Mientras los países llevan a cabo sus campañas de vacunación contra COVID-19, la población mundial vislumbra un final más próximo para la pandemia. Sin embargo, estudios revelan que la respuesta inmune de una persona frente a la inoculación puede verse afectada en caso de estrés y depresión, entre otros trastornos mentales.
Además de los problemas sanitarios y crisis económicas que conlleva, uno de los asuntos de los que más se ha hablado en el marco de la pandemia de COVID-19 ha sido su largo número de consecuencias sobre la salud mental de las personas.
El aislamiento y el encierro generaron preocupación en los profesionales de la salud mental debido a las consecuencias que pueden tener a mediano plazo en las personas. La ansiedad, la depresión y el estrés son algunos de los trastornos mentales más mencionados. El suicidio, por otra parte, es otro elemento que ha prendido las alarmas a nivel internacional.
Para peor, desde el inicio de la pandemia se han interrumpido o detenido los servicios críticos de salud mental en el 93% de los países alrededor del mundo, a pesar de que la demanda de salud mental está aumentando, según reportaba la OMS en octubre.
Así lo ha indicado una revisión de 49 estudios de vacunas en humanos de los últimos 30 años, elaborada por investigadores de la Universidad Estatal de Ohio. En ellos, hay elementos que indican que los trastornos mentales "pueden afectar negativamente la respuesta inmune del cuerpo a la vacunación", y sugieren "mejorar los factores de salud (mental)" para mejorar esa respuesta.
"El poder de realizar mejoras que nos brinden la mejor oportunidad para una respuesta saludable a la vacuna contra el coronavirus está casi completamente bajo nuestro control. Manejar el estrés a través del ejercicio y la meditación de atención plena, dormir lo suficiente, dejar o frenar el consumo de tabaco y mejorar nuestras dietas, incluso a corto plazo, justo en el momento de la vacunación, podría influir en cómo responden nuestros cuerpos, sugiere la evidencia. Y para aquellos que luchan contra la depresión, ahora sería un buen momento para buscar ayuda profesional", se plantea en ese sentido.
¿Cómo la salud mental puede afectar la eficacia de las vacunas?
En los trabajos revisados, los investigadores identificaron tres categorías de respuestas inmunitarias problemáticas de personas que sufren enfermedades mentales: "interferencia con el desarrollo de anticuerpos contra el patógeno, erosión más rápida de la protección de anticuerpos que se desarrolla o intensificación de los efectos secundarios de la vacunación".
Por ello, reiteró que cuanto más trabaje la persona su salud mental, mayor será "la oportunidad de hacer que nuestra respuesta a la vacuna sea más rápida, más sólida y duradera". Pero, ¿cómo funciona esto?
En síntesis, los estudios incluidos en esta revisión señalan la relevancia de los factores psicológicos que operan en el comportamiento del sistema inmunológico frente a distintos tipos de vacunas: la de la influenza, hepatitis B, fiebre tifoidea y neumonía. Aunque no habían estudios sobre la vacuna para el virus SARS-CoV-2, los hallazgos similares en varias vacunas permite considerar que esta puede dar los mismos resultados.
¿Un ejemplo ilustrativo? Un estudio sobre la vacuna hepatitis B mostraron que los pacientes que más manifestaron estrés y ansiedad demoraron más tiempo que los que no en desarrollar anticuerpos.
"Estos hallazgos sugieren que con la vacuna COVID-19, cuando las personas están más estresadas y ansiosas, puede llevar un poco más de tiempo desarrollar anticuerpos, por lo que probablemente deberían permitir un poco más de tiempo antes de asumir que están protegidas", dijo en este sentido Janice Kiecolt, directora del Instituto de Investigación en Medicina del Comportamiento del Estado de Ohio y profesora de psiquiatría y psicología en la Facultad de Medicina.
Otra posibilidad —la segunda categoría identificada por el equipo de investigadores—, es que el estrés erosione la protección más rápidamente. Un ejemplo que sugiere esto es un estudio que recogió que solo el 20% de los adultos mayores que se encuentran bajo estrés desarrollan anticuerpos tras vacunarse contra la gripe.
Sobre esto, recordaron un estudio que mostró que pacientes que sufren depresión experimentaron tras la vacunación efectos secundarios como letargo, malestar e irritabilidad durante más tiempo que quienes no tenían depresión.
Aun así, las científicas recuerdan que los efectos secundarios son normales, y que no son enteramente malos. "Los efectos secundarios provienen de una respuesta inflamatoria a la vacuna, lo cual es bueno", puntualizó Kiecolt-Glaser. "Es una de las razones por las que sabemos que la vacuna es eficaz. Por otro lado, la ausencia de una respuesta no significa que no sea eficaz", aclaró.
Consejos para vacunarse
Si todavía no llegó tu turno de vacunarte contra el COVID-19, o cualquier otra enfermedad, y temes por alguna de estas condiciones, quizá te sirvan algunos de estos consejos. Recibir un masaje, escribir lo que sentimos, hacer ejercicio físico —especialmente movimientos de brazo 25 minutos antes de la inyección— son formas de que tu mente esté más tranquila antes de la inoculación, sugieren otras investigaciones revisadas por el equipo.
"Y cuando sepa que va a recibir la vacuna al día siguiente, trate de dormir bien por la noche. Solo una noche, y entrar completamente descansado, puede ser útil", añadió Kiecolt-Glaser. Por su parte, Madison insistió en que los hábitos de buena salud mental con importantes en todo momento, para aumentar la eficacia de la vacuna y para todo lo demás.
La revisión fue aceptada para su publicación por la revista científica Perspectives on Psychological Science.
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