lunes, 12 de septiembre de 2016

Cumbre del G-20, ¿Réquiem por la globalización?

05 de septiembre de 2016
Crédito: alai
Agencia Latinoamericana de Información
Germán Gorraiz López


La Cumbre del G20 que se está celebrando en la localidad china de Hangzhou tendría como eje central de sus debates la reactivación del comercio mundial pues la economía global estaría amenazada por el riesgo de retorno a escenarios de recesión agravado por la progresiva aparición de medidas neo-proteccionistas en los países del Primer Mundo.

¿Retorno a escenarios de recesión?

China estaría inmersa en una crisis económica identitaria al tener que implementar una amplia batería de reformas estructurales. Así, entre las fragilidades de su economía se encuentran la todavía limitada integración financiera internacional, su aislamiento y control del aparato estatal en el ámbito interno, así como una asignación de recursos económicos poco eficiente provocada por el paternalismo público y un insuficiente nivel de desarrollo de las redes de distribución, marketing y venta. Los desafíos están centrados en vencer la alta dependencia de China respecto de la demanda de las economías desarrolladas y la incierta capacidad de la demanda privada para tomar el relevo una vez que se agoten los estímulos públicos. Respecto a América Latina y el Caribe, la contracción de la demanda mundial de materias estaría ya provocando el estrangulamiento de sus exportaciones y la depreciación generalizada de sus monedas debido a la fortaleza del dólar, lo que se traducirá en aumentos de los costes de producción, pérdida de competitividad, tasas de inflación desbocadas e incrementos espectaculares de la Deuda Exterior que podrían terminar dibujando un escenario de estancamiento económico secular que obligará a una gran parte de su población a vivir por debajo del umbral de la pobreza.

Por otra parte, la entrada en escenarios de recesión de países como Noruega, Canadá, Brasil, Rusia y Finlandia debido al desplome de las commodities y ciertos indicadores macroeconómicos recientes de países como China o EEUU han alertado del riesgo de que el estancamiento económico se adueñe de la economía mundial en el 2017, lo que aunado con la próxima subida de tipos de interés del dólar, hará que los inversionistas se distancien de los activos de renta variable y que los bajistas se alcen con el timón de la nave bursátil mundial, derivando en una psicosis vendedora que terminará por desencadenar el estallido de la actual burbuja bursátil. Dicha burbuja sería hija de la euforia de Wall Street (y por extrapolación del resto de bolsas mundiales) tras las políticas monetarias de los grandes bancos centrales mundiales que han inundado los mercados con centenares de miles de millones de dólares y euros con la esperanza de relanzar la economía, más aún cuando las colocaciones sin riesgo ( deuda de EEUU o de Alemania), no retribuyen nada a los inversionistas lo que aunado con un posible repunte del precio del crudo debido a factores geopolíticos desestabilizadores (Ucrania, Libia, Siria e Irak), podría producir un nuevo crash bursátil pues el nivel suelo de las Bolsas mundiales, (nivel en el que confluyen beneficios y multiplicadores mínimos), se movería en la horquilla de los 14.000-15.000 en Mercados Bursátiles como el Dow Jones, a años luz de los estratosféricos techos actuales, rememorando valores de octubre del 2008. Dicho estallido provocará la consiguiente inanición financiera de las empresas y subsiguiente devaluación de sus monedas para incrementar sus exportaciones y tendrá como efectos benéficos el obligar a las compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió en la crisis bursátil del 2000-2002) y como daños colaterales la ruina de millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces de la estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras.

¿Finiquito a los Tratados Comerciales Transnacionales?

La obsesión paranoica de las multinacionales apátridas o corporaciones transnacionales por maximizar los beneficios, (debido al apetito insaciable de sus accionistas, al exigir incrementos constantes en los dividendos), les habría inducido a endeudarse peligrosamente en aras del gigantismo mediante OPAS hostiles y a la intensificación de la política de deslocalización de empresas a países emergentes en aras de reducir los costes de producción (dado el enorme diferencial en salarios y la ausencia de derechos laborales de los trabajadores). Así, el Tratado de Libre Comercio entre EEUU, Canadá y México (NAFTA o TLCAN), firmado por el Presidente Clinton en 1964 habría provocado que adultos blancos de más de 45 años sin estudios universitarios y con empleos de bajo valor añadido tras quedar enrolados en las filas del paro, habrían terminado sumido en un círculo explosivo de depresión, alcoholismo, drogadición y suicidio tras ver esfumarse el mirlo del “sueño americano”, lo que habría tenido como efecto colateral la desafección de dichos segmentos de población blanca respecto del establishment tradicional demócrata y republicano, por lo que el candidato republicano Trump se propone renegociarlo. Igualmente, la Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés) sería la pieza central de Obama en su política de reafirmación del poder económico y militar en la región del Pacífico para hacer frente a la Unión EuroAsiática que inició su singladura el 1 de enero del 2015 , pero tanto Clinton como Trump incluyen en su programa electoral la salida de EEUU de dicha asociación.

Asimismo, tenemos el TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión entre EEUU y la UE) cuyas negociaciones deberían finalizar para principios del 2017 pues en teoría tan sólo implican la eliminación de aranceles, la normativa innecesaria y las barreras burocráticas pero que en la práctica estarían plagada de escollos, como la normativa alimentaria y fitosanitaria. Francia y Alemania ya expresaron serias reservas a la Comisión ante algunos precedentes en los que las multinacionales han impuesto sus criterios frente a los legisladores gracias a estos sistemas de resolución de conflicto inversor-Estado (en inglés, ISDS) y dado que el euro-Parlamento tiene potestad para tumbar todo el TTIP una vez hayan concluido las negociaciones, no sería descartable en el 2017 el rechazo de la mayoría europarlamentaria a la aprobación de dicho Tratado debido a una tardía reafirmación de la soberanía europeísta por parte franco-alemana coadyuvada por los efectos colaterales de la imposición de sanciones a Rusia.

¿Hacia el Neo-proteccionismo?

Por otra parte, el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU-Rusia tras la crisis de Ucrania y la mutua imposición de sanciones entre UE-Japón-EEUU por un lado y Rusia por el otro, marcarían el inicio del ocaso de la economía global y del libre comercio, máxime al haberse demostrado inoperante la Ronda Doha (organismo que tenía como objetivo principal de liberalizar el comercio mundial por medio de una gran negociación entre los 153 países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y haber fracasado en todos sus intentos desde su creación en el 2011. Así, asistiremos al finiquito de los Tratados Comerciales transnacionales (TTIP, NAFTA y TTP) y a la implementación por las economías del Primer Mundo de medidas proteccionistas frente a los países emergentes cuyo paradigma sería el establecimiento por la UE y EEUU de medidas antidumping contra el acero Chino con aranceles que oscilarán del 20% europeo al 500% estadounidense y que significarán el retorno al Neo-Proteccionismo económico. Finalmente, tanto la UE como EEUU implementarán la Doctrina del Fomento del Consumo de Productos nacionales en forma de ayudas para evitar la deslocalización de empresas, subvenciones a la industria agroalimentaria para la Instauración de la etiqueta BIO a todos sus productos manufacturados, Elevación de los Parámetros de calidad exigidos a los productos manufacturados del exterior y la imposición de medidas fitosanitarias adicionales a los productos de países emergentes. Ello obligará a China, México, Brasil e India a realizar costosísimas inversiones para reducir sus niveles de contaminación y mejorar los parámetros de calidad, dibujándose un escenario a cinco años en el que se pasaría de las guerras comerciales al proteccionismo económico, con la subsiguiente contracción del comercio mundial, posterior finiquito a la globalización económica y ulterior regreso a los compartimentos estancos en la economía mundial.

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