la población, y en el marco de un proceso electoral que extrema la polarización, resulta relativamente fácil crear el caos. No hay que subestimar nada, y el gobierno tiene que estar plenamente consciente de que debe actuar, con respeto a la ley y a los derechos humanos, y, el mismo tiempo, con firmeza…
• EL CLIMA político se va a enrarecer más por la crisis galopante de la oposición. La escogencia antidemocrática de candidatos que desnudó a la cúpula, la MUD, su ausencia en el debate, la carencia de proyecto, el agotamiento del liderazgo y la nula presencia del movimiento en la calle, estimula las tendencias aventureras. Para frenar la desmoralización, el cogollo apela a encuestas chimbas. Pero la medicina es peor que la enfermedad porque un resultado electoral adverso, como ya lo prefigura la pujanza de la campaña chavista y la pobre actuación opositora en la calle, será una catástrofe. ¿Qué queda entonces? ¿El recurso? ¿De nuevo la aventura?...
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