martes, 2 de febrero de 2021

Coronavirus en Portugal: cómo el país llegó al borde del colapso por la pandemia y se vio obligado a enviar a pacientes graves a cientos de kilómetros

  • Mar Pichel
  • BBC News Mundo
Fila de ambulancias en el hospital Santa María de Lisboa.
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Fila de ambulancias en el hospital Santa María de Lisboa.

La situación actual de Portugal por el coronavirus es dramática.

En el país europeo, que había sorteado con relativo éxito la "primera ola" de la pandemia, el número de casos está disparado y la fuerte presión hospitalaria ha llevado a la apertura de hospitales de campaña y al traslado de pacientes a las islas portuguesas. Incluso hay un plan mandarlos al extranjero.

Portugal registró la tasa de infección por covid-19 más alta de la Unión Europea durante los últimos 14 días: 1429,43 por 100.000 habitantes, según los últimos datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).

También tiene la tasa de mortalidad más alta de la UE: 247,55 por cada millón de habitantes.

De hecho, Portugal concluyó el mes de enero con los datos más trágicos desde el inicio de la pandemia: 5.576 muertos (el 44,6% del total) y 306.838 contagiados (42,6%).

Según el último balance de la Dirección General de Salud portuguesa, desde marzo el país acumula 726.321 casos positivos, de los cuales 179.180 están activos, y 12.757 fallecidos.

Las autoridades lusas y expertos en salud atribuyen el enorme aumento en el número de casos y en la tasa de mortalidad principalmente a dos factores: la expansión de la variante británica del coronavirus, más contagiosa, y una mayor relajación de las restricciones durante la Navidad.

Hospitales colapsados

Los hospitales en varios puntos del país de 10 millones de habitantes enfrentan una situación crítica.

Hospital de campaña en Lisboa.
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Lisboa tuvo que recurrir a hospitales de campaña ante el dramático crecimiento de los casos.

La situación es especialmente dramática en la región de Lisboa, que aglutina la mitad del total de infecciones y fallecidos reportados en el país.

Muestra de ello son las imágenes de las filas de ambulancias esperando durante horas a que se libere un espacio para dejar a los pacientes con covid en los centros hospitalarios.

Tras recurrir a hospitales de campaña, el pasado viernes tres pacientes fueron trasladados en helicóptero desde Lisboa hasta el archipiélago de Madeira, a más de 960 km de distancia.

Con un total de 865 pacientes de covid-19 en cuidados intensivos y 6.869 en planta, los hospitales portugueses se están quedando sin camas, a lo que hay que sumar la escasez de médicos y enfermeras.

Muchos sanitarios portugueses emigran a otros países europeos, principalmente a Reino Unido, donde hay salarios más competitivos.

El sistema de salud pública de Portugal cuenta con 850 camas de UCI asignadas a casos de covid-19 en su territorio continental, y hay 420 adicionales para pacientes con otras dolencias.

Las Navidades, la "fatiga pandémica" y la cepa británica

La gran pregunta es cómo Portugal, que había pasado por la primera ola de coronavirus con cifras mucho más bajas que los países de su entorno, llegó a este punto.

Sanitarios en ambulancias en Portugal.
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El número de casos y muertes por coronavirus se ha disparado en enero.

Para los expertos en salud pública hay varios factores que explican la situación actual del país, entre ellos la relajación en las interacciones sociales durante las vacaciones de Navidad -en las que se permitieron los desplazamientos por todo el territorio y no se impusieron límites a las reuniones familiares- y la propagación de la cepa británica.

"En noviembre teníamos valores aceptables de incidencia de nuevos casos, no teníamos cifras descontroladas", le explica a BBC Mundo Carla Nunes, directora de la Escuela Nacional de Salud Pública de la Universidad Nova de Lisboa.

"Lo que creemos que ocurrió es que las personas hicieron ligeras alteraciones en su comportamiento, en el sentido de ser más permisivas".

Elisabete Ramos, profesora del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Porto, coincide en que el conjunto de actividades de la Navidades, "que son muy importantes en nuestra cultura", son uno de los factores relevantes para explicar el aumento dramático de casos.

La experta agrega el impacto del frío, que obliga a cerrar los espacios -facilitando la transmisión del virus- y afecta a nuestra capacidad inmunitaria.

Ramos apunta también a una "fatiga pandémica" que hace que la gente siga menos las medidas restrictivas.

"Todo el mundo está cansado. Aunque las medidas sean similares, lo que vemos en la calle no es el nivel de confinamiento que vimos en marzo pasado", explica.

Un hombre con traje de protección en una calle en Lisboa.
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Portugal está bajo confinamiento desde el 15 de enero.

"Es el lado malo de haber ido bien hasta ahora: minimizamos la percepción del riesgo, creemos que podemos romper algunas reglas porque no ocurre nada".

"(Los portugueses) fueron muy responsables (en primavera) porque estaban en pánico con lo que pasaba en España e Italia", anota también Nunes. "Las personas estaban dispuestas a perder lo que tuvieran que perder porque era eso o la muerte. Esa percepción ya no está".

"Todo eso se combinó con la nueva variante, que en ese momento no sabíamos de su presencia en Portugal", agrega Nunes.

En las fechas navideñas suelen llegar al país muchos de los portugueses emigrados desde Reino Unido, y también los británicos que tienen residencia en el país luso.

"En ese momento en el que volvía mucha gente, en los aeropuertos (portugueses) no había medidas específicas… estaba un poco escondido lo que estaba sucediendo", agrega Nunes.

Según informó el primer ministro Costa el 28 de enero, la variante británica ya tiene una prevalencia del 32% en el país, y solo en Lisboa esa cifra llega al 50% de los casos.

A mediados de enero, Portugal suspendió los vuelos con Reino Unido y también con Brasil, país con el que mantiene estrechos lazos y donde surgió otra variante del virus. Hasta este lunes no se había registrado ningún caso en Portugal de la variante de Brasil, ni de la detectada en Sudáfrica.

Ayuda internacional

Esta situación llevó al gobierno portugués a pedir ayuda en el exterior, llamado al que ya respondieron Alemania y Austria.

Plaza del Comercio, en Lisboa, vacía, el 31 de enero de 2021.
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Desde el 31 de enero, los portugueses solo pueden salir para actividades esenciales.

El Ministerio de Defensa alemán anunció este domingo que enviará un equipo médico a Portugal.

Un avión con 26 médicos y enfermeros y 50 respiradores artificiales saldrá para Lisboa el miércoles, según un comunicado del ministerio.

Por su parte, el canciller de Austria, Sebastian Kurz, anunció que su país acogerá a pacientes portugueses en cuidados intensivos, tras hablar con el primer ministro portugués António Costa.

"Es una exigencia de la solidaridad europea ayudar de forma rápida y sin burocracia para salvar vidas. Austria ya ha aceptado pacientes en cuidados intensivos de Francia, Italia y Montenegro en la pandemia y ahora también aceptará pacientes de cuidados intensivos de Portugal", escribió Kurz en su cuenta de Twitter.

El subsecretario de Estado y Salud, António Lacerda Sales, admitió este lunes la posibilidad de trasladar pacientes al extranjero en caso de que los hospitales portugueses no puedan responder.

Tanto Nunes como Ramos consideran que el sistema de salud público portugués ha reaccionado bien y solo en este momento ha estado al límite.

"El déficit de condiciones -de camas o de personal- para los sistemas de salud es común a todos los países porque el conjunto de necesidades es cada vez mayor", dice Ramos. "Con un impacto tan grande era fácil que nuestro sistema quedara peor".

"Pero en realidad se ha ajustado muy bien, porque a lo largo del año se han ido encontrando soluciones y solo en ese momento ha quedado en su límite".

Endurecimiento de las medidas

Ante esta situación, las autoridades portuguesas optaron por blindarse para intentar frenar el avance de esta ola de coronavirus.

Portugal está bajo confinamiento desde el día 15 de enero, aunque las medidas se han endurecido a partir de este domingo para asegurar que los portugueses se quedan en casa.

Sólo pueden salir para actividades como trabajar -siempre que no sea posible el teletrabajo-, comprar bienes esenciales, ir al médico, ayudar a ancianos o dependientes, hacer deporte al aire libre en solitario y dar pequeños paseos, durante los que está prohibido permanecer en parques o sentarse en bancos.

Frontera entre España y Portugal.
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Portugal reinstauró los controles en la frontera terrestre con España debido a las nuevas medidas por el coronavirus.

El Gobierno aumentó la vigilancia policial y los agentes pueden incluso exigir un comprobante de residencia para justificar que se está dando un paseo en las inmediaciones del domicilio.

Los centros educativos están cerrados desde el día 22 de enero, cuando se ordenó una suspensión de las clases durante 15 días

Además, los portugueses no podrán salir del país durante los próximos 14 días por ninguna vía (aérea, terrestre, ferroviaria, marítima o fluvial), excepto para volver a su lugar de residencia si es en el extranjero o por reunificación familiar.

Eso implicó que Portugal reinstaurara los controles en la frontera terrestre con España, aunque los dos países aseguran que no se trata de un cierre fronterizo, sino de establecer limitaciones.

En cuanto a los controles en los aeropuertos, los viajeros procedentes de países con más de 500 casos por 100.000 habitantes deben presentar una PCR con resultado negativo realizado hasta 72 horas antes del despegue y guardar 14 días de cuarentena a la llegada.

Al renovar el estado de emergencia la semana pasada, el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa, recientemente reelegido, llamó a la responsabilidad.

"Lo que hagamos hasta marzo determinará lo que va a ocurrir en primavera, verano y quién sabe si hasta el otoño".

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