Domingo, 12/01/2014
Por: Los Domingos de Díaz Rangel
El domingo recibí una original tarjeta de Navidad de Daniel González, con fotos suyas que la ilustran “Prohibido olvidar también”, y que ahora están expuestas en París, y por la noche en Telesur vi el documental La guerra que usted no ve, producido por el periodista Joe Frost, relacionados ambos asuntos.
El domingo recibí una original tarjeta de Navidad de Daniel González, con fotos suyas que la ilustran “Prohibido olvidar también”, y que ahora están expuestas en París, y por la noche en Telesur vi el documental La guerra que usted no ve, producido por el periodista Joe Frost, relacionados ambos asuntos. Se trata de un recorrido con imágenes de las más importantes guerras desde la primera mundial (1914-18) hasta las más recientes, incluida la de Israel contra palestinos, para demostrar la responsabilidad de famosos periodistas de EEUU y Europa, que se hicieron eco del poder y en buena parte responsables de las muertes de centenares de miles de civiles.
Fue el presidente Wilson, por recomendaciones del periodista D. Byrnes, creador de la primera oficina de relaciones públicas que orientó el trabajo periodístico; hoy solamente el Pentágono gasta un mil millones de dólares en propaganda. “Si los periodistas hubiésemos hecho preguntas en profundidad a los generales, y no guiarnos por todo lo que decían, no hubiese habido la guerra en Irak”. “El 80-90% de cuanto se lee sobre las guerras es información oficiosa”. Se llama “embutidos” a los periodistas que están imbricados en ese sistema de información, al servicio de las US Force; quienes se salen, son discriminados, no pueden acercarse a las fuentes”. El concepto de “daños colaterales” fue inventado por los medios durante la guerra en Vietnam, y aquí en América Latina puede añadirse el de “falsos positivos” del ejército colombiano.
En los bombardeos a Afganistán mueren los civiles más pobres, pero esto no se denuncia ni se ve. “En Bagdad me impactó mucho ver a los niños perder su sonrisa, era como si les hubiesen extraído sus sentimientos”. Son centenares de miles las víctimas civiles, incluidos miles de niños, como producto de las sanciones económicas que impuso la ONU a Irak, pero tampoco se denunció nada”, no era noticia.
El programa contiene entrevistas con esos periodistas que tuvieron y tienen alta responsabilidad en los medios más influyentes, como la BBC de Londres, The New York Times, The Observer, etc. Con apenas excepciones, admitieron sus responsabilidades, cómo omitieron la verdad o no la buscaron deliberadamente, explicaron que “no nos dimos cuenta hasta mucho más tarde”; otros explicaban su conducta por temor a todo, comenzando por temor a perder sus empleos, “no deberíamos tener disculpas”. No hablaban pasantes ni novatos, como les dije, todos famosos.
En estos años de crisis ética del periodismo venezolano, me pareció que ver ese documental –al menos una selección– sería una excepcional oportunidad para que las escuelas de comunicación, y los periodistas en ejercicio, tuvieran oportunidad de conocer el drama del periodismo, y sus efectos en la sociedad cuando la verdad no es el valor fundamental en el ejercicio de la profesión, porque como comentaba Frost, “cuántos miles de personas mueren por no divulgarse la verdad”.
The Wall Street Journal del 3 de enero plantea que “en América Latina hay dos bloques, uno que favorece los controles estatales, y otro que aboga por la libertad de mercado”. Este, que tiene firmados TLC con USA y Canadá, que se une en la Alianza del Pacífico y tiene el apoyo de EEUU, puede convertirse en la quinta columna en la Celac.
La corrupción en China es de grandes magnitudes. 16 mil 510 funcionarios están investigados por hechos de corrupción cometidos entre enero y noviembre de 2013. El premier Xi Jinping parece comprometido a librar esa también magna lucha a fondo.
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