jueves, 2 de abril de 2020


EUROPA
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La crisis del coronavirus ya ha provocado una huella indeleble en la historia contemporánea de Italia. Con más de 13.000 personas fallecidas y más de 110.000 contagios, es el país del mundo con los resultados más catastróficos en decesos debidos a la pandemia, solo rebasado en contagios por Estados Unidos.
La región de Lombardía, en el norte del país europeo, es una de las más ricas en términos económicos y de las densamente pobladas de ese continente. Es, también, el epicentro de la epidemia italiana. La situación, apuntan especialistas, obliga a la transformación de enfoques en cómo se hace frente a los desafíos de salud de toda una sociedad.

Atender comunidades, no personas

"El sistema de salud lucha por despachar servicios regulares, como cuidados del embarazo y partos, mientras los cementerios están saturados, lo que provocará otro problema de salud pública", reflexionaron el 21 de marzo desde el New England Journal of Medicine (NEJM) médicos del hospital 'Papa Juan XXIII', ubicado en Bérgamo.
"Los sistemas de salud occidental se han construido en torno a un concepto enfocado en el cuidado del paciente, pero una epidemia requiere un cambio de perspectiva hacia un concepto de cuidado enfocado en la comunidad. Lo que estamos aprendiendo dolorosamente es que necesitamos expertos en salud pública y epidemias; no obstante, quienes toman decisiones a nivel de nación, región y hospital no se han enfocado en esto", lamentaron.
Las soluciones para una pandemia son requeridas por toda la población, no únicamente por los hospitales. Los cuidados en casa y las clínicas itinerantes evitan traslados innecesarios y liberan de presión a los nosocomios, abundaron los trabajadores de la salud.
En tanto, Gary P. Pisano, Raffaella Sadun y Michele Zanini, expertos de la Universidad de Harvard, coincidieron con que las respuestas coordinadas en distintos niveles de operación en Italia son indispensables para contener la propagación del virus, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Harvard Business Review el 27 de marzo.
La estrategia, estimaron, debe complementarse no solo en lo político sino en el sistema de salud mismo, un desafío que igualmente debe ser atendido en Estados Unidos, el país con el mayor número de contagios en el mundo, con más de 216.000 personas afectadas, según estimaciones de la Universidad John Hopkins.

Precarización y seguridad militarizada

En la última década, en Italia se han aplicado recortes de alrededor de 37.000 millones de euros al sector de saludrecuerda en entrevista con Notimex una doctora en geografía que realizó estudios en Europa. La académica solicitó que su nombre no fuera incluido en este texto.
La llegada del virus al territorio italiano desafió a una población donde los adultos mayores son abundantes y el número de defunciones anuales es mayor que el de nacimientos. Los adultos mayores son la población más vulnerable ante el COVID-19, junto con personas con padecimientos crónicos, como diabetes, hipertensión o cáncer.
"El primer problema de los contagios en Italia ha sido la falta de protocolos de epidemia", un problema vinculado a los recortes en el sector que derivaron en escasez de insumos médicos en los hospitales.
Esto se acompañó con omisiones en el manejo localizado de personas infectadas, quienes al acudir a los hospitales contagiaron a las personas ahí reunidas, de por sí vulnerables por sus propios padecimientos, detalla la estudiosa.
"El primer foco de contagio han sido los hospitales mismos, sobre todo en Lombardía. Hay muchos problemas de gestión sanitaria", explica.
No obstante estas dificultades, además de la producción de alimentos y medicinas, junto con refinación de petróleo, la industria italiana mantiene actividades en dos ámbitos: la producción de material médico y la fabricación de armas, una situación que se revela como un sinsentido para la ciudadanía y que despierta inconformidad e irritación.
Además de concentrar el mayor número de muertos, Lombardía es el pulmón industrial de Italia, por lo que varias de sus fábricas permanecen abiertas a pesar de la pandemia y sus cifras alarmantes.
La crisis sanitaria, explica la geógrafa, ha dado lugar a la completa militarización del país, con elementos del Ejército desplegados en el territorio nacional para impedir que las personas salgan de sus casas en atención a tareas que no sean esenciales, como el abasto de alimentos.
Estas medidas rigurosas, considera la académica, parecen obedecer más a criterios mediáticos que efectivos: es decir, el Gobierno despliega a la fuerza militar para simular que se actúa con oportunidad y esfuerzo en la contención del virus, cuando los hechos dicen que no se está logrando.
La analista tampoco descarta intenciones de popularidad en estas maniobras con uniformados: la gente solicita medidas estrictas y, al aplicarlas, los políticos cultivan su aprobación en medio de la crisis.
El escenario se complica aún más para los trabajadores italianos que no cuentan con contrato con sus empleadores; obligados a la informalidad, están encarando una situación de incertidumbre económica muy grave, explica la geógrafa.
Todas estas tensiones, además, aparecen en una Europa que lleva varios años atestiguando el apuntalamiento desde distintos frentes de discursos de ultraderecha y proyectos políticos fincados en el autoritarismo.
"La gestión de esta epidemia es un momento clave para esto. Italia está teniendo las medidas más excepcionales y más inconstitucionales que se han visto desde después de la guerra, desde después del fascismo", considera la especialista.
El coronavirus SARS-CoV-2
© REUTERS / NEXU SCIENCE COMMUNICATION
El cierre de las fronteras y la suspensión del derecho de asilo en países como Hungría y Grecia, por ejemplo, agravan un escenario de por sí complejo para Europa.
En España y Francia, lo mismo que en Italia, los trabajos para contender el virus se metaforizan desde la lógica de la guerra: se combate a la enfermedad y los médicos son asumidos como soldados, ubica la geógrafa.
Ante un panorama en el que aún no se vislumbra la salida de la crisis, los expertos de Harvard subrayan que la situación demanda una coordinación extrema de entidades tanto públicas como privadas, junto con la amplia participación de la sociedad en su conjunto.

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