martes, 16 de agosto de 2016

HILLARY HARÁ HISTORIA SI GANA ¿GANARÁ?

14 de agosto de 2016
German Saltrón Negretti

Las elecciones presidenciales en EE.UU, se realizaran el 8/11/ 2016, elegirán al presidente y el vicepresidente, por intermedio del Colegio Electoral de los 50 estados que fueron elegidos entre febrero y junio de 2016. Este proceso electoral es también una elección de segundo grado, porque los ciudadanos emiten sus votos para seleccionar a los delegados, y son ellos los que eligen al presidente, pueden ser Hillary Clinton o Donald Trump. Si gana Hillary será la primera mujer que ocupara la presidencia. Trump propuso su plan de gobierno en Detroit, Chicago, símbolo del declive industrial EE.UU, con un discurso “nacionalista” para ganar adeptos dentro del partido y lograr voto de los trabajadores, prometiendo rebajas de impuestos y proteccionismo comercial. Algunas de las encuestas le han sido desfavorables recientemente, el promete “El americanismo y no a la globalización”.

Leyendo un discurso preparado e interrumpido por constantes protestas, Trump atribuyó a los acuerdos comerciales internacionales, los males de las ciudades como Detroit, la capital del automóvil. Sin embargo, promete recortes fiscales que beneficiarán a los más ricos. Dijo que “la ciudad de Detroit es un ejemplo de la agenda económica fracasada de los demócratas, como la Clinton. Ella apoya impuestos altos y una regulación que ha expulsado los empleos de vuestra comunidad”. Algunas encuestas indican que Trump tiene dificultad para ganar en los tres Estados que son necesarios conquistar, si quiere ser presidente: Florida, Ohio y Pensilvania. Tiene apoyo entre la población estadounidense sin estudios superiores, pero según los expertos tiene que construir amplias coaliciones interétnicas e intergeneracionales.

Podría decirse que su plan económico no es ni de izquierda ni de derecha, sino todo lo contrario, como decía el presidente adeco Carlos Andrés Pérez. Trump propone bajar los impuestos de las sociedades del 35% al 15% y desmantelar algunas regulaciones federales. Quiere subir los aranceles a todos los productos extranjeros. Ofrece deducciones fiscales para toda la educación preescolar, que EE UU es privada, y representa un gasto oneroso para millones de familias. Pero se niega al aumento del salario mínimo $7.20 la hora, que podría beneficiar a todos los empleados pobres, entre ellos los blancos de clase trabajadora, golpeados por la globalización, que constituyen su base electoral.

Elimina algunas exenciones para los más ricos, una medida que presenta como una defensa de las clases medias en contra de los más ricos como el, pero suprime el impuesto de sucesiones, que grava a familias de multimillonarios como la de Trump. Reclama la revolución reaganiana, la desregulación de la economía en los años 80, y así corteja a los líderes de su partido, inquietos por su campaña. Pero a la vez se opone frontalmente al recorte del Estado del bienestar, que es la mentira de los republicanos.
Se postula como el hombre que devolverá los empleos “a los que tienen menos”, para reducir los llamado cinturones de miseria. Pero encabeza un partido que en las últimas décadas, ha contribuido a empobrecer a la clase trabajadora. Para terminar sus contradicciones, se rodea de los millonarios de Wall Street en su gabinete económico, lo que contradice su mensaje a la clase media. Para la mayoría de los países del mundo, cualquiera de los dos candidatos que gane la presidencia en EE.UU representara más de lo mismo. 

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