lunes, 4 de julio de 2016

Gana Rajoy. Pierde España

  27 de junio de 2016
Crédito: RT
Alfredo Serrano Mancilla

La derecha joven votó a la derecha vieja. Se puso de manifiesto la fidelidad intergeneracional a un mismo proyecto político. Ciudadanos (C's) cedió parte de sus votos al Partido Popular (PP): unos 400.000 votos. Lo mismo hizo el casi extinto Unión Progreso y Democracia (UPyD) (100.000 votos). Rajoy ganó apelando al voto útil de la derecha sociológica española. Suben en 5 puntos porcentuales (33%), 14 diputados mas (137); un total de 7.906.185 votos; casi 700.000 nuevos votantes en relación con el pasado 20D. El 'sí se puede' se coreó en los alrededores de la sede del partido de la corrupción. La casta por ahora puede estar tranquila porque posee un elevado piso de lealtad electoral. La suma PP y C's suman once millones de electores. Repiten así el techo máximo que ha tenido históricamente la derecha en España en las últimas tres décadas. Acumulan un total de 169 diputados: solo a 7 para juntar la mayoría absoluta necesaria para investir a Rajoy como presidente. Sin duda, lo conseguirá fácilmente. Sea por la vía del apoyo de algún nacionalista periférico o con la abstención del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Rajoy, responsable político de infinitos casos de corrupción adentro de su partido y en las instituciones que gobiernan, será presidente de España. Ni desahucios, ni endeudamiento social, ni desempleo, ni el incremento de la exclusión social y pobreza, nada de nada le hace perder votos. Una parte de España es así.

Al otro lado, el PSOE siguió perdiendo escaños (pasó de 90 a 85) y votos (130.000). El peor resultado de su historia reciente. Sin embargo, resistió al 'sorpasso'. Se quedaron como segunda fuerza más votada. A pesar de su debilidad, seguirá ungiendo como la principal oposición. Pedro Sánchez no cautivó pero puede dormir tranquilo porque su competidora, la andaluza Susana Díaz, sacó aún peores resultados en su comunidad autónoma perdiendo frente al PP. El PSOE, gracias a la aritmética política, sorteó de carambola este 'round' en el que todo apuntaba a una encrucijada, perder-perder. No ganó, pero tampoco perdió del todo. Se salvó justo antes de la bocina. Lección aprendida: no infravalorar jamás a un partido que ha sobrevivido desde el siglo XIX.

El otro contendiente, Podemos (ahora Unidos Podemos), en alianza con Izquierda Unida, no logró romper la geometría ideológica de España. Por ahora, lo de la transversalidad se quedó en el intento. Lo de la derecha e izquierda en España se impone por el momento al criterio de arriba y abajo. Unidos Podemos perdió un millón de votos en relación con las pasadas elecciones. Siguen con una gran cantidad de votos en el morral, cinco millones, pero insuficientes para asaltar el cielo en esta oportunidad. Sufrieron una derrota en la batalla de las expectativas. Luego de subir y subir, esta es la primera vez que se frenan en seco. No faltarán los que digan que estamos frente al "techo de Podemos". Una sentencia demasiado apresurada. Veremos. Todavía queda mucho recorrido por delante. Todo dependerá de lo que quiera Podemos para su futuro inmediato: optar por consolidar-cohesionar ideológicamente su actual fuerza para acumular desde abajo en el mediano plazo; o si prefiere intentarlo asaltando a una mayoría electoral más ampliada pero más 'light' en su afinidad política. Dicho de otro modo: o se trabaja por ahora con los que están o se busca a los que faltan. Las dos cosas a la vez son incompatibles en el corto plazo.

Y por último, están los que no acudieron a la “fiesta de la democracia”. Diez millones y medios de españoles no fueron a votar cansados de esta segunda vuelta. Casi uno de cada tres españoles sigue sin ilusionarse con la actual política. Alta abstención desencantada. La nueva política no logra movilizar. Se impone la vieja política.
España no gana con estas elecciones. Pierden todos. Pierde Ciudadanos; pierde el PSOE; pierde Unidos Podemo. Y, fundamentalmente, pierden los ciudadanos que seguirán sufriendo esta década perdida. Solo ganan Rajoy, Merkel y el Ibex 35.

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