04 de junio de 2017
Crédito: alai
Agencia Latinoamericana de Información
Misión Verdad
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La
reciente agresión de Los Rastrojos en el estado Táchira, fronterizo
con Colombia, se suma a una serie de acciones contra Venezuela que
plantean un conflicto a partir de grupos irregulares en este país
vecino después de que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike
Pence, lo visitara unos días atrás y el jefe de la CIA, Mike
Pompeo, hablara de un trabajo en conjunto en pos de una "transición
pacífica" en Venezuela.
La agresión y los
antecedentes
Al mediodía del 27 de agosto, el general
Jésus Suárez Chourio, Comandante General del Ejército, informó de
un enfrentamiento en Táchira con personal de Los Rastrojos dejando
un saldo de seis paramilitares muertos, y una mujer detenida con
municiones y uniformes del ejército colombiano con grado y jerarquía
que se encuentra "dando declaraciones para precisar cómo actúa
este grupo en la frontera", de acuerdo a Suárez
Chourio.
Durante este año, además, se ha venido
registrando la siguiente cadena de acontecimientos:
el
desmantelamiento de un campamento paramilitar de 120 personas, con
uniformes de los ejércitos colombiano y estadounidense, el 22 de
marzo;
el 26 de abril, el gobernador del estado Táchira, José
Gregorio Vielma Mora, denunció el ingreso al país de 30
paramilitares para ejecutar acciones de violencia en el marco de
protestas opositoras;
y el ataque a la unidad militar Genaro
Vázquez, y las sedes policiales en San Juan de Colón y Capacho, por
parte de grupos de delincuentes "influenciados por
organizaciones paramilitares", de acuerdo a un comunicado del
alto mando militar bolivariano, el 17 de mayo.
Esta
incursión, además, se circunscribe dentro de un arco temporal en el
que Los Rastrojos han protagonizado un crecimiento en la región
fronteriza, según un estudio de la fundación colombiana Ideas de la
Paz.
Convirtiéndose entonces en el principal grupo
irregular de este área en detrimento de Los Urabeños, la otra
organización paramilitar que opera en la región, a tal punto de que
su jefe de finanzas, Julio Díaz Urango (alías "El Bobina"),
fue detenido el 5 de abril en el Táchira por las fuerzas de
seguridad venezolana.
Dos meses después, el 1° de junio,
dos miembros de Los Rastrojos fueron detenidos en Caracas con
material explosivo, bazucas, uniformes militares y gorras del
Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), también en el
marco de las protestas violentas de oposición.
El
involucramiento de este tipo de organizaciones que se vio justamente
en la misma constelación de territorios y ciudades periféricas del
occidente venezolano, donde estos grupos denominados Bacrim por el
gobierno colombiano expandieron sus redes criminales como mecanismos
de control político y económico (en la franja de Táchira, Mérida,
Zulia, Apure, principalmente), desde inicios del año 2000 según una
investigación del Wilson Center.
Un trabajo sistemático
por penetrar en el territorio venezolano.
El contexto de
las incursiones y acciones del paramilitarismo
La agresión
de Los Rastrojos, por otro lado, coincide con una serie de maniobras
de desinformación dirigidas a fabricar incursiones de la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana (FANB) en territorio colombiano, bajo el
contexto de los ejercicios cívico-militares del 26 y 27 de
agosto.
Concretamente, el gobernador del departamento
colombiano de La Guajira, Weidler Guerra, denunció una supuesta
incursión a territorio colombiano por Paraguachón (estado Zulia) de
oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), desmentido por el
ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López.
En
ese sentido, se atestigua la maniobra por silenciar la acción del
paramilitarismo colombiano en paralelo a la proyección de una
supuesta agresividad por parte de la FANB en la frontera, a tono con
el escenario planteado por el presidente Nicolás Maduro de "crear
las condiciones para fabricar un montaje" contra el Estado
venezolano bajo un "conjunto de provocaciones dirigidas por
Estados Unidos".
Así es que también pudieran
entenderse las últimas declaraciones del embajador estadounidense en
Colombia, Kevin Whitaker, donde afirma que "por culpa de
los bolivarianos se ha contemplado la posibilidad de una aventura
militar por parte de los venezolanos en contra de sus vecinos".
Lo
que le da mayor dimensión a esta serie de hechos cuando se los ve en
el contexto de la construcción de un expediente contra Venezuela a
nivel regional, a partir de una coalición de 12 países, aquellos
que componen la "Declaración de Lima". ¿Su propia "opción
militar" frente a la de Trump?
Otro dato de peso
alrededor de este cuadro es la reciente visita del vicepresidente
estadounidense Pence a Cúcuta, ciudad colombiana del departamento
Norte de Santander, fronteriza con Táchira. Visita en la que se dio
una "reunión con refugiados venezolanos" en Colombia,
apuntada a fortalecer la matriz de crisis humanitaria para volatizar
la zona fronteriza de los dos países.
Las provocaciones y
las similitudes con Siria
Este tipo de provocaciones hay
que observarlas en el marco de la nueva Doctrina Damasco del ejército
colombiano, como lo analiza María Fernanda Barreto en un trabajo
publicado por Misión Verdad, en el que se plantean "cuatro
tipos de operaciones: ofensivas, defensivas, de estabilidad y de
apoyo a la autoridad civil para integrar 'sus acciones con asociados
de la acción unificada, conjunta, interagenciada y multinacional'
para enseñar a los militares colombianos a utilizar términos y
símbolos que permitan la interoperatividad 'cuyo fin es que el
ejército conduzca operaciones militares unificadas (OTU) dentro del
país y a nivel regional y mundial'".
En 2015, la ex
subsecretaria de Defensa de George W. Bush, Mary Beth Long, recomendó
a las autoridades colombianas prepararse para lidiar con una "crisis
humanitaria en Venezuela", después de firmado el proceso de paz
con las FARC. Estas declaraciones fueron realizadas precisamente en
un foro realizado en Colombia en el Ministerio de Defensa del
país.
Estas organizaciones paramilitares, entonces,
nacidas como brazo ejecutor ilegal del Estado colombiano, son en
Venezuela las fuerzas proxy (por delegación) de la coalición
dirigida por Estados Unidos para generar las condiciones de un
conflicto irregular, que escenifiquen distintas provocaciones que
permitan una escalada de agresiones contra Venezuela desde el vecino
país.
Desde esta tribuna, por otro lado, muchas veces se
ha comparado a Colombia con el papel desempeñado por Turquía y
Jordania como canales logísticos de los grupos irregulares en la
guerra en Siria, incluyendo la participación de una Sala Operacional
de la OTAN en el país gobernado por Recep Tayyip Erdogan.
Turquía
asesora en este momento al gobierno colombiano sobre cómo
"administrar una crisis de refugiados", producto de su
experiencia siria. Crisis que Turquía colaboró abierta y
proactivamente a generar.
Sin embargo, el uso y abuso de
organizaciones como Los Rastrojos, en sincronía con las operaciones
informativas relacionadas a los "refugiados venezolanos",
plantea el interrogante de si desde el vecino país son capaces de
plantear el establecimiento de "zonas seguras" con
cobertura militar extranjera para supuestamente resguardar a la
población asediada por "la dictadura de Maduro", en una
maniobra similar a lo que se intentara perpetrar en Siria para
utilizar a los rebeldes moderados con el objetivo de ocupar el
país.
Sin dudas, desde esta óptica se puede comprender
cómo las organizaciones paramilitares colombianas son precisamente
pivotes (y mamparas) de toda operación multinacional que se pretenda
realizar contra Venezuela.
El paramilitarismo colombiano
es lo más parecido a un ejército invasor que plantea la "opción
militar" de Donald Trump en este momento.
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