Martes, 05/11/12
Dos
elecciones decisivas se celebran en las próximas semanas, cuyo resultado
definirá el nuevo rumbo del mundo. La primera, a mediados de este mes, tiene
lugar en el marco del XVIII Congreso del Partido Comunista de China, donde
existe bastante posibilidades, que Xi Jinping será elegido nuevo secretario
general del Partido, en sustitución de Hu Jintao, primer paso hacia su probable
elección, dentro de unos meses, como próximo presidente de China y, en consecuencia,
líder de la segunda economía mundial, y rival estratégico de Estados Unidos.
La
segunda, el 6 de noviembre, decidirá la leyenda del afrodescendiente del
partido demócrata Barack Obama en la presidencia de Estados Unidos o su
sustitución por el republicano Mitt Romney. Aunque está demostrado que un
cambio de mandatario no afecta demasiado al poder financiero y militar en los
Estados Unidos, quien en definitiva decide lo que hace en ese país y en el
planeta tierra.
Barack
Obama tiene pocas posibilidades de renovar su mandato, debido a los asesinatos
de los diplomáticos estadounidenses en Libia y los ataques contra la embajada
estadounidense en Egipto el pasado 11 de septiembre. Justo once años después de
los atentados contra el World Trade Center en 2001, han puesto de moda los
temas de la política exterior en la campaña electoral. ¿Podría esto favorecer o
perjudicar la reelección de Obama?
Los
únicos candidatos estadounidenses, que han ganado la presidencia en ese país,
basándose en un proyecto de política exterior, son lo que han comenzado una
nueva guerra. Sin embargo, se puede afirmar que esos trágicos sucesos recientes
no han desfavorecido a Obama en la medida en que, por contraste, su rival
republicano Mitt Romney dio, en los debates, una imagen de político superficial
e irresponsable. Muy alejada, en todo caso, de la imagen que la opinión pública
tiene de un verdadero hombre de Estado.
Si agregamos a eso, el efecto devastador que
provocó, días después, la difusión de un vídeo “clandestino” en el cual Romney
declaró con desprecio que la mitad del país –los electores de Obama– se compone
de “víctimas”, de “perdedores” y de “asistidos”, podemos afirmar que el
presidente saliente recobra, a pocas semanas del escrutinio, posibilidades de
ganar.
Porque,
habiendo prometido mucho durante su campaña de 2008, Barack Obama decepcionó en
igual proporción. Él mismo admitió haber vendido demasiados sueños. Y su
popularidad disminuyó. Tanto que cabe preguntarse ¿cómo un hombre que atrajo a
dos millones de personas el día de su toma de posesión en Washington en enero
de 2009, y que tiene más de trece millones de seguidores en Twitter, ha podido perder
tanta popularidad?
Político
brillante y el primer presidente afrodecendiente de Estados Unidos, no ha
conseguido logros sociales en su país, por la oposición del partido republicano
en el congreso. La crisis financiera que se ha transformado en crisis económica
global, sigue dominando la vida política, y las instituciones siguen
paralizadas, el desempleo aumenta y la economía sigue en recesión, solo
comparable con la Gran depresión de 1929 al 1940.
Obama
al tomar el poder, le falto valentía para golpear de inmediato al Partido
Republicano y ampliar el frente de las reformas. Debió dirigirse directamente
al pueblo para presionar al Congreso. Y obligarle a votar las leyes sociales y
fiscales que hubiesen permitido reconstruir el Estado de bienestar social. La
Casa Blanca no promovió suficientemente el Employee Free Choice Act que hubiese
garantizado a los trabajadores la posibilidad de crear más sindicatos.
Los demócratas al comenzar el
gobierno, tenían el control del poder ejecutivo y legislativo: la mayoría en la
Cámara de los Representantes y mayoría en el Senado. El control de esas dos
palancas esenciales, basta para dirigir un país. Ahora la situación es muy
cuesta arriba para su reelección, ningún presidente ha salido reelecto con un
desempleo tan alto. El desempleo ha
estado por encima del 8 % durante 43 meses consecutivos.
Germán Saltrón Negretti.
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