miércoles, 4 de marzo de 2020

ESPAÑA
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La fecha de las elecciones en las tres "nacionalidades históricas" de España cada vez está más cerca. Galicia y País Vasco adelantan la fecha de los comicios por miedo a la 'contaminación' temática y emocional que supone realizar las votaciones anticipadas en Cataluña. Pero, ¿qué tienen en común estas comunidades autónomas?
El presidente de la Generalitat de Catalunya, Quim Torra, decidió adelantar las elecciones en Cataluña y anunciar la fecha después de la aprobación de los presupuestos. En consecuencia, los presidentes de Euskadi y Galicia —Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo— fijaron sus votaciones el 5 de abril por miedo a la "contaminación" temática, argumentativa y emocional que el proceso electoral en Cataluña podría provocar en sus comicios.
Por su parte, Urkullu busca seguir defendiendo el discurso nacionalista en Euskadi sin interferencias catalanas y Feijóo trata de evitar que la izquierda tome más cuerpo en Galicia. Los rasgos históricos, culturales, sociales y lingüísticos les convierten en comunidades extraordinarias. Carlos Barros, historiador y fundador-coordinador de Historia a Debate, nos explica cuáles son las principales diferencias entre los nacionalismos de España y por qué se llaman así.
—Como historiador, ¿qué entiende usted por nacionalismo?, ¿son los nacionalismos un retroceso?
Los nacionalismos son una ideología política que se apoyan en las reivindicaciones identitarias de un territorio.  Surgen por la existencia de una base cultural y una identidad en la sociedad, lo cual sirve para la creación de movimientos políticos de tipo nacionalista que colocan en primer plano la defensa de esa proporción de la sociedad.
Pueden jugar un papel positivo o negativo dependiendo de su composición social y política. Depende del punto de vista o de las circunstancias históricas. Por ejemplo, el nacionalismo de Hitler fue un horror al igual que el de las colonias españolas y de otros países europeos.
—¿Por qué se le llaman a Galicia, País Vasco y Cataluña "nacionalidades históricas"? ¿De dónde viene esa denominación?
Porque desde el punto de vista de la Historia han generado unos rasgos de identidad de tipo socioeconómico, político y cultural muy marcados. Las tres tenían un régimen preautonómico en el momento de aprobarse la Constitución española y fueron reconocidas posteriormente en los períodos democráticos. En la Segunda República llegó a funcionar tanto el estatuto de autonomía de Cataluña como el de Euskadi. Sin embargo, el de Galicia, a pesar de que fue aprobado en referéndum, el golpe del general Franco impidió que se pusiera en práctica.
Hoy en día, el artículo 2 de la Constitución de 1978 reconoce que Galicia, Euskadi y Cataluña son nacionalidades históricas y eso facilitó una vía rápida por reconocimiento histórico hacia la autonomía de las restantes regiones españolas durante la Transición española.
—¿Y Andalucía?
Andalucía también tiene su propio estatuto de autonomía e incluso en ese estatuto se dice que es una nacionalidad histórica, pero en fin, eso podrían defenderlo cualquiera de las regiones españolas… Objetivamente estamos divididos en 17 comunidades autónomas, sin embargo, los que crearon la Constitución y en general los científicos sociales e historiadores, denominamos en rigor el concepto de "nacionalidad histórica" a esas nacionalidades de tipo medieval sin Estado que pervivieron hasta el día de hoy en diferentes circunstancias políticas, incluso en circunstancias de dictadura como fue el franquismo. Eso ya le da un derecho histórico que reconoce la Constitución a ser los primeros en acceder a las autonomías, que después se extendió al conjunto de las regiones españolas.  
 —¿Cómo surgen los estatutos de autonomía?
Surgen en la Segunda República. Después, el franquismo centralizó de una manera tremenda y dictatorial la ordenación política de España hasta que, en la Transición, recuperada ya la democracia, se volvió a incluir en el artículo 2 la definición de las tres nacionalidades como nacionalidades históricas y en el Título VIII de la Constitución, se incluyó todo el mecanismo para que ellas y el resto de las regiones pudieran acceder a la autonomía. En conclusión, con la restauración de la democracia, vino la restauración del Estado de las autonomías. 
—¿Qué diferencias ve entre el nacionalismo vasco, gallego y catalán? 
Es muy evidente. En Cataluña y País Vasco la burguesía encabezó el movimiento nacionalista. Sin embargo, en Galicia no ha sido así, de ahí que el nacionalismo gallego tenga un carácter más popular. De hecho, ha generado exitosamente un partido de izquierdas que es el Bloque Nacionalista Galego (BNG) que lleva funcionando desde la Transición con presencia en el Parlamento Gallego e incluso en el Gobierno autonómico. De manera que aquí en Galicia no existe en rigor un nacionalismo de derechas o de centro. Otra cosa es que las reivindicaciones identitarias estén generalizadas entre todos los partidos, y eso pasó en el conjunto de España; que hubo un consenso grande y no solo los partidos nacionalistas, sino que todos los partidos democráticos—en mayor o menor medida— han asumido después de la Transición las reivindicaciones específicas de Galicia, Euskadi, Cataluña, Andalucía, Extremadura, Asturias, etc. Con la democracia vino la generalización de esa identidad: nacional en unos casos y regional en otros, lo que ha permitido que durante los últimos 40 años hayamos tenido una democracia estable. 
—¿Por qué solo se ha tenido en cuenta el nacionalismo catalán como asunto de Estado y el de Galicia, por ejemplo, no?
En el año 2006, Cataluña aprobó una reforma en su estatuto, que fue rechazada por Madrid y por el Tribunal Constitucional. Eso generó una enorme frustración que se fue caracterizando por un auge del movimiento independentista hasta el punto que todos los partidos nacionalistas catalanes se convirtieron en independentistas. En el momento que intentaron acceder a la independencia incluso a través de un referéndum— no reconocido oficialmente—, esa cuestión se transformó en una cuestión de estado.
Ahora se intenta resolver mediante la vía de la negociación con cierto retraso, porque ese es el deber de los partidos que gobiernan en España: pactar con los catalanes una solución política que no implique la secesión contra la que está el resto de España y la mitad de los catalanes.
Va a ser un proceso largo porque hay muchos desacuerdos sobre ese tema y no es nada fácil acercar las posiciones, aunque el actual Gobierno de izquierdas que tenemos en España está enfocando el problema de Cataluña de forma democrática y no mediante la represión sino por otras vías que suponen el diálogo. El objetivo al final es que se vuelva a reconstruir ese apoyo alrededor de los derechos de las nacionalidades o regiones que existió durante la Transición y que ahora de alguna manera hay que actualizar. 
—¿Usted está a favor de una nación unificada o de las autonomías?
Como historiador, creo que es cierto eso que se dice de que paradójicamente España es una nación de naciones. España se constituye como nación histórica a partir de los Reyes Católicos, pero ya previamente existían tres nacionalidades e incluso, como precursora de la identidad española, existía Castilla como una nacionalidad medieval. Venimos de muy atrás y somos un país plural desde el punto de vista nacional y regional y eso hay que verlo en positivo. Por ejemplo, todos los nacionalismos periféricos estuvieron con los partidos republicanos y de izquierdas durante el franquismo luchando contra la dictadura. Son partidos nacionalistas muy democráticos y en ese sentido contiene una tradición histórica de aliarse con la izquierda para tratar de modernizar las estructuras políticas y la propia sociedad española.
Eso puede seguir reflejado en las instituciones democráticas españolas a través de un Estado de autonomías o, como pensamos muchos, un estado federal, donde se garantizara tanto la unidad de España como los derechos históricos de Galicia, Euskadi y Cataluña. Durante la Transición se hizo mucho en ese sentido, pero el Estado de autonomías hay que reconocer que se ha agotado y que ahora mismo en la mesa de diálogo con Cataluña se van a avanzar pasos para conseguir un nuevo Estado de autonomías donde todos nos encontremos a gusto incluidos los catalanes. 
—Una encuesta del CIS en 2018 reflejaba que en Galicia un 20,4% de los encuestados es favorable a suprimir las autonomías, muy lejos del 2,8 y 5,4% de la población que apoya esa medida en el País Vasco y Cataluña. ¿Qué significaría eliminar las autonomías? ¿Por qué cree que Galicia se aleja tanto de las otras dos nacionalidades históricas?
Me resultan raros esos porcentajes, porque en España el único partido que habla de suprimir las autonomías es el partido de ultraderecha Vox. El Partido Popular (PP) y Ciudadanos están por el estado de autonomía y no por suprimirlas. Y en Galicia más todavía, porque aquí ni Ciudadanos ni Vox han sacado ni van a sacar ningún diputado en las próximas elecciones es decir que si hay una nacionalidad histórica española donde la población es mayoritariamente autonomista es Galicia. Ese dato contradice todo lo que sabemos sobre la sintonía de Galicia, Euskadi y Cataluña en relación a la autonomía. 
Ni Vox ni Ciudadanos van a tener representación política porque el Partido Popular gallego es autonomista y es el que además ha gestionado durante más tiempo la autonomía de Galicia con un resultado globalmente positivo. Hace tiempo se preguntaba en los sondeos qué se sentían los ciudadanos: más gallegos que españoles, lo contrario o por igual. Y Galicia, daba un porcentaje elevadísimo de sentirse por igual gallego y español. 
—¿Hasta cuándo cree que va a seguir siendo Galicia simpatizante del Partido Popular? ¿Por qué cree que el Partido Popular tiene tanto éxito en Galicia?
Si el PP ha tenido tanto éxito en Galicia es porque ha mantenido siempre una posición de centro derecha. De manera que recibía votos por la derecha extrema e incluso de sectores progresistas moderados que votaban antes a Fraga, ahora a Nuñez Feijoó. Y eso ahora mismo llama más la atención. Porque el PP en el conjunto de España se ha deslizado de centro a la derecha extrema. De hecho, el PP y Ciudadanos están gobernando en varias comunidades autónomas gracias al apoyo de Vox. 
En Galicia, el Partido Popular sigue manteniendo posiciones de centro. Eso le está permitiendo ser el partido mayoritario en Galicia, lo cual no quiere decir que la izquierda no tenga posibilidades de volver a gobernar, porque la diferencia en este momento en los sondeos, es de uno o dos diputados. En la práctica tenemos en cuanto expectativas de votos un empate entre el partido popular y la izquierda representada por los tres partidos: PSOE, Galicia en Común apoyado por Podemos y el partido Bloque Nacionalista Galego (BNG). Si el PP tiene expectativas para ganar en Galicia, es porque no se ha deslizado tanto a la derecha como en el resto de España.

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