Domingo, 05/04/2015
Crédito: Los Domingos de Díaz Rangel
Los días viernes y sábado próximos se reúnen en Panamá los 35 presidentes y jefes de Estado de América y el Caribe, en el más trascendental y conflictivo encuentro habido en la región en toda su historia
Los días viernes y sábado próximos se reúnen en Panamá los 35 presidentes y jefes de Estado de América y el Caribe, en el más trascendental y conflictivo encuentro habido en la región en toda su historia. Ni por asomo comparable a la IX Conferencia Internacional Americana reunida en la semidestruida Bogotá en abril de 1948, cuando el vecino país aún ardía incendiado por la ira popular a causa del asesinato de Gaitán, y donde se fundó la Organización de Estados Americanos, devenido desde entonces en “patio trasero” de Estados Unidos, tal era el grado de dependencia y sumisión de nuestros países respecto a esa potencia.
¿Por qué tanta expectativa por esta cumbre? Por varias razones: por sus agendas de trabajo, por la cantidad de participantes y la incertidumbre sobre las posiciones que algunos de ellos asumirán en cada caso, e igualmente por los cambios habidos en América Latina y el Caribe y la creación de organismos multilaterales, impensables hace apenas 15 años.
Nunca antes se reunieron tantos países de la región. En 1962, Cuba fue expulsada de la OEA, uno de sus fundadores, y a partir de 1967 aceptaron a los países angloparlantes caribeños y Canadá. La presencia cubana fue demandada por la mayoría de los latinoamericanos que advirtieron que no regresarían a otra cumbre sin su presencia. La reapertura de relaciones EEUU-Cuba, resolvió ese problema, pero las críticas a Washington por mantener un bloqueo que tanto ha perjudicado a ese país, así como la ocupación de Guantánamo, serán parte del debate que resultará urticante para la Casa Blanca.
Otras dos cuestiones menores serán el reclamo de Argentina sobre las islas Malvinas, usurpadas por el antiguo imperio inglés en 1873. E igualmente se espera la justa demanda de Bolivia de una salida al mar, que lo enfrentará a Chile, con variadas posiciones de los asistentes, dominada por la abstención, así como el planteamiento de independencia para Puerto Rico. Habría que agregar la agenda formal aprobada, que es la de menor interés y que seguramente aprobarán por consenso.
Pero la joya de la corona de la VII Cumbre es el decreto del presidente Barack Obama acusando a Venezuela de amenazar, de forma “singular y extraordinaria”, su ¡seguridad interna y su política exterior! Ni para qué decirles la reacción habida aquí, decenas de movilizaciones en Caracas y otras ciudades y la recolecta de 10 millones de firmas pidiendo la derogatoria del decreto. Tan significativa ha sido la respuesta de la región, y en todo el mundo (Europa exceptuada), desde la Alba hasta el Grupo 77 más China y del Movimiento de los No Alineados, como las de otras organizaciones multilaterales que expresaron su solidaridad con Venezuela y su rechazo al decreto.
¿Cómo se alinearán los participantes? Lo harán según las negociaciones secretas habidas -fracasadas las promovidas por EEUU-, la influencia de unos sobre otros, las coincidencias políticas e ideológicas. Unasur, que aprobó una resolución firme contraria al decreto, pero donde las posiciones de Chile, Perú y Colombia, y seguramente de Paraguay, podrían marcar diferencias. ¿Cómo votarán los centroamericanos, exceptuados Nicaragua y El Salvador? Se trata de países influidos desde el norte por México y EEUU.
Del Caribe no debe haber dudas respecto a República Dominicana y Haití, pero existen motivos para interrogantes sobre Caricom, que aunque condenó el intento golpista de febrero, no lo hizo ahora. Hay que recordar la reunión en Washington, antes de la Cumbre de Costa Rica, donde el Vice de EEUU los presionó para que abandonaran Petrocaribe y les pronosticó la salida del presidente Maduro. La Casa Blanca insiste, Obama irá a Jamaica a reunirse con ellos a formularles las mismas, y quizás otras ofertas. ¿Logrará resquebrajar la reiterada solidaridad con Venezuela?
Hasta la noche del viernes existían motivos para que no tuviéramos respuestas a la pregunta “¿qué pasará en Panamá?”. El presidente Maduro, coincidiendo con su firme respuesta, le extendió la mano para un diálogo. Otros gobernantes plantearon que esta es oportunidad para un positivo encuentro América Latina-EEUU, pues el problema no es con Venezuela. Se ignora si el secretario ejecutivo de Unasur tuvo éxito en conseguir las dos personalidades influyentes de la región para acercarse a Obama.
¿Qué habrán decidido en la Casa Blanca, influida por la derecha republicana y sus informantes oposicionistas venezolanos? ¿Habrá atendido lo que sin exagerar podría llamarse clamor internacional contra ese decreto y la injerencia que significa? ¿Habrían sospechado en una reacción como la habida? ¿Llegarían a la conclusión de que ya no es posible, en todos los casos, torcer el brazo a quien discrepe de sus políticas e intereses? ¿Y estarán convencidos de que su poder, particularmente en la región, comienza a declinar? Parece evidente que al fin se dieron cuenta de la firme solidaridad de los países latinoamericanos, y que encontrarán una igualmente firme respuesta a su decreto declarando a Venezuela una amenaza. Por lo que reconoció una vocera calificada del Departamento de Estado, “decepcionada” por la respuesta en la región, admitieron su fracaso. No se si será exagerado suponer que el sábado se irán con el rabo entre las piernas. Acompañados de sus viudas.
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Hace poco, la agencia Reuters hizo un sondeo entre 2.809 estadounidenses para que evaluaran “qué nivel de amenaza representa para EEUU una serie de países, organizaciones e individuos”. ¿Y ustedes se imaginan cuál fue la mayor respuesta? Por supuesto que no. Resulta que el 34% de los republicanos considera “a Obama una amenaza inminente”, por encima de Putin (25%) y del presidente Al Assad (23%). Mientras, el 22% de los demócratas considera a los republicanos. Además, figuran el Estado Islámico (58%), Al Qaeda (43%) y, entre individuos, Kim Jong- un (34%) y el ayatolá Alí Khameneí (27%). Por ningún lado están ni Venezuela ni Maduro.
El Viernes Santo reflexioné sobre el tema y llegué a la conclusión de que Venezuela sí es una amenaza a la “política exterior” de EEUU. Creo que es así porque la política exterior estadounidense ha recibido duros golpes con los procesos de integración latinoamericanos, con la formación de Alba, Celac, Unasur, y desde que Chávez asumió el poder, comenzaron importantes cambios del panorama político. Ahora no es tan fácil torcerles el brazo a los países de la región ni manejar a la OEA como lo hizo hasta hace poco.
A las 8:55 PM del viernes, Roberta Jacobson reconoció el fracaso de EEUU por la falta de apoyo de los países latinoamericanos, pero aunque ustedes no lo crean, dos horas después, al menos, no había reaccionado nuestra televisión pública cobrando esa “singular y extraordinaria” victoria. Ayer a las 11 am la vi en VTV, ¡pero retransmitiendo a Russia Today!
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