Leonardo Boff: "El Dios de Bolsonaro es el Dios de la muerte"
© REUTERS / Bruno Kelly
Brasil es el epicentro del coronavirus en América Latina. Este país enfrenta la peor pandemia que haya vivido la humanidad en los últimos 100 años con un presidente que sigue diciendo que es una pequeña gripe mientras se cavan fosas comunes para entierros masivos.
Los muertos en Brasil se cuentan de a miles por día. Las personas más pobres de las favelas y las comunidades indígenas están siendo los más afectados. El alcalde de Manaos, al noroeste de Brasil, denuncia que se está viviendo un "genocidio".
© AFP 2020 / TATIANA DE NEVY
Desde una pequeña ciudad campestre ecológica a las afueras de Río de Janeiro, el teólogo Leonardo Boff y su esposa Marcia Monteiro observan y denuncian la tragedia que está viviendo el pueblo brasileño.
Leonardo Boff, es un exsacerdote franciscano, escritor, filósofo, ecologista y luchador que ha escrito más de 60 libros y que ha recibido innumerables reconocimientos a lo largo de su vida. Entre ellos, el Premio Nobel Alternativo del año 2011 y doctorados honoris causa de universidades de Italia, Suecia, Argentina y México.
Pero más allá de la decena de reconocimientos, Leonardo Boff es una reserva moral en América Latina, uno de los fundadores, junto al asesinado cura Camilo Torres, de la Teología de la Liberación, una corriente teológica cristiana que aboga por la atención de los pobres, por la formación de mujeres y hombres nuevos, y por la toma de conciencia como forma de liberación.
En 1992 renunció a la Iglesia y desde entonces no ha dejado de alzar su voz por los derechos de los pueblos oprimidos y de la naturaleza. Sus reflexiones han sido incluidas en la encíclica del Papa Francisco Laudato Sí sobre el cuidado de la Casa Común.
Desde su humilde vivienda y junto a su esposa Marcia conversa vía telefónica con Sputnik sobre la emergencia sanitaria y social que vive Brasil.
—Bolsonaro dijo que el coronavirus era una simple "gripezinha" y hoy Brasil es el epicentro de la pandemia en América Latina. Según las cifras oficiales del Gobierno van casi 400 mil contagiados, unos 25 mil muertos y se empezaron a cavar fosas comunes para hacer entierros masivos. ¿A qué sectores de la población brasileña está afectando más el coronavirus?
—El coronavirus, curiosamente, empezó entre las clases más ricas que vinieron desde Europa.
© REUTERS / AMANDA PEROBELLI
—Bolsonaro llegó al poder por los evangélicos y gobierna con ellos. Una de las frases de campaña de Bolsonaro era "Brasil por encima de todo y Dios por encima de todos". ¿Cómo se entiende que estas personas que nombran tanto a Dios, que rezan tanto sean tan indiferentes al dolor y a la tragedia del pueblo brasileño?
—Sí, es una gran contradicción. Esas iglesias neopentecostales son grandes negocios. Hacen muchos negocios con sus iglesias que reúnen a miles de personas. Inicialmente no respetaban el aislamiento social y ahí han afectado muchísimo. La justicia las cerró y Bolsonaro a través de un decreto impuso la apertura. Muchos de ellos dicen que distribuyen un agua que cura y las venden por mil reales (unos 170 euros). Ofrecen unos frijoles que, según ellos, comiéndolos te curas. Es una explotación tremenda y Bolsonaro los tiene como base política. Entonces, el pueblo está desconfiado y la desgracia es que ni un ministro de Salud tenemos.
Bolsonaro puso militares en el Gobierno y ahora hay como 2.300 militares impuestos. Este es un Gobierno de militares, han hecho una especie de golpe militar silencioso, ocupando todos los espacios, especialmente la salud y por ahí ellos controlan los datos de los muertos. Muchos denuncian que la cifra de afectados es siete veces más alta y la de muertos es cinco veces superior a lo que ellos informan. Solo ayer (26 de mayo) murieron más de mil personas y quienes controlan el Ministerio de Salud no son médicos o con formación científica, simplemente son militares, por eso se extiende cada vez más la pandemia.
—Usted ha dicho que el Dios de Bolsonaro no es el mismo Dios del pueblo. ¿Cuál sería el Dios de Bolsonaro?
—No es ni el Dios de los musulmanes ni el Dios de los judíos ni de los cristianos, es el Dios de los cananeos que eran Moloch, que exigía sacrificios humanos. Bolsonaro, continuamente está exigiendo sacrificios humanos porque no le da asistencia al pueblo, no da importancia a las muertes, no expresa ninguna solidaridad con las víctimas, ni con personas notables que han muerto, nada. El Dios de Bolsonaro no es el Dios de la vida es el Dios de la muerte.
—El coronavirus avanza por todo el país y se está llevando por el medio a la población indígena de la Amazonía, donde las cifras del coronavirus cuadruplican a la media nacional. El alcalde de Manaos ha denunciado la situación como "un genocidio". ¿Qué se debe hacer para evitar el exterminio de estas comunidades?
—Allí están afectadas 44 etnias. Muchos de esos indígenas están entrando al interior de la selva amazónica porque creen que así podrán escapar del contagio. El Gobierno no tiene ninguna política para ellos ni les manda médicos ni nada.
© AP PHOTO / ERALDO PERES
—La Amazonía brasileña ha sido entregada a mineros, madereros y empresas transnacionales de los agronegocios, que no solo han sido acusadas de asesinar a los indígenas para adueñarse de sus tierras ancestrales, sino también señalados como responsables del gran incendio de 2019. ¿Cuál puede ser el destino de Amazonía brasileña y de todo Brasil si se continúan políticas como las de Bolsonaro?
—Los madereros han aprovechado la pandemia para hacer grandes incendios, más grandes que toda la ciudad de Sao Paulo, pero no ha salido en las noticias porque están todos hablando del coronavirus. Entonces, gran parte de las tierras que están siendo quemadas son reservas indígenas que están siendo invadidas.
© REUTERS / ADRIANO MACHADO
—Hace justo cinco años el Papa Francisco publicaba la encíclica Laudato Sí sobre el cuidado de la Casa Común. Usted fue un importante colaborador de esta encíclica, hizo sus aportes. ¿Por qué es necesario que el cuidado y el respeto de la Madre Tierra sea una prioridad?
—Porque llegamos a una emergencia ecológica, como dice el Papa Francisco. Él dice una frase, que es difícil encontrar en los textos pontificios, que dice así: "Tenemos un sistema que explota a las personas, explota a la naturaleza pensando que ella tiene recursos ilimitados. Esto es una mentira", dice el Papa. La tierra tiene recursos limitados y no soporta un proyecto ilimitado. El Papa utiliza la palabra "mentira" porque se ha dado cuenta que la Amazonía tiene que ver no solo con los países amazónicos, sino con el equilibrio del planeta tierra, de la lluvia, del clima, de la absorción que los árboles hacen del dióxido de carbono.
—El coronavirus obligó a la gente a confinarse en sus casas. Eso provocó que se sanaran los ríos, se purificara el aire, los animales recuperaran su espacio. ¿Será que el problema somos nosotros los seres humanos o el modelo productivo y económico que se ha impuesto?
—El problema, fundamentalmente, es de un pequeño grupo de la humanidad que tiene el liderazgo del capitalismo, que vive de la explotación de las fuerzas de trabajo, de la explotación de los saberes colectivos de la humanidad y de la explotación de los bienes y servicios o recursos de la naturaleza.
© REUTERS / YARA NARDI
—La gente está ansiosa por volver a la normalidad. ¿A cuál normalidad se preguntan muchos? ¿A la normalidad de las guerras, del ecocidio, la explotación, la desigualdad y al de la injusticia social? ¿A cuál normalidad volveremos?
—Hay una división muy grande. Algunos grandes cosmólogos, economistas dicen que vamos a volver a lo de antes, pero mucho peor, a un sistema totalitario que utilizará la inteligencia artificial para controlar a cada una de las personas, fotografiar el rostro de cada uno, medirles hasta la presión de la sangre, saber lo que estamos comiendo, dónde estamos; y así se va a dominar a la sociedad y ese 2% de los más poderosos dominarán al resto de la humanidad. Será un flagelo.
—¿En medio de este panorama usted tiene esperanzas?
—Yo tengo esperanza, pero tengo una doble visión. Una un poco más científica que me hace ser un poco pesimista porque la humanidad y los jefes de estado no han incorporado una conciencia ecológica. Por otro lado, como cristiano y teólogo, digo que Dios es el Dios de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario