miércoles, 21 de julio de 2021

 Mundo 2021-07-20 08:10 GMT

Opinión sobre la economía de EE. UU.: Lo que Joe Biden puede aprender del libro de tácticas de Richard Nixon
CGTN en Español

Rana Foroohar, 4 de julio de 2021.

Si mencionas a "Richard Nixon", la mayoría de los estadounidenses pensarán en "Watergate" y "escándalo". Pero los mayores y más leídos también lo recordarán como el hombre que abrió las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con China.

Un análisis más profundo muestra que los desafíos a los que se enfrentó la administración Nixon — los cambios de opiniones sobre el lugar de EE. UU. en el mundo, la presión de la globalización, las dificultades a la hora de equilibrar la política económica y la política exterior— son los mismos a los que se está enfrentando el presidente Joe Biden en la actualidad.

De hecho se podría decir que EE. UU. se encuentra ahora en un punto de giro muy similar al de 1971, el año en que Nixon y sus asesores tomaron la decisión de romper el vínculo entre el dólar y el oro. Esto es lo que Jeffrey Garten sugiere en su nuevo libro, Tres días en Camp David: cómo un encuentro secreto en 1971 transformó la economía mundial.

¿Por qué este tema es tan relevante en la actualidad? Porque hoy en día, como entonces, nos encontramos en una era de la historia en la que el sistema monetario global está acercándose a su fin. La decisión de Nixon de poner fin a la paridad del dólar con el oro ayudó a hacer más competitivas las exportaciones estadounidenses y arregló el déficit comercial que había surgido por enviar muchos dólares al exterior.

También permitió una mayor influencia del banco central en la economía. En lugar de llevar a cabo elecciones políticamente difíciles entre varios grupos de interés, Nixon le pasó la responsabilidad a la Reserva Federal. Mayores tipos de interés frenaron la inflación y los dólares acabaron virtiéndose nuevamente en las arcas de EE. UU.

Pero en lugar de poner límites a la especulación, esto sentó las bases para la "financiarización" de la economía, y la titularización en vez del crédito pasó a convertirse en el núcleo de los negocios del sistema financiero de EE. UU., que en ese momento era muy grande como para caer.

La administración Biden cuenta con que este paradigma económico global se mantenga, de hecho así será si el presidente cumple con sus planes de estímulo fiscales, los que dependen relativamente de tipos de interés bajos y del poder del dólar para permitir el préstamo estadounidense.

De hecho se podría decir que EE. UU. se encuentra ahora en un punto de giro muy similar al de 1971.

Pero desde las presiones inflacionistas, pasando por los desacuerdos comerciales y hasta la reciente popularidad del oro, las criptomonedas y el ascenso de las monedas digitales respaldadas por los Estados soberanos (como el renminbi digital), estas cuestiones sugieren que estamos otra vez en un momento crítico.

Si el paradigma actual se rompe de forma rápida e inesperada, tanto el dólar como cualquier activo basado en el dólar podrían verse rápidamente devaluados. Sería sabio que la administración Biden sacase tres lecciones del libro de tácticas de Nixon para gestionar estas presiones.

En primer lugar, el populismo ha de equilibrarse con una profunda colaboración con aliados. En sus políticas, la administración Nixon era heterogénea: su secretario del Tesoro, John Connally, fue un nacionalista desmesurado, si bien el asesor de seguridad nacional Henry Kissinger era el mundialista supremo. Contar con un equipo de rivales alrededor de la mesa aseguró un debate honesto sobre cómo equilibrar las necesidades domésticas con las realidades de los mercados exteriores.

Una estrategia industrial liderada por el gobierno también fue crucial. Peter Peterson, asesor especial de Nixon, recomendaba una postura más firme en competencia internacional, pero también un enfoque de "arreglarlo en casa", que incluía inversión pública en tecnologías de alto crecimiento, reintegración de los trabajadores y economías basadas en el lugar — todos ellos sellos distintivos del enfoque Biden.

Lo que Nixon hizo y Biden todavía no ha llevado a cabo es articular una visión de lo que ha de ser la economía global. En la visión de Nixon, EE. UU. no llevaría por sí solo al resto del mundo, sino que lideraría una nueva coalición de aliados, incluidos Alemania y Japón.

Lo que empezó como una serie de "acciones duras y unilaterales", han terminado en una mayor implicación de EE. UU. en el mundo, a través de un mejor (aunque todavía imperfecto) sistema monetario, una serie de tratados de armas nucleares y nuevas organizaciones internacionales para luchar contra la pobreza y mejorar la seguridad alimentaria. Pero esto sucedió solo porque la administración fue capaz de mantener presentes tanto las necesidades domésticas como internacionales.

Entre las grandes tecnologías, una China gestionada por el Estado y la "financiarización", la situación actual es sin duda más complicada. Pero el desafío fundamental es el mismo: ¿cómo EE. UU. se puede ayudar sin abandonar al mundo?

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