Germán Saltrón Negretti
Estados Unidos respeta tanto los
Derechos Humanos que tiene un manual de tortura, aunque usted lo crea, se basan
en dos manuales de la CIA uno llamado Coercive Questioning y el otro Human
Resource Exploitation. En este último se
recuerda que “a la hora de planificar una sala de interrogatorio hay que prever
la corriente eléctrica disponible para tener a mano transformadores u otros
dispositivos cuando se apliquen descargas eléctricas”. Toda esta información se
encuentra en un libro titulado Las Armas Secretas de la CIA escrito por Gordon
Thomas. De sus libros se han vendido más
de 45 millones de ejemplares en todo el mundo, sobre todo este último libro, un
director del Mossad y un asesor sobre contraterrorismo del gobierno de Israel
declararon que era uno de los análisis más importantes publicados sobre el
mundo del espionaje.
Estos son unos de sus consejos de
como inducir miedo. “La amenaza de infligir dolor puede provocar un temor más
lesivo que la inmediata sensación de dolor. Una amenaza expresada con frialdad
es más efectiva que la que se expresa con gritos de rabia.” Se recomienda
cierta cautela antes de “amenazar de muerte a tipos realistas que pueden darse
cuenta de que silenciarlos para siempre podría ir en contra del propósito del
interrogador. Su resistencia tiene que ser quebrada por otros medios”. La
sección sobre dolor advierte que infligir “un dolor intenso probablemente dará
lugar a confesiones falsas como medio de huir del sufrimiento”.
También, “Si se le causa dolor
aun interrogado bastante avanzado el interrogatorio, después que otras tácticas
hayan fracasado, éste casi con total seguridad llegará a la conclusión de que
el interrogador está desesperando. Si se
va a infligir dolor, debería utilizarse una etapa temprana y con intensidad
cuidadosamente calculada”. El manual es igualmente específico en lo relativo a
atacar a la mente”. Desde la década de
los cincuenta, la CIA ha venido
desarrollando programas de investigación para mejorar sus técnicas de
manipulación mental. Desde entonces ha contado con médicos y psiquiatras
capaces, de inocular drogas y aplicar tratamientos de electrochoques, con el
fin de desarrollar “recondicionamiento mental” de los enemigos de EE.UU. Las
armas secretas de la CIA revela toda la verdad sobre las técnicas de la Agencia
a la hora de sacar información de sus prisioneros.
El manual es igualmente
específico en lo relativo a la mente. “La hipnosis ofrece una ventaja con
respecto a otras técnicas o instrumentos de interrogatorios, la sugestión
posthipnótica. Se recomienda fármacos en la comida o bebida y mientras la droga
hace efecto y está entrando en trance hipnótico, persuadirlo para cambiar su
marco de referencia de forma que sus razones para resistirse se conviertan en
razones para cooperar. Se le interroga y se termina implantando la sugestión de
que cuando salga del trance no recuerde nada de lo que ha sucedido”. En
condiciones óptimas debería haber un médico presente. En 2006, la CIA tenía en
nómina en varios países, médicos para que tuvieran presentes en dichas sesiones
que asesoraban. Lo grave es que para ese año,
reconocidas organizaciones de derechos humanos como Amnistía
Internacional sabían que esos métodos se utilizaban en Irak, Afganistán y en la
bahía de Guantánamo en Cuba.
Posteriormente, Amnistía Internacional denunció señalando que había 90 países
que utilizaban la tortura de forma habitual. Existían unas sillas donde el
recluso era obligado alimentarse mediante tubos insertados en la nariz, la
garganta o las venas, y a menudo se quitaban esos tubos de forma tan violenta
que algunos individuos sangraban y se desmayaban. La Casa blanca ha seguido
negándose a hacer comentarios acerca de lo que ocurre en la bahía de Guantánamo
y en otros centros donde se violan la Convención de las Naciones Unidas de
1984, de la EE.UU es firmante, en la que se prohíbe la tortura. La mayoría de
los prisioneros de Guantánamo ronda los veinte años y algunos son menores de
edad, la mayoría son árabes y algunos de Arabia Saudita y yemenís. A ninguno se
le ha dado trato de prisionero de guerra con derecho acogerse a la protección a
la Convención de Ginebra. Recomiendo leer el libro titulado Las armas secretas
de la CIA de Gordon Thomas.
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